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07 de Julio, 2009    General

TESTIMONIO DE UNA INSURRECCION CIUDADANA


 
 
 
 
 
PRESENTACIÓN

 

 

 

 

Este libro se ha escrito pensando en las generaciones presentes y en las que vendrán mañana, teniendo como fundamento los actuales acontecimientos y los hechos que se generaron en el pasado. En sus páginas encontrará el lector la sinceridad y la grandeza del espíritu en el actuar de cada nariñense al tomar partido frente al atropello de su dignidad, porque siente en lo más profundo de su ser el amor por el suelo nativo y porque cree además, como Cicerón, que “La patria chica tiene derecho a que nuestra alma, nuestro talento y nuestra razón le consagren sus mejores y mas nobles facultades”.

 

Es evidente que la indiferencia, la falta de nobleza y la injusticia en el tratamiento que los otros colombianos nos han endilgado a los colombianos que habitamos el Departamento de Nariño, han permitido que nuestro suelo nativo haya atravesado y esté atravesando tiempos muy tristes pese a lo cual el espíritu de la lucha de algunos ha logrado despertar conciencias dormidas para que cumplan el deber de mantener ardiente el culto y la devoción por la patria chica, grabando en nuestros pechos con amor la imagen de la bella ciudad de Pasto que al decir del poeta “ de sus entrañas somos pedazo”.

 

Más de cien años han transcurrido desde aquel día en que expresamente se lanzaron la primeras injurias y diatribas contra la ciudad de Pasto y sus habitantes, y desde aquel entonces nuestros hermanos colombianos que habitan allende el río Mayo no han cesado en proferir dislates y ocasionar atropellos a la dignidad del pastuso, a tal punto que el historiador Sergio Elías Ortiz en la presentación del libro “Crónicas de la Ciudad de San Juan de Pasto” con sobrada razón expusiera: “el término pastuso se convirtió en un Estigma para todos los moradores de esta venturosa región. Alrededor de este gentilicio se tejieron las más ruines leyendas y se fabricaron los chistes más perversos. Los mismos que alguna vez comieron nuestro pan, nos denostaron luego con la invenciones más enormes”.

 

Ahora, los motivos que perturban la mente de los nariñenses son de idéntica guisa, aunque los medios utilizados para consumar el oprobioso dislate y el consuetudinario desaire son diferentes, porque en esta oportunidad se trata de pedirle a las autoridades competentes las sanciones más severas para aquellas personas que mediante la presentación de programas de radio y televisión, insistan en exhibir una imagen distorsionada del hombre pastuso, a sabiendas de que se trata de una inconfundible ofensa de lesa humanidad.

 

El inconformismo y malestar ciudadanos inherentes a esta nueva situación, los ha encausado en buena hora un ciudadano que reúne excepcionales calidades humanas para constituirse en legítimo vocero de los sentimientos solidarios del pueblo pastuso, a través de recursos en las instancias judiciales, porque no se avizora otro camino para lograr que el hijo de estas tierras, cargadas de tradición y de historia, no continúe siendo el hazmerreír de gentes intonsas y dignas del menosprecio público. Se trata del docente Pablo Emilio Obando Acosta, periodista e investigador infatigable, quien con su gallarda y acertada actitud, ha tenido la suerte de aglutinar las mentes y los corazones al servicio de un objetivo común, como es la defensa, ahora y siempre, de la idiosincrasia del pueblo nariñense, en general, y de la comunidad pastusa en particular.

 

Estas páginas tienen, pues en la primera parte, el propósito de registrar el estado de rechazo y la exacerbación que ha generado en todos los sectores sociales de Nariño, sin distingos de ninguna clase, tanto a nivel regional como nacional, esa especie de oleada de antipastusismo que se deja sentir en nuestro medio con inusitada frecuencia, con la utilización de chistes y apuntes de mal gusto que han debido ser recogidos hace mucho tiempo de ámbito de nuestras relaciones personales y eliminados de la faz amable de Colombia, como resultado del flaco servicio que con esas prácticas insanas se esta prestando a la idea de la completa integración nacional.

 

Del mismo modo el lector podrá conocer en esta primera parte tres momentos de la historia nariñense en los que nuestros hermanos colombianos aprovecharon la oportunidad para lanzarnos el insulto procaz, profiriendo las infamias más duras contra nuestro pueblo y contra nuestro suelo al punto que el nariñense (pastuso) de entonces sentía temor de confesar su origen.

 

La segunda parte del libro la dedicamos al estudio del humor mediante la trascripción de escritos reconocidos polígrafos nariñenses quienes analizan científicamente la historia, las causas, las connotaciones culturales, el contenido y la repercusión intelectual del chiste. La calidad de cada uno de estos escritos fruto del estudio de experimentados analistas nos permite comprender mejor el humor como una calidad y una virtud de seres privilegiados que difícilmente nacen en el mundo.

 

Encuadra muy bien en esta segunda sección de la obra los estudios que sobre el carácter del pueblo nariñense, su índole, su idiosincrasia, sus defectos, sus calidades y sus ambiciones, sus aspiraciones y sus temores, han realizado eminentes humanistas quienes en excelsas páginas le entregan al lector la mejor visión del estereotipo del hombre nariñense, páginas que constituyen la mejor y más grande alabanza del hermoso Departamento de Nariño y de su pueblo, el más leal y el más fiel en todas las causas en que se ha empeñado nuestro país.

 

Así las cosas agradecemos la valiosa cooperación que para la conformación de este libro nos ha sido brindada por un selecto grupo de nariñenses así como de personas que sin ser oriundas del sur de la nación, han querido demostrar de alguna manera su inconformidad y discrepancia con aquellos colombianos que sin conocer la peculiaridad del pastuso se han encargado de denostar de su dignidad, de su nobleza y de su profundo amor por la patria colombiana.

 

 

JUAN AUGUSTO ORTIZ CABRERA

 

I

 

CARTA ABIERTA

 

UN PUEBLO ANTE LA HISTORIA

 

Pasto, Febrero 21 del 2.000

 

Señores

CONCEJO NACIONAL DE TELEVISIÓN

MEDIOS DE COMUNICACIÓN

BOGOTA D.C.

 

A raíz de la situación política y económica por la que atraviesa el vecino país de Ecuador, y en un enlace internacional escuchamos el informe de un prestigioso y destacado periodista de la empresa radial Caracol que sin reparo alguno ubicó a nuestro territorio por fuera de las fronteras patrias. “Aquí Pasto – Ecuador …”, y continuó su labor periodística haciéndole creer a toda Colombia que Pasto es una zona fronteriza con Colombia que pertenece al Ecuador.

 

Hace pocos meses y a raíz del concurso nacional que pretendía escoger la canción colombiana más bella del siglo, escuchamos ya casi sin sorpresa alguna, que nuestra región, generosa en compositores e intérpretes, quedaba fuera del certamen por cuanto a los organizadores se les olvidó que en el Sur existe una región donde la música se cultiva en cada casa y donde las mejores canciones de Colombia han visto sus primeras notas en los patios solariegos de nuestra bella región.

 

Hicimos pública la demanda en uno de nuestros diarios regionales, por cuanto nos fue imposible hacerlo en los medios nacionales, del morboso robo que se le pretende hacer a nuestra región de una de las canciones más bellas del mundo: NOCHES DE BOCAGRANDE del compositor tumaqueño Faustino Arias Reynel, dedicada a una de las regiones más soñadas por artistas y poetas, la isla de Boca grande en Tumaco. Escuchamos con horror y pavor cómo en una prestigiosa emisora se anunciaba con bombos y platillos el lanzamiento de un C.D. titulado “Las mejores 14 canciones en homenaje a Cartagena” y el periodista, haciendo uso de su buen gusto, y de su ignorancia geográfica y musical, destaca uno de los temas y se escucha  Noches de Bocagrande de nuestro poeta Arias Reynel. Pero más allá de la sorpresa y de la ira, elevamos nuestra voz de protesta por la forma grosera y humillante cómo un cómico santandereano convirtió a nuestra gente y a nuestra región en el hazmerreír de todos los colombianos con el simple pretexto de romper un récord a nivel internacional. Tras cada risa sacada de una oscura caja – pregrabada – se condenaba aun más a nuestra región sumida en el abandono y el atraso en medio de sus riquezas naturales, humanas y culturales.

 

Queremos dejar constancia de amor propio, de sentimiento nacionalista y de entrega a las causas que nos congregan como nación.

 

Creemos que llegó el momento de dar por saldada la cuenta que durante ciento cincuenta años nos han cobrado con creces nuestros hermanos colombianos. Los errores del pasado no pueden condenar el presente de un pueblo laborioso y de una generación que mira con anhelo el devenir en medio de sus hermanos, de historia y tradición.

 

Durante la historia libre de Colombia hemos tenido que cargar con la odiosa cruz del señalamiento patrio, la incomprensión de sus gentes en las verdaderas causas de la actitud de un pueblo glorioso y las afrentas que a diario se nos hacen en los medios de comunicación con la complicidad y el silencio de quienes como ustedes deben velar por el respeto a los pueblos y sus costumbres. Queremos pedir en nombre de la unidad nacional que se acaben las ofensas, que disfrazadas de chiste y de humor, nos hunden en el más profundo de los abandonos y en la más oscura de las noches en nuestra sicología cultural.

 

Qué pueden endilgarnos los santafereños o los antioqueños si los errores históricos que aquí defendimos fueron exaltados por sus gentes cultas e ilustradas de la época. Basta recordar que los miembros del serenísimo colegio constituyente y electoral de Cundinamarca establecieron, aprobaron y sancionaron para aquella provincia, una constitución en cuyos títulos I y III se reconocía a Fernando VII como Rey de los cundinamarqueses y se proclamaba la monarquía hereditaria. Qué podríamos pensar nosotros, por los años de 1.810 cuando los caminos eran inexistentes y la comunicación con los santafereños o los antioqueños era casi imposible y un anhelo que hasta nuestros días nos se cumple. Si el pueblo cundinamarqués cometió tal descalabro histórico contando con la presencia de nobles e inteligentes patriotas, educados en universidades europeas y dueños de grandiosas fortunas económicas, mal hace Colombia en apuntarnos con su dedo inquisidor las culpas de un pasado y en las cuales ellos tienen mayor responsabilidad histórica.

 

Regiones como Mompox, Santa Marta, Tunja, Bogotá y hasta la misma Cartagena declinaron su bandera de lucha al embiste del imperio español. No olvidemos que importantes figuras de nuestra independencia vacilaron en su deseo de liberar nuestro territorio del dominio español y se enfrascaron en largas y tediosas disputas sobre si era o no conveniente levantarse contra el tirano. En varias oportunidades se impuso la idea de que era necesario aplazar la lucha y esperar que las circunstancias se presentaran favorables par su causa independentista. Como si el tirano preparará el terreno para la insurrección de sus vasallos. Y estos errores nadie los condena por cuanto se hicieron por hombres cuya templanza no admite discusiones.

 

Seria muy bueno recordarles a los colombianos la lectura del libro “Estudios sobre la vida de Bolívar” del humanista pastuso José Rafael Sañudo, que pone al descubierto las atrocidades de los patriotas en su paso vulgar y criminal por nuestro sagrado suelo. En este libro, condenado por la Academia Colombiana de Historia, al punto de excomulgar a uno de sus voceros, se comprende el por qué de la resistencia de un pueblo al embiste brutal de una independencia no entendida. A nuestros héroes, por el simple hecho de oponerse y de haber vencido en Bombona “se los cosió por la espalda, alanceados y arrojados al vórtice horripilante del Guáitara”. Cómo olvidar la terrible noche del 24 de Diciembre de 1.822 donde las manos angelicales de Sucre conocieron la vergonzante sangre de sus hermanos torturados, vencidos y humillados. Las violaciones y la crueldad que se ensañaron contra nuestra gente y la obligaron a defenderse con todo su ardor y valentía en defensa de su propia vida. Cómo acallar las voces de la historia cuando toda esta hecatombe pudo evitarse si nuestro amado Libertador hubiese hecho caso de las palabras de Santander al advertirle éste sobre lo equivocado que era manejar a Pasto como se proponía, pues llevaría a confrontaciones innecesarias. La historia ha demostrado que tales palabras no fueron escuchadas y que en consecuencia los del pecado no somos nosotros sino la terquedad de unos militares empeñados en sacar lustre a sus insignias guerreras.

 

No nos queda duda que la historia la escriben los vencedores y que nosotros perdimos en nuestro intento de ser libres en una comarca donde Dios, el rey y el trabajo honrado nos sustentaban el pan diario en medio de la alegría de hermanos.

 

Que grandioso sería, que en los libros de historia que se estudian en las escuelas y colegios de nuestra nación se mencionara la arrogancia de nuestros Quillacingas que prefirieron la muerte a verse subyugados por los sedientos españoles en sus monstruos de dos cabezas. Nada se dice de lo ocurrido en nuestra región de la valentía de los pastos, des sus estrategias guerreras y militares que hicieron posible la derrota de la avanzada incaica y que su jefe, casi que un dios, prefirió el suicidio a comunicar su derrota en estas tierras que pretendieron anexar a su imperio.

 

Triste el silencio que nuestra historia guarda respecto al nombre de Gonzalo Rodríguez considerado por ilustres y versados historiadores como el “PRECURSOR DE LOS PRECURSORSORES” y quien adelantándose a los anhelos de libertad de su patria organizó en el año de 1.564, casi tres siglos antes que Bolívar, un ejército que pretendió restablecer la dignidad a los americanos y sus reales pobladores. Únicamente la delación y la traición impidieron que en nuestro suelo patrio se librara una lucha con las tropas españolas y se iniciara así la expresión de una rebeldía y un inconformismo con la tiranía de unos europeos que en nombre de Dios y de un lejano Rey nos despojaron de nuestros más íntimos anhelos y esperanzas. En Pasto, y como único reconocimiento a su memoria en el territorio nacional, en el parque de San Andrés se levanta un busto con la siguiente inscripción:

 

“EN ESTA PLAZOLETA DE RUMIPAMBA,

EL DÍA 24 DE MAYO DE 1.564, FUE

DESCUARTIZADO EL PASTUSO

DON GONZALO RODRIGUEZ

                       PRECURSOR DE PRECURSORES

Y PROMARTIR DE LA LIBERTAD”.

 

 

 

Por los muchos indicios que contra Gonzalo Rodríguez hubo, se le dieron grandes y terribles tormentos – y nunca quiso condenar a nadie y así pagó él solo – cortándole la cabeza, poniéndola en el rollo de la ciudad de Pasto donde hoy está en testimonio de liviandad y estará hasta que Dios quiera y la antigüedad y el tiempo lo consuman.

 

A Gonzalo Rodríguez no lo agotó Dios, la antigüedad o el tiempo. Lo agotó la indiferencia del pueblo colombiano y su estúpida morbosidad de condenar todo aquello que provenga o suene al SUR.

 

Existen múltiples hechos históricos que de haber ocurrido en otras latitudes de Colombia figurarían en letras de oro y en los textos de historia especializados y escolares. Baste recordar el ingenio de Julio Cesar Benavides Chamorro, oriundo de Gualmatán, departamento de Nariño, al Sur de Colombia, inventor del aeromóvil y considerado el Leonardo Da Vinci americano. Su error fue haber nacido en estas breñas del Sur y ser el dueño de una inventiva y de una imaginación superiores a los de su época. Poseedor de un fabuloso invento: el aeromóvil, viaja a la ciudad de Bogotá con el fin de presentar su proyecto a eminentes científicos que facilitarían la realización de su invento y encuentra el espantoso drama de las burlas y la indiferencia. Al regresar a su patria chica muere trágicamente en un “accidente” automovilístico perdiéndose los planos del aeromóvil y curiosamente el único sobreviviente del accidente se suicida pocos días después en curiosísimas circunstancias. El pecado de Julio Cesar: ser oriundo de un pueblo del Sur, un pastuso en el territorio nacional …

 

Larga e innumerable sería la lista de situaciones y circunstancias que han pasado desapercibidas en el contexto nacional, que se hubieran podido constituir en sucesos gloriosos para la patria, si los colombianos de regiones diferentes a la nuestra las hubiesen propuesto e impulsado.

 

Qué podemos decir de Plinio Enríquez y de su monumental obra CAMERAMAN, que al decir de José Santos Chocoano “cuando alcance la difusión que merece, habrá de incorporarse al grupo de “La Vorágine”, “Don Segundo Sombra”, “Los de Abajo” y demás grandes novelas neomundiales”.  Infortunadamente este magistral libro fue producto de un pastuso que tuvo que editarlo en Valparaíso – Chile – en el año de 1.932, por cuanto en su patria no hay lugar para los hijos del Sur.

 

Monumental y asombrosa la obra poética de Aurelio Arturo, el máximo exponente de la poesía en lengua castellana, el mejor poeta colombiano y a quien se le rinde tributo de admiración en Europa; donde se dicta cátedra “Aurelio Arturo” como reconocimiento a su valiosísimo aporte a la palabra universal. En Colombia apenas se lo recuerda o se lo menciona en textos de poesía.

 

La sobriedad y altura de Guillermo Edmundo Chávez con su magistral obra “CHAMBU”, novela a la cual la alta crítica coloca al lado “La María” y “La Vorágine”; al decir de Juan Lozano: “Por su conjunto tremendamente vigoroso y humano no vacilo en considerar esta obra como una de las cuatro o cinco novelas de nuestra literatura colombiana … CHAMBU es un grito de liberación para su gente, en lo económico, en lo social, en lo cultural y en lo político. Pero, es más que todo una obra sicológica, de angustia, de introspección. El protagonista encarna una tragedia espiritual. Y por los veinte capítulos del libro discurre un dolor soterrado, cruel e incurable como un cáncer …”

 

No hay para que mencionar a humanistas de la talla de Alberto Quijano Guerrero e Ignacio Rodríguez Guerrero, personaje éste último que tuvo el gravísimo defecto de amar a su tierra y de morir en ella como testimonio de reconocimiento a sus virtudes excelsas y naturales. Hombres de vastos conocimientos, admirados y respetados en los círculos académicos y culturales de la nación, de América y del Mundo, pero ignorados en las letras nacionales y olvidados en la memoria de la nación.

 

Pensarán ustedes que he equivocado de destinatario o que, como lo dirían ustedes, ésta es una pastusada más. Término peyorativo que se utiliza en la jerga popular cuando se quiere significar que algo o alguien es bobo, ingenuo o tonto. Pues permítanme decirles que no y que en ustedes y en su labor recae gran parte de la responsabilidad de este falso señalamiento histórico. Queremos exigir que en nombre de un pueblo y de una cultura se prohíba en un medio de comunicación tan importante y decisivo como lo es la televisión, el uso peyorativo e insultante del término pastuso. Nos sobran razones para creer que la psiquis de los colombianos está impregnada de esta maloliente interpretación difundida por la televisión y que hace creer a niños y adolescentes que ser pastuso es sinónimo de estulticia.

 

Por favor NO MAS, la cultura y la idiosincrasia de un pueblo clama por la unidad nacional, una unidad donde la inteligencia sea aceptada venga del Norte o del Sur. Clamamos irritados como los grandes, no implorando clemencia sino justicia para nuestras aspiraciones. Si ustedes entienden lo que aquí se les pide es seguro que al cabo de dos generaciones más de colombianos se nos mire en el contexto nacional con ojos de admiración y aprecio por nuestras tradiciones y principios.

 

Cómo sentirse superior si aún en nuestros días hemos comprobado que son los pueblos y la gente del Norte los gestores de agüeros y creencias absurdas como aquella de hacer bautizar los bogotanos o los caleños a sus hijos por la simple bobada de que el año termina en seis, se está en el sexto día del sexto mes …? ¿Acaso han renunciado ustedes a sus dioses romanos y a su religión importada por unos desvergonzados aventureros españoles …? ¿No obedecen ciegamente la voz de un pontífice romano que es un REY para todos nuestros pueblos …? Si esto ocurre hoy, en la época de la telemática, de la informática, de la Internet y de los viajes espaciales por qué juzgamos a un pueblo que encerrado por el medio geográfico no comprendió a tiempo las verdaderas causas de las luchas populares.

 

No es gracioso acaso que en plena Bogotá se esperara el nuevo milenio, en los cerros y montañas aledañas, a extraterrestres que los iban a salvar de la destrucción inminente de la tierra …? Si esto no es bobada, entonces estamos jodidos.

 

NO MAS, la grandeza de un pueblo no puede continuar siendo ultrajada ni por los medios de comunicación, ni por personajes ignorantes e incultos que han creído, equivocadamente, que en el Sur la inteligencia es percepción de su propia ceguera histórica, cultural y social.

 

PABLO EMILIO OBANDO ACOSTA[1]

COLEGIO NACIONAL DE PERIODISTAS

SECCIONAL NARIÑO


II

 

CONCEJO DE PASTO RECHAZA CAMPAÑA DE INSULTOS

 

RESUMEN DE LA SESIÓN DEL 6 DE MARZO DEL 2.000 [2]

 

 

La mayoría de las personas que hacen parte del actual Concejo de Pasto, confirmaron su pleno respaldo y apoyo a la campaña que desde hace algún tiempo puso en marcha el educador Pablo Emilio Obando Acosta en contra de las continuas ofensas e insultos que a través de diferentes medios de comunicación que emiten programas de humor, se lanza contra la gente natural del Departamento de Nariño.

 

Es de señalar que Obando Acosta se presentó al Concejo de Pasto donde hizo una amplia exposición de la campaña que ha iniciado a favor de la dignidad de los moradores de esta zona sur del país, con el fin de cortar el chorro de ofensas que todos los días se lanzan contra la ciudad de Pasto y el departamento de Nariño en general.

 

CONNOTACIÓN DIFERENTE

 

Joaquín Olmedo Paz Anaya, resaltó esa intervención y en su concepto indicó que se hace necesario darle una evocación diferente a los chistes que se hacen contra la gente de Pasto con el fin de que no se presten a burla y a la degradación.

 

Por su parte el concejal Santiago Mora resaltó la hidalguía del educador en el sentido de haber tomado la representación de la cruzada.

 

Para Afranio Rodríguez quien estudió detenidamente la carta abierta de Obando Acosta, manifestó que este documento contiene muchos aspectos interesantes de la trayectoria histórica de Pasto y de Nariño. Señalo que se trata de un escrito muy importante que no debe ser minimizado únicamente a los cuentos o chistes, sino que se debe resaltar la discriminación que se hace en todos los aspectos que tienen que ver con el departamento.

 

CENSURA A LA BURLA

 

Al respecto expresa su opinión el concejal Nicolás Toro, se mostró de acuerdo en que se debe censurar el sarcasmo y la burla con las que se refieren a la supuesta inseguridad de los pastusos. Agregó que considera necesario que debe explicarse que los chistes no deben prestarse al sarcasmo y a la burla con que se refieren a la gente de Pasto, con la intención de ridiculizarla.

 

Mientras tanto Guillermo Díaz destacó que Nariño y Pasto han generado hombres muy importantes en todos los campos, especialmente en lo intelectual.

 

Por su parte el concejal Ricardo Romero Sánchez consideró como saludable el brote de inconformidad y señalo que el Concejo de Pasto debe propiciar unos espacios donde se pueda charlar detenidamente este tema. Resaltó que el pueblo de Nariño tiene gente respetable que ha logrado rescatar valores importantes propios de los nacidos y crecidos en esta región; destaca que el documento del profesor Obando tiene notas importantes e interesantes como la referencia que se hace a los tiempos de la conquista.

 

CONQUISTA CULTURAL

 

Omar Cerón señaló que este tema tiene muchas connotaciones especialmente en el campo cultural. Agregó que no está contra el humor, pero que éste se debe manejar con educación y cultura, puesto que cuando cae en burla, la mofa y la humillación, origina la marginalidad.

 

El concejal Carlos Bastidas calificó el tema como muy interesante y considera que la injusticia se ha manifestado a todo nivel. Indicó que el Concejo debe asumir una actitud severa, posición que compartió su colega Alirio Chazatar.


III

 

ACLARACIONES DEL ICFES A INQUIETUDES DE LA COMUNIDAD PASTUSA

 

 

Hemos tenido conocimiento de que en el nuevo examen de estado que presentaron los bachilleres el 18 y 19 de Marzo, la pregunta número 41, la cual transcribimos a continuación, ha generado inquietudes y molestias en la comunidad pastusa, por esta razón formulamos las aclaraciones que consideramos pertinentes.

 

PREGUNTA No. 41

 

“Estaban una vez un pastuso, un bogotano y un antioqueño …”  Este tipo de enunciado es muy común alrededor del esquema típico del chiste regional colombiano, y para ello ya sabemos de antemano como va a desarrollarse, toda vez que los prototipos son bien conocidos; probablemente el pastuso propondrá una solución tonta; el bogotano una solución egoísta y el antioqueño una solución brillante con un cierto sentido de ventaja. Alrededor del humor en Colombia y conforme al texto anterior se puede concluir que:

 

A.    El humor colombiano forma parte de una manifestación de cultura popular

B.     Los chistes son el patrimonio de los antioqueños por ser los más brillantes

C.     La vertiente humorística tiene su origen en otros continentes como Europa

D.    Las modalidades humorísticas provienen de la capital de la República

 

Respuesta Correcta : A

 

1.     En ningún momento se pretendió en dicha pregunta hacer un chiste despectivo acerca de los pastusos. Por el contrario, se busco mostrar que la cultura popular construye prototipos de personas y regiones que solo pueden ser aceptados como creaciones de humor. Desafortunadamente, algunas de estas expresiones pueden herir a las personas y grupos a que hacen referencia, tal como sucede con todos aquellos chistes de carácter regional que circulan en el país.

 

2.     El objetivo fundamental de la pregunta es explicar el origen regional y cultural del chiste. Con esto se quiere mostrar precisamente que los prototipos no obedecen a lo que en esencia son las personas sino que son construcciones culturales influidas por diferentes razones que no son el caso a discutir.

 

3.     Como se puede observar, la respuesta acertada es la A. Esto comprueba que la intención de la pregunta nunca fue la de ultrajar la pueblo pastuso sino mostrar el hecho cultural de la creación de prototipos a través del chiste.

 

4.     El nuevo Examen de Estado, el área de Ciencias Sociales busca introducir a los estudiantes en problemáticas relacionadas con su entorno social y cultural. Con esta intención, pretendemos que los jóvenes puedan reflexionar acerca de hechos históricos y sociales de la cotidianidad.

 

Acorde con esta pretensión, la pregunta No. 41 se ubica en el ámbito cultural de la prueba de historia y busca evaluar las expresiones culturales que tienen que ver con la historia del humor regional en Colombia. Esperábamos que el estudiante, en su proceso de interpretación, lograra captar que los prototipos regionales expresados en el chiste son creaciones humorísticas y que el chiste no designa lo que las personas son realmente.

 

5.     Como dato adicional, recomendamos consultar el Tomo VI de la Nueva Historia de Colombia, p. 327, donde se muestran los prototipos, características y vertientes del humor regional de Colombia. Este texto coincide enteramente con lo afirmado en la pregunta en mención y da a la misma el carácter de objetividad cultural que se merece. Tanto en este texto como en el nuestro, sólo se desea describir la dinámica cultural desarrollada a través del chiste y nunca degradar a nuestros hermanos de Pasto.

 

Esperamos que las aclaraciones señaladas, sean parte de las disculpas que presentamos al pueblo pastuso por el malentendido generado a partir de la pregunta mencionada. Nuestro máximo deseo en este momento, es expresar ante la opinión pública nuestra admiración y respeto por una región que lucha por hacer de Colombia un país más grande y equitativo.

 

 

Santa fe de Bogotá, D.C., Abril 6 del 2.000


IV

 

ACTUACIONES JUDICIALES

 

1. TEXTO DE LA ACCIÓN DE TUTELA

 

“La risa de unos no tiene por que ser el dolor de otros”

 

 

Señores

JUZGADO SEGUNDO PENAL DEL CIRCUITO (REPARTO)

MUNICIPIO DE PASTO

E.       S.       D.

 

ACCIONANTE:

Pablo Emilio Obando Acosta

C.C. 12.983.851 de Pasto (N)

ACCIONADO:

Ministerio de Educación Nacional

Comisión Nacional de Televisión

Medios de Comunicación Radiales del País

 

 

 

 

Yo, Pablo Emilio Obando Acosta, identificado con cédula de ciudadanía número 12.983.851 expedida en Pasto (N), actuando en calidad de habitante de la ciudad de San Juan de Pasto, me permito manifestar ante este despacho que interpongo la ACCIÓN DE TUTELA, consagrada en el artículo 86 de la Constitución Política de Colombia por considerar que se han vulnerado los derechos fundamentales de los nariñenses en lo referente a la dignidad humana, igualdad, solidaridad, cultural, protección y libre desarrollo de la personalidad consagrados en los Artículos 1°, 2°, 7°, 13, 16 y 21 de la Constitución Nacional y que de acuerdo al Artículo 85, los Artículos 13, 16 y 21 son de aplicación inmediata. Así mismo se ha desconocido el Artículo 2 de la Ley 182 de 1.995, que entre otros aspectos la televisión debe promover el respeto a las garantías, deberes y derechos fundamentales y demás libertades, fortalecer la consolidación de la democracia y la paz y propender por la difusión de los valores humanos y expresiones culturales de carácter nacional, regional y local.

 

Igualmente se han vulnerado los derechos consagrados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos en sus Artículos 1°, 2° y 7° referentes a trato igualitario, discriminación y dignidad humana.

 

 

HECHOS

 

 

1.     La permisividad de los medios de comunicación tanto radiales como televisivos en lo referente al trato que se debe brindar a cada uno de los colombianos, sin importar su condición económica, geográfica, social o cultural ha permitido que a los nariñenses se los señale en el territorio nacional de una forma negativa impidiendo el libre desarrollo de su personalidad.

 

2.     La perdida de identidad del nariñense debido al señalamiento que se le hace en el territorio nacional está afectando la tradición, los valores y principios de esta región del Sur.

 

3.     El uso peyorativo del gentilicio pastuso como sinónimo de tonto, bobo, estúpido, torpe y ridículo ha generado una baja autoestima en los niños y adolescentes nariñenses. Situación esta fomentada por los medios de comunicación (televisión-radio) sin ningún tipo de control por las autoridades y entidades creadas para tal fin.

 

4.     El uso insultante del término pastuso en los medios de comunicación ya ha sido en reiteradas oportunidades denunciado por propios de esta región y por periodistas y ciudadanos colombianos sin que hasta el momento se haya dado solución alguna al conflicto.

 

5.     Los acosos a que se ve sometido el nariñense producto de los mal llamados “Chistes Pastusos” ha generado toda una serie de conflictos sociológicos y culturales al extremo de que ante la “Broma con que se le acosa, adopta una actitud defensiva que lo lleva, o bien a encerrarse en si mismo, lo que aumenta la desadaptabilidad, o por el contrario, a renegar totalmente de su región de origen …”

(María Teresa Herrán – El Espectador – 1.968)

 

6.     La creencia absurda del pueblo colombiano de que el nariñense es tonto, bobo o ingenuo está sustentada en la  difusión por parte de los medios de comunicación (radio-televisión) de chistes ultrajantes que lesionan la honra e integridad de los nariñenses.

 

7.     Esa discriminación ha generado prejuicios de tipo político, económico, social y cultural para el Departamento de Nariño.

 

8.     Nuestros jóvenes al desplazarse a regiones diferentes a la suya con el fin de adelantar estudios, trabajar o adelantar alguna actividad propia de su cargo y naturaleza se encuentran con un medio hostil y agresivo que ha llevado en muchos casos a un estrés crítico, agresiones personales y discriminación por su origen.

 

9.     Entidades como el ICFES recalcan el esquema que en Colombia ha generado el ultraje verbal y escrito del cual   somos víctimas los nariñenses; en el último de los exámenes de estado (Marzo del 2.000) y en la fase de historia, pregunta No. 41, se lee:

 

“Estaban una vez un pastuso, un bogotano y un antioqueño …”; este tipo de enunciado es muy común alrededor del esquema típico del chiste regional colombiano, y para ello ya sabemos de antemano como va a desarrollarse, toda vez que los prototipos son bien conocidos; probablemente el pastuso propondrá una solución tonta; el bogotano una solución egoísta y el antioqueño una solución brillante con un cierto sentido de ventaja”.

 

10. Esa esquematización, fomentada por los medios de comunicación, ha permitido que los propios de esta región sean discriminados en sus aspiraciones académicas, culturales y sociales en el territorio colombiano.

 

11. Esa esquematización, como lo anota el ICFES, es una clara muestra del trato desigual y discriminatorio del que es víctima el nariñense.

 

12. A raíz de la publicación del texto “UN PUEBLO ANTE LA HISTORIA” – CARTA ABIERTA, dirigida al Concejo Nacional de Televisión y todos los medios de comunicación del país, la ciudadanía nariñense ha expresado el deseo vehemente de que los ultrajes verbales y escritos del que son víctimas cese de una vez en nombre del respeto y la dignidad del pueblo nariñense.

 

13. Dada la importancia de los medios de comunicación radiales y televisivos no es comprensible el permitírseles el uso de términos peyorativos y ultrajantes contra las diferentes expresiones culturales y sociales del país, concretamente contra los propios del territorio colombiano. Los medios de comunicación son hoy en día un canal de unidad psicológica, cultural y social de los colombianos; de ahí que los nariñenses protestemos firmemente contra el abuso de algunos medios de comunicación que con el fin de hacer reír a unos colombianos, ultrajan, señalan y condenan a los nariñenses.

 

14. No por tradicional se puede permitir la perpetuación de una situación que a todas luces es una clara violación de los Derechos Humanos, de la Constitución Nacional y de los más elementales preceptos de respeto, tolerancia y dignidad humana.

 

 

FUNDAMENTACIÓN JURÍDICA

 

 

1.     En Diciembre de 1.948 se proclamaron los DERECHOS HUMANOS y en cuyo preámbulo se resalta la libertad, la justicia y la paz en el mundo; se hace un reconocimiento de la dignidad humana y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana. Reconoce que el desconocimiento de esos derechos ha generado barbaries y ultrajes para la conciencia de la humanidad.

En el Art. 1° invoca la fraternidad de los seres humanos: Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, todos como están dotados              de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. El estereotipar negativamente y utilizar los símbolos culturales de una región como método de señalamiento social es estar en contra de la fraternidad humana. La risa no tiene por que ser el dolor de otros; la fraternidad implica el respeto por el origen, sexo, raza, dialecto, acento y modos de pensar. Los estereotipos, fomentados por los medios de comunicación en Colombia lejos de ser fraternales, son el reflejo de la intolerancia social y cultural del país.

 

2.     En el Artículo 2° de la Declaración Universal de los Derechos Humanos se proclama: Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra distinción.

 

Los nariñenses vemos vulnerado este derecho por cuanto se nos ridiculiza en los diferentes medios de comunicación por el simple hecho de nuestro origen y condición social del Departamento (producto del atraso económico).

 

3.     En el Artículo 3° de la Declaración Universal de los Derechos Humanos se expresa que “todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción derecho a igual protección de la ley, todos tienen derecho a igual protección contra la discriminación que infrinja esta declaración y contra toda provocación a tal discriminación”.

 

4.     La Constitución Política de Colombia en su Título 1 de los DERECHOS FUNDAMENTALES y en su Artículo 1° expresa que Colombia esta “…fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general”.

 

Dignidad que los nariñenses vemos pisoteada por la inveterada costumbre de los medios de comunicación de permitir el uso ultrajante y peyorativo del gentilicio pastuso como sinónimo de tonto o estúpido. Esa permisividad ha llevado a la creación de estereotipos que en nada contribuyen al respeto cultural y racial en el territorio nacional. La dignidad humana es pisoteada cuando se permite ultrajes y ofensas a los propios de una región, nación o país y se debe propender para que los preceptos constitucionales sean una realidad y el diario vivir de los colombianos.

 

5.     El Artículo 2° de nuestra Constitución Nacional es claro cuando afirma que “Las autoridades de la República están instituidas para proteger a todas las personas residentes en Colombia, en su vida, honra, bienes y creencias, y demás derechos fundamentales, y para asegurar el cumplimiento de los deberes sociales del Estado y de los particulares”.

 

En virtud de lo anterior son las autoridades de la República las encargadas de velar por el respeto de cada uno de los colombianos, situación esta que nos se cumple en el caso del uso abusivo y discriminatorio del término pastuso por cuanto ha generado discriminación y pérdida de identidad nariñense.

 

6.     Nuestra Constitución Nacional en su Artículo 7° obliga al Estado a reconocer y proteger la diversidad étnica y cultural de la Nación Colombiana. Y es un deber de las autoridades hacer cumplir este mandamiento constitucional; el nariñense, como lo hacemos notar en los diferentes recortes de prensa que nos permitimos anexar, debido al irrespeto constante que se hace de su cultura está perdiendo su identidad cultural a extremos que ser identificado como pastuso es verse sometido a toda una serie de improperios y chistes de mal gusto que rayan con lo absurdo y lo vulgar, los medios de comunicación por su poderosa influencia sobre los colombianos contribuyen notoriamente a esta pérdida de identidad y de cultura.

 

7.     “Todas la persona nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica”. “El estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará medidas a favor de grupos discriminados o marginados”. (Art. 13 C.N.)

 

Muchas oportunidades laborales, académicas o culturales de los nariñenses en su conjunto se ven frustradas simplemente por el hecho de ser, justamente, nariñenses. La igualdad debe ser real y efectiva y debe llevarnos a la superación tonta y estúpida de juzgar a una persona basados en un hecho circunstancial como su lugar de origen. A esta discriminación hay que sumarle el peso psicológico de los nariñenses que con profundo dolor miran cómo los medios de comunicación se ensañan en condenar a una región sumida en el abandono y el atraso económico.

 

8.     Todas las personas tienen el derecho a expresar sus manifestaciones culturales y a ser tenidas en cuenta en el contexto de la diferencia y la tolerancia como requisito de Nación. No se puede ser objeto de burla en la forma de hablar o en la manera de concebir el mundo o de expresar una idea. “Todas la personas tienen derecho al libre desarrollo de su personalidad, si mas limitaciones que las que imponen los derechos de los demás y el orden jurídico”. (Art. 16 C.N.)

 

Cuando se tiene que cambiar de acento, negar el origen y aceptar que los medios de comunicación destrozan y ultrajan nuestra cultura vemos con profunda preocupación que nuestra personalidad sufre alteraciones que sin lugar a dudas nos condenan a “ser otros”. Y es aquí donde los medios de comunicación están actuando al permitir el ultraje de nuestra cultura; al exagerar algunos de nuestros rasgos y características (sociedad rural, acento, ingenuidad) ridiculizan a tal extremo nuestra forma de ser que en muchas oportunidades se ve alterado el hecho psicológico de pertenecer a nuestra cultura.

 

9.     En el Artículo 2° de  la Ley 182 de 1.995 se contempla el hecho de que la televisión debe formar, educar, informar veraz y objetivamente y recrear de manera sana. Es decir que la televisión permita “satisfacer las necesidades sociales del Estado, promover el respeto a las garantías, deberes y derechos fundamentales y demás libertades, fortalecer la consolidación de la democracia y la paz y propender por la difusión de los valores humanos y expresiones culturales de carácter nacional, regional y local”.

 

Preceptos que en el caso de los nariñenses no los hemos visto expresados en la programación nacional. Nuestros valores han sido pisoteados y es esta la razón y no otra, la que nos ha unido en una causa común de exigir respeto por nuestras expresiones culturales, folclóricas y sociales.

 

La unidad nacional debe basarse en el respeto y la tolerancia de la regiones y no en la burla y ofensa para alguna de ellas. Los medios de comunicación deben reflexionar sobre el papel que juegan en la creación y propagación de las expresiones culturales; la democracia y la paz deben ser producto del respeto por cada una de las regiones que conforman la unidad nacional.

 

 

JURAMENTO

 

 

Bajo la gravedad de Juramento manifiesto que no se ha intentado por parte del signante similar acción ante otro judicial.

 

 

RELACIÓN DE MEDIO DE PRUEBA

 

 

Solicito a los señores magistrados decretar y practicar los siguientes medios de prueba, todos documentales.

 

1.     Constitución Política de Colombia (Articulado Pertinente).

2.     Declaración Universal de los Derechos Humanos.

3.     Solicito se oficie al Ministerio de Educación Nacional – ICFES para que se expida con destino al expediente de la tutela que propongo, una copia autenticada del formato utilizado para las últimas pruebas de la institución en el pasado mes de marzo, parte correspondiente a la pregunta No. 41, fase de Historia.

 

 

Atentamente,

 

Pablo Emilio Obando Acosta

C.C. 12.983.851 de Pasto (N)

Calle 14 A No. 41 –09 San Juan de Dios (Pasto)

Tel. 7290176

 

 

 

 

 

2. DECLARACIÓN DE IMPEDIMENTO DE UNA JUEZ DE PASTO

 

JUZGADO TERCERO PENAL DEL CIRCUITO

 

 

San Juan de Pasto (Nariño), Abril 10 del 2.000

 

El ciudadano PABLO EMILIO OBANDO ACOSTA, identificado con la cédula de ciudadanía No. 12.983.851 expedida en Pasto, interpone ACCIÓN DE TUTELA, en contra del Ministerio de Educación Nacional, la Comisión Nacional de Televisión y los Medios de Comunicación Radiales del País, por considerar que se han vulnerado los derechos constitucionales fundamentales de los nariñenses con permanentes oprobios y ofensas.

 

Sería esta la oportunidad para admitir la acción de tutela instaurada por el mencionado ciudadano, si no fuere porque se ha configurado una causal de impedimento prevista en el Art. 150 numeral 1° del C. de P.C. normatividad a la cual nos remite el Decreto 2591 de 1.991, reglamentario de la acción de tutela.

 

Evidentemente, la suscrita Juez tiene interés directo en el éxito de la presente acción de tutela, porque siendo nariñense oriunda de San Juan de Pasto, comparte los planteamientos del accionante, quien pretende hacer respetar los derechos constitucionales fundamentales a la dignidad humana, la solidaridad, la igualdad y el libre desarrollo de la personalidad del pueblo nariñense, vulnerados por el cotidiano menosprecio a que lo tiene sumido los medios de comunicación del país.

 

Por otra parte, es público conocimiento que la Carta Abierta del accionante PABLO EMILIO OBANDO ACOSTA, ha desatado en todos los círculos sociales y medios de comunicación polémica y total adhesión de los nariñenses que se sienten afectados ante las diarias ofensas, campaña a la cual me adhiero, por ser oriunda de esta región olvidada de los Gobiernos Centrales, estigmatizada y vilipendiada, aspirando a que cesen estos atropellos contra una raza noble y trabajadora, razones de peso que conducen a DECLARARME IMPEDIDA para tramitar la presente acción de tutela.

 

En consecuencia, de conformidad con el Art. 149 del C. de P.C. se enviará el asunto al señor Juez Cuarto Penal del Circuito para lo de ley, haciendo las anotaciones pertinentes en los libros de Registro de este Despacho.

 

Por lo brevemente expuesto, el Juzgado Tercero Penal de Circuito de San Juan de Pasto (Nariño).

 

RESUELVE

 

PRIMERO.- Declararse impedida para tramitar la presente acción de tutela, con fundamento en la causal 1ª Art. 150 del C.P.C.

SEGUNDO.- Por lo tanto, remítase el asunto al señor Juez Cuarto Penal del Circuito, quien nos sigue en turno, para lo de ley.

 

TERCERO.- Realice la secretaria las anotaciones que sean necesarias en los Libros de Registro.

 

CUMPLASE   (Fdo.) FANNY PARRA ERAZO (Juez)

 

 

3. OTRAS DECLARACIONES DE IMPEDIMENTO DE FUNCIONARIOS

DE LA RAMA JUDICIAL

 

Los jueces se sienten solidarios con la causa del accionante.

 

Una vez que la Juez Tercera Penal del Circuito de San Juan de Pasto (Nariño), Fanny Parra Eraso, se declaró impedida para tramitar la acción de tutela interpuesta por el ciudadano Pablo Emilio Obando Acosta, contra el Ministerio de Educación Nacional, la Comisión Nacional de Televisión (CNTV) y los Medios de Comunicación Radiales del País, con fundamento en la “causal de impedimento prevista en el Art. 150 numeral 1° del C.P.C., normatividad a la cual nos remite el Decreto 2591 de 1.991, reglamentario de la acción de tutela”, el asunto fue remitido al Juez Cuarto del mismo circuito, a cargo del abogado Felipe Folleco Gómez.

 

Dicho funcionario, por su parte, manifiesta en breve providencia que “Se enmarca en similar situación que la descrita por la antedicha funcionaria toda vez que dado mi origen nariñense resulta evidente mi particular interés en las resultas de la acción impetrada” y, en consecuencia procede a ratificar el impedimento para conocer de la indicada acción y ordena que ella pase al Juez Quinto Penal de Circuito de Pasto, por seguirlo en turno (12-4-2.000).

 

Este nuevo funcionario, quien responde al nombre de Luís Bayardo Bastidas Pérez, en su condición de Juez Quinto Penal del Circuito, expresa que “Para no ser reiterativos, manifestamos que hacemos nuestras las expresiones dadas a conocer por la Señora Juez Tercero Penal del Circuito, dadas en auto de fecha diez de los cursantes”. En tal virtud, declara “la existencia de impedimento para conocer de la demanda de tutela instaurada por el señor Pablo Emilio Obando Acosta y por consiguiente se ordena pasar el libelo con sus anexos al señor Juez Primero del Circuito de esta localidad (13-4-2.000).

 

A su turno, este último funcionario, de nombre Hernando Enríquez Cortés, manifiesta que debe hacer igual pronunciamiento al de los señores Jueces Penales del Circuito de Pasto, bajo la causal que ellos invocan, el sentido de declararse impedido para conocer de la respectiva ACCIÓN DE TUTELA POR TENER “el mismo interés del accionante en el resultado de sus pretensiones, que hago propias”.

 

“Como pastuso – agrega el Juez – me ofende sobre manera el trato displicente que se nos da cuando a través de los cuentos o “chistes” pastusos, se nos presenta por diferentes medios de comunicación, como personas carentes de inteligencia, protagonistas de las más absurdas situaciones; por igual razón detesto a quienes así proceden contra la dignidad e idiosincrasia de los pastusos…” En consecuencia, ordena pasar las diligencias al Juzgado Segundo Penal del Circuito de Pasto, en la persona del abogado Roberto Ortiz Jurado. (14-2-2.000)

 

 

4.     TESTIMONIO DEL ACCIONANTE

PABLO EMILIO OBANDO ACOSTA

 

 

“Una sentencia judicial sería un paso importante, pero no el único”.

 

“Hitler utilizó contra el pueblo judío el chiste público”.

 

El 28 de Abril del presente año, el docente Pablo Emilio Obando Acosta, compareció ante el despacho del Juzgado Segundo Penal del Circuito de Pasto, con el fin de rendir un testimonio que de él se solicita dentro de la acción de tutela impetrada contra el Ministerio de Educación Nacional y la Comisión Nacional de Televisión (CNTV), donde aquél aparece como el accionante.

 

En esta diligencia actúo como Juez, el abogado pastuso Roberto Ortiz Jurado y en calidad de secretaria del despacho judicial la empleada del Juzgado, Maria Elena Romero Sánchez. La declaración jurídica aparece consignada en una diligencia que se prolongó por el tiempo reglamentario, a juzgar por la extensión del escrito – 3 hojas y media, tamaño oficio, elaboradas a máquina -. sin correcciones de ninguna clase.

 

De la lectura atenta de dicha declaración se desprende con claridad meridiana que el accionante aportó a través de esa pieza jurídica, nuevos e importantes elementos de juicio, a fin de que el juzgador pudiera concebir una idea concreta sobre la verdadera intención y finalidad de la acción de tutela instaurada en nombre y representación de la ciudadanía nariñense, que se ha visto ultrajada y vilipendiada durante muchas décadas, por el uso indebido y discriminado de la radiodifusión y televisión colombiana.

 

Preguntando el declarante acerca de que si los chistes pastusos y todas las secuelas, tenían como origen la propia ciudad de Pasto, como se expresaba en algunos sectores sociales, contestó que esa era una afirmación totalmente falsa, porque nadie puede sentirse complacido de difundir la idea de que es tonto, torpe o ingenuo. Para corroborar su pensamiento, trajo a cuento un chiste tomado de algún medio de comunicación, en el que se preguntaba por qué no había pastusos negros, a lo cual se contestaba que Dios no castigaba dos veces.

 

Interrogando acerca de que si los concursos o reinados del chiste pastuso, que se suelen celebrar en época de carnavales, también son degradantes, contesto que sí, por lo que allí se exhibe no se puede catalogar como humor o chiste, sino como un explícito ultraje a la sociedad nariñense y a sus más caracterizados exponentes, como es el caso de insignes poetas Aurelio Arturo y Luís Felipe de la Rosa, quienes no han escapado a las frases hirientes y mordaces.

 

Preguntando de que si una sentencia judicial podría ser la solución del problema, respondió que: “sería un paso supremamente importante y de elemental justicia, pero no el único”, toda vez que hay otras “propuestas serias como la de reeducar a los colombianos en la dignidad y el respeto por las regiones marginadas y olvidadas del gobierno nacional”, y en esta parte de su declaración, trajo a colación “la campaña emprendida por los huilense con el fin de borrar de la memoria colectiva colombiana la falsa imagen también vendida por la televisión a través de un personaje denominado “Celio”, en el sentido de que no son torpes ni perezosos”, como por ahí se pregona, con el beneplácito de las autoridades creadas precisamente para defender la cultura.  Agregó el accionante que “los humoristas deberían reírse con la gente, y no de la gente” y citó al genio austriaco Sigmund Freíd, el autor de la teoría del psicoanálisis, quien señaló que “Hitler utilizó como primera arma contra los judíos justamente el chiste público y el ultraje, y así preparó al mundo para el genocidio judío”.

 

En su declaración el docente e investigador Obando Acosta, también cuestionó en cierta forma los puntos de vista expresados en uno de sus comentarios habituales por el periodista de “El Tiempo”, Daniel Samper Pizano, quien propone combatir el humor con humor, por la sencilla razón de que no se dispone de los medios logísticos para poner en práctica tal iniciativa, y en estas condiciones el asunto no puede rebasar el plano de las buenas intenciones.

 

Preguntado, así mismo sobre la calidad de la labor desarrollada por algunos narradores de chistes de la región, como es el caso de Fernando Jurado, ya fallecido, y “El Ergar”, contestó que ellos se hicieron famosos, pero a través del lucro generado por la estigmatización de una región tan bella como Nariño, sus gentes, su cultura y su tradición histórica.

 

El Juez que conoció de esta acción de tutela, ya se pronunció al respecto y su juiciosa decisión aparece consignada textualmente en otro lugar de este libro, como parte fundamental de la estructura socio ideológica.

 

 

 

 

5. EL JUEZ DENIEGA LA ACCIÓN DE TUTELA POR IMPROCEDENTE

 

Pronunciamiento del Juzgado Segundo Penal del Circuito de Pasto.

 

Por agotarse el límite legal prescrito en estos casos, el Juez Segundo Penal del Circuito de Pasto, doctor Roberto Ortiz Jurado, procedió a dictar su veredicto frente a la acción de tutela incoada por el periodista y licenciado Pablo Emilio Obando Acosta, contra el Ministerio de Educación Nacional y la Comisión Nacional de Televisión (CNTV), por violación de los derechos fundamentales del pueblo nariñense.

 

A todo lo largo del escrito, en la parte de sus respectivos considerandos, el juzgador aporta juiciosos comentarios sobre los derechos fundamentales presuntamente vulnerados, examina detenidamente el fenómeno socio jurídico de la pastusidad y su estigma centenario, y aunque en su parte final deniega por improcedente la tutela, deja la puerta abierta para que recurra a su conformidad con el Art. 88 de la Constitución Nacional, con el fin de que se respete la dignidad y el buen nombre del pueblo nariñense.

 

En tal virtud, el texto completo de la providencia anteriormente es como sigue:

 

 

6. PUNTO DE QUE SE TRATA

 

Procede el Despacho a resolver lo pertinente dentro de la demanda de tutela que en contra del Ministerio de Educación Nacional y la Comisión Nacional de Televisión formula el Periodista y Licenciado Pablo Emilio Obando Acosta, por la violaciones de los derechos a la dignidad, la igualdad, la solidaridad, el libre desarrollo de la personalidad y los derechos culturales del pueblo nariñes.

 

 

LOS HECHOS

 

Explica el accionante que los medios de comunicación, en especial los canales oficiales de televisión, han hecho presa de los pastusos, utilizando su gentilicio para mostrar a personas tonta, bobas, lo que ha permitido que a los nariñenses se los señale en el territorio nacional de una forma negativa impidiendo el libre desarrollo de su personalidad. Igualmente esgrime que el uso peyorativo del gentilicio ha generado en la niños y adolescentes de la región un bajo nivel de autoestima, situación que es fomentada por la forma incontrolada como los medios de comunicación se refieren a los pastusos.

 

Cita ejemplos del abuso realizado en contra de los nariñenses, abuso que lo atribuye incluso al ICFES el cual en las últimas pruebas de Estado incluyó una pregunta en la que da por sentado que el pastuso es un bobo y es quién propondrá la solución más tonta al problema planteado.

 

En fin, el licenciado Obando Acosta plantea un panorama oscuro para la juventud nariñense y para todos los habitantes de esta región, la que entiende apartada y olvidada por obra y gracia del estigma con el que cargamos desde tiempos inmemoriales, y busca la solución a esta problemática acudiendo a la institución de la tutela para que se ordene a las autoridades encargadas de la regulación de los medios de comunicación se erradique de ellos la alusión peyorativa o insultante que hoy en día se hace del pastuso.

 

 

SUJETOS PROCESALES

 

El accionante es el Licenciado y Periodista Pablo Emilio Obando Acosta, quien actúa en nombre del pueblo nariñense y en defensa e los derechos fundamentales.

 

Los accionados son la Comisión Nacional de Televisión (CNTV) y el Ministerio de Educación Nacional.

 

 

 

DERECHOS FUNDAMENTALES

PRESUNTAMENTE VULNERADOS

 

 

Cita el demandante como derechos vulnerados los siguientes:

 

Dignidad, igualdad, solidaridad, derechos culturales y libre desarrollo de la personalidad, derechos por cuya protección invoca la tutela que ahora nos ocupa.

 

5.1.- LA PASTUSIDAD Y SU ESTIGMA CENTENARIO: Antes de entrar a resolver lo que la tutela se refiere desde el punto de vista netamente jurídico-técnico, quiero hacer una breve digresión para referirme a lo que es la pastusidad y al hecho de la estigmatización que contra el nariñense en general se ha hecho en Colombia desde épocas ya remotas.

 

Ninguna duda cabe respecto de la realidad plasmada por el accionante cuando invoca cuadros de discriminación en los que han sido víctimas los oriundos de ésta tierra, por ese solo hecho: Ser pastusos.  Es una marca que cargamos desde hace tiempo y que al parecer nunca podremos superar, o por lo menos nos costará mucho trabajo y empeño el lograrlo.

 

Y es que a través de casi dos siglos ya, sino es que no viene aún de antes, los nariñenses y más los pastusos hemos sido tildados de apátridas, tontos, inocentones y lentos, por el simple hecho de haber luchado en su momento por las ideas y las posturas más acordes con nuestros sentimientos y nuestro modo de ver las circunstancias de la época. Esta cuenta nos la cobran siempre y con creces y es una especie de UPAC centenario y diabólico nunca acaba de ser cancelada, pese a que ella nace de una injusticia que por lo antigua huele a rancio.

 

Los pastusos somos, en general, gente buena, servicial, amable, confiada, generosa y así, de alguna forma inocentes, mas no somos el bobo que se ve a veces en la televisión o el tonto que entiende tres días después, o el estúpido que propone la peor de las respuestas siempre. Por el contrario precisamente por ese talento natural prudente y cayado somos mesurados y cuidadosos por lo que nunca hablamos o proponemos algo sin haberlo pensado dos y más veces, lo que conlleva la genialidad de nuestras ideas y propuestas, generalmente lúcidas y sencillas pero eficientes.

 

Botones para mostrar abundan, en Pasto y en Nariño han crecido mentes brillantes en todos los campos de la ilustración, bástenos hablar de Aurelio Arturo, Luis E. Nieto, Guillermo Edmundo Chávez, Sergio Elías Ortiz, Leopoldo López Álvarez, José María Velasco Guerrero, Ignacio Rodríguez Guerrero y toda una pléyade de pastusos, nariñenses, ilustras que dan gloria a este terruño, para denostar que lo del “pastuso bruto” no es más que una fábula o un cuento tras el cual los “avispados” del resto de Colombia ocultan su temor por lo que en nosotros encuentran diferente y tal vez desconocido.

 

El nariñense tiene una sicología especial, cultivada a lo largo de siglos de mezclas raciales donde se combinaron la sangre indígena, la europea y la africana casi por partes iguales. Somos el producto del mestizaje, pero, para fortuna nuestra, heredamos lo mejor de cada raza, por lo que hoy en día conformamos un pueblo bravío, culto como el que más, preclaro y paciente, sobre todo esta última característica nos ha permitido sobrellevar nuestro calvario sin violencia, con la gallardía y coraje, demostrando a cada paso y a cada persona que nuestra valía reside en aquello que más se nos critica, esa aparente bobería no es otra cosa que prudencia, de la cual hemos sacado fruto, como antes se anotó.

 

Ahora bien, esas personas que a falta de picardía y chispa, recurren al gracejo burdo y ordinario, aquellos que pretende ridiculizarnos, por que no cuentan con la brillantes suficiente para hacer un chiste elegante y bueno, no pueden someternos; no podemos hacerles el juego y sentirnos ofendidos por sus estupideces, por que al fin de cuentas lo que se nota en ellos es precisamente todo aquellos que nos endilgan en sus torpes representaciones, ellos no ven más allá de sus miopes narices no pueden entender la altura del pensamiento nariñes, porque seguramente en su escaso nivel cultural nunca supieron de los grandes hombres que aquí han nacido.   Mal puede un “Humorista” de estos conocer la poesía de Aurelio Arturo, pretender esto sería pedirle peras al olmo, entonces ¿cómo reclamar a estos personajes que entiendan la hidalguía y la inteligencia del pueblo pastuso, si la inteligencia de ellos apenas si da para el mal chiste que pregona?

 

Todo lo anterior simplemente para reconocer que la pretensión del actor tiene asidero, que el pueblo pastuso merece respeto y que las autoridades deberían procurárselo de alguna manera, y por sobre todo para significar que nosotros, pastusos orgullosos de serlo, estamos dispuestos a mostrarle al país que valemos más de lo que con cierta perversidad se muestra en los medios de comunicación; para invitar a esos detractores gratuitos de nuestra tierra a venir, enterarse in sito de lo que tenemos y significamos y luego convertirnos en mensajeros de nuestra realidad, para que de una vez por todas se termine con ese estigma centenario que estamos cansados de llevar.

 

5.2.- NATURALEZA: El constituyente de 1991 atendiendo la falta de desarrollo y protección que hasta entonces habían tenido los derechos fundamentales, decidió establecer en el ámbito de la Constitución un instrumento de fácil acceso para los ciudadanos y que les permitiese defender sus derechos frente a los abusos de las autoridades públicas e incluso de los particulares. Nació así la acción de tutela prescrita en el artículo 86 de la Carta y desarrollada posteriormente en el Decreto 2591 de 1991.

 

En tales normas legales se explica la naturaleza de ésta acción misma que después escritas y por la H. Corte Constitucional en su desarrollo jurisprudencial:

 

“La acción de tutela es un instrumento constitucional de carácter directo de protección de los derechos constitucionales fundamentales, por cuanto siempre propone una actuación preferente y sumaria a la que el afectado puede acudir sólo en ausencia de cualquier otro medio de defensa judicial de aquellos derechos, “salvo que aquella se utilice con mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable” y en todo caso, procurará la restitución al sujeto peticionario en el goce del derecho de rango constitucional fundamental que se demuestre lesionado o amenazado”.

 

5.2.2.- PROCEDENCIA: El decreto 2591 de 1991 establece en su artículo sexto las causales de improcedencia de la acción de tutela entre ellas se destacan las siguientes:

 

Existencia de una vía judicial para salvaguardar los derechos conculcados, salvo que la tutela se intente para solucionar una situación de perjuicio irremediable. Tampoco procede la tutela cuando se trate de salvaguardar el derecho a la libertad y se pueda invocar la acción de hábeas corpus. Cuando sea evidente la violación y el origen de un daño consumado. Cuando se trate de a los generales, impersonales y abstractos y cuando se trate de proteger derechos colectivos.

 

Para el caso que nos ocupa interesa la última de las causales de improcedencia aumentadas, pues cómo se nota de la petición del interesado, él no actúa en defensa de sus propios intereses, pues no ha demostrado con prueba, ni siquiera sumaría, se le haya causado un daño relevante a él individualmente considerado, por el contrario a lo largo de su bien planteada demanda se ve que interviene para proteger al pueblo nariñes de los abusos que a diario se cometen en los medios de comunicación contra su dignidad, esto a las claras demuestra que ha invocado los derechos de toda una comunidad, por lo que se trata de derechos colectivos no protegibles por vía de tutela, esto por expresa disposición legal  (Decreto 2591 de 1991 2. Articulo 6 Numeral 3.).

 

Esta sola evidencia, de tratarse de derechos colectivos y la enunciación de la improcedencia de la tutela por disposición legal bastan para denegar la petición de Obando Acosta, sin embargo se hace necesario profundizar un poco en lo que procede en el caso presente, porque los nariñenses no estamos  desamparados ni mucho menos en esta situación.

 

5.3.- Las Acciones Populares: Las establece el estatuto superior en su artículo 88 y las define así: “Acciones populares para la defensa de intereses colectivos.  La ley regulará las acciones populares para la protección de los derechos e intereses colectivos relacionados con el patrimonio, el espacio, la seguridad y salubridad públicos, la moral administrativa, el ambiente, la libre competencia económica y otros es similar naturaleza que se definan en ella...”.

 

Ha dicho la H. Corte Constitucional, respecto a la improcedencia de la tutela cuando sea posible la interposición del acción popular, lo siguiente:

 

“El presente caso encaja mejor dentro de la previsión consagrada del artículo 88 de la constitución relativo a las acciones populares para la protección de los derechos e intereses colectivos, relacionados con el patrimonio, el espacio, la seguridad y la salubridad pública, la moral administrativa, el ambiente, la libre competencia y otros de similar naturaleza.   Estos asuntos no deberían ser objeto de acciones que tutela, pues esta última institución ha sido concebida con otros fines, específicamente relacionados con la protección de los derechos fundamentales.”   (Resaltado fuera del texto)[3]

 

Sin embargo, debe aclarar que, aún cuando se trate de intereses comunes, pero se demuestra por parte de algún particular la existencia de un daño cierto y comprobable, la tutela se torna procedente, pero no en nombre de todo el colectivo afectado sino sólo para aquel particular que ha demostrado su situación de vulneración de derechos fundamentales en ese caso concreto. Así lo ha expuesto la corte constitucional:

 

“Cuando la violación del derecho al ambiente sano (derecho colectivo) implica o conlleva simultáneamente un ataque directo y concreto a un derecho fundamental, se convierte en la acción de tutela en el instrumento de protección de todos los derechos amenazados, por virtud de la mayor jerarquía que ostentan los derechos fundamentales dentro de la órbita constitucional.   Esa conexidad por razón de la identidad del ataque a los derechos colectivos y fundamental genera unidad en su defensa, que obedece tanto a un principio de economía procesal como de prevalencia de la tutela sobre las acciones populares, que de otra manera deberían aplicarse independientemente como figuras autónomas que son”.[4]

 

Es claro que en el caso presente no se ha probado la existencia de un daño a los derechos fundamentales de ningún nariñes o pastuso individualmente considerado, ello no obra prueba en el plenario y no es dable presumir ese daño, aún cuando por la condición genérica de pastusos o nariñenses nos entendemos incluidos dentro del ámbito de la burla por la mofa en la TV se hace de nuestro gentilicio.   Esa falta de prueba nos conduce, en forma inexorable a la negación de la tutela, pues es la figura autónoma de la acción popular la que debe ponerse en ejecución.

 

Al citar el artículo 88 de la carta política se enuncia que corresponde a la ley reglamentar las acciones populares, tal caso ya ha ocurrido. En efecto, la Ley 472 de 1998 ha reglamentado el ejercicio de las acciones populares y de grupo, aquí explica el legislador, que entre otros será objeto de acciones populares, los derechos colectivos relacionados con la protección o defensa del patrimonio cultural de la nación. Igualmente se establece el procedimiento y los jueces de la nación competentes para conocer de ellas, radicándola en primera instancia en los jueces administrativos y civiles del circuito y en segunda instancia en los tribunales administrativos o superiores del lugar al que pertenezca el Juez A-Quo.

 

Entonces tratándose de un derecho colectivo que se pretende proteger, siendo que no se ha demostrado el daño a particulares, y habiendo salida judicial prevista por la Ley 472 de 1998, la acción de tutela que se pretende es improcedente y así lo declaramos.

 

Por lo expuesto, el Juzgado Segundo Penal del Circuito de Pasto, en nombre del pueblo y por mandato de la constitución,

 

RESUELVE

 

1.- DENEGAR por secretaría a los objetos procesales, y como caso de no ser impugnada remítase ante la H. corte constitucional para su eventual revisión.

 

 

 

NOTIFIQUÉSE Y CUMPLASE.

 

Roberto Ortiz Jurado

Juez

 

 

 

 

 

 

V

 

REACCIONES DE LA PRENSA NACIONAL

 

1.- DIARIO DEL SUR

 

“DIARIO DEL SUR” INICIA ENCUESTAS SOBRE EL “CUENTO PASTUSO”

 

A partir de la fecha 12 de Marzo del 2000, en esta sección de “Bogotá 7 días”, se ha decidido abrir una encuesta de tipo regional pero de resonancia nacional relacionada con la iniciativa que ha tenido origen en Pasto recientemente en el sentido de lograr la total extirpación y de raíz de las abominables secuelas de aquello que se denomina “El Cuento Pastuso”. Lo que queremos realizar en defensa del buen nombre del Departamento de Nariño.

 

Este clamor o brote de inconformidad ciudadana se ha patentizado con una especie de Memorias de Agravios que se ha dirigido en primera instancia a la comisión nacional de televisión (CNTV), para  que se prohíba de manera definitiva toda alusión insana y descomedida alrededor del tema, toda vez que la radio y la televisión son algunos de los medios de comunicación por donde se canaliza fácilmente el mayor número de ofensas contra la buena fama de Pasto, mediante la difusión de programas y de protagonistas que se ocultan a la sombra de un falso, equivocado e hiriente humorismo. Lo anterior, sin tener en cuenta la tradición y mucho menos la memoria histórica de todo un pueblo que como el de Pasto, está matizada de grandes gestas heroicas y de intensos y reconocidos valores humanos.

 

No se trata, como pudiera pensarse de un atropello a los derechos fundamentales, como el de la libertad de expresión, que se persigue conculcar con esta actitud de rebeldía colectiva, sino por el contrario de la defensa de la honra de todo un pueblo, que se halla contemplada y garantizada en el Art. 2 de nuestra constitución política.

 

 

 

JAIME LÓPEZ SANTACRUZ

(médico)

 

 

 

“En Europa y los Estados Unidos, el chiste es producto de una gran cultura Charles Chaplin, fue humorista brillante”

 

Para iniciar con éste encuesta que nos hemos propuesto desarrollar hasta cuando San Juan agache el dedo, como se dice en el argot popular, con el fin de señalar así las dificultades que encierra algún propósito, tal como acontece en el presente caso, aunque al parecer ya existe una especie de acercamiento entre un congresista nariñense con rango de senador y algún miembro de la comisión nacional de televisión (CNTV), para discutir sobre la materia y encontrar una salida o solución favorable relacionada con el conflicto planteado.

 

Mientras ello ocurre y ojala sea dentro de muy corto tiempo, presentamos en esta oportunidad la opinión del notable facultativo nariñense Jaime López Santacruz nativo de Pasto, médico cirujano de la Universidad Nacional, especializado en medicina bioenergética cuántica, acerca de los cuales afirma nuestro encuestado de hoy que antes de 10 años, este novedoso y moderno sistema médico estará llamado a revolucionar el mundo de la medicina, en el tratamiento de las enfermedades, incluso las más agudas y peligrosas, por lo cual el curso de los próximos días nos propondremos realizar con dicho galeno una entrevista exclusiva.

 

Enterado sobre el objetivo de nuestra encuesta de orden regional pero de trascendencia nacional, dio pábulo a nuestra inquietud de la siguiente manera:

 

“Nunca he estado de acuerdo con la malhadada y censurable ocurrencia del “Cuento Pastuso”. Mientras en Europa y Norteamérica, el chiste o dicho agudo y gracioso es considerado como producto innato de una gran cultura, porque su difusión no acuden al prurito de burlarse de las personas ni de los lugares de origen quizá con la única y lamentable excepción de los gallegos en España, aquí en Colombia, individuos ignorantes y con carencia de todo criterio cultural, recurren a la burla más soez e insana contra el pueblo pastuso, para hacerle escuchar y mendigar unos aplausos. Por ello, nos parece oportuno recordar aquí, a vuelo de pájaro, la trayectoria tan brillante que cumplieron en el mundo y a su debido tiempo, humoristas de la talla de Charles Chaplin – Charlot-, en la Gran Bretaña, y Mario Moreno – Cantinflas-, en México, para no citar sino dos hombres de fama universal”.

 

“En tal virtud, me uno incondicionalmente a la gran campaña y a la protesta colectiva que ha generado en Pasto, con toda razón el llamado “Cuento Pastuso” ante la Comisión Nacional de Televisión (CNTV) para que esa oprobiosa costumbre sea desterrada para siempre nuestro lenguaje usual, como personas civilizadas.

 

 

AMÉRICO RAFAEL PALACIOS MONCAYO

(Capitán (r) del Ejército)

 

 

 

La CNTV debe reglamentar el uso de la libertad de expresión. El nariñense es el individuo que mejor habla el español”.

 

En esta oportunidad el encuestador de turno es el capitán (r)  Américo Rafael Palacios Moncayo, vinculado en la actualidad al Congreso de la República,  asistentes del Senador Darío Martínez Betancourt, también oriundo de Nariño. Durante el curso de su existencia, nuestro entrevistado ha formado parte de la planta de personal de importantes instituciones públicas y privadas, como la Dirección General de Aduanas Nacionales (diez años de servicio), el Instituto Nacional de Bella vista con sede en Medellín y alto funcionario de la empresa multinacional Frontier Colombia, especializado en la exportación de flores.

 

Así se refirió nuestro entrevistado:

 

Quisiera que la tal Comisión Nacional de Televisión (CNTV), se pronunciara y creara una especie de reglamentación sobre el uso y abuso de la libertad de expresión y opinión, a sabiendas de que la voz y el pensamiento constituyen aptitudes naturales del ser humano y forman parte de sus derechos fundamentales. Todo lo anterior, para que no se siga abusando dulce y tranquilamente de lo que en la jerga usual se denomina el “Cuento Pastuso”. Como nariñense, apoyo sin reservas el talento de los creadores regionales de los cuentos, pero no acepto las adaptaciones de mal gusto con que se trata de estructurar algunos programas de radio y televisión con respecto al modo de ser o comportamiento social del nariñense, como es el caso censurable y lamentable del espacio televisivo conocido como el de ”Ordoñese de la Risa”, máxime cuando históricamente se ha establecido que el nariñense en general y el pastuso en particular, son los individuos que mejor hablan e interpretan el idioma español a nivel hispanoamericano, toda vez que se escucha muy mal, cuando elementos foráneos tratan de imitar la manera de hablar de las gentes que orgullosamente conforman lo que es  hoy el Departamento de Nariño.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

SEGUNDO VALLEJO MARTÍNEZ

(periodista)

 

 

 

 

 

“Solo chistes torpes y de mal gusto, se atribuyen al pastuso. El nariñense tiene capacidad innata en cualquier actividad humana”.

 

Hoy tenemos el agrado de presentar en ésta sección, a otro nariñense y quiere ser solidario con la causa que estamos defendiendo y prohijando, para lograr de alguna manera, la extinción definitiva del mal llamado “Cuento Pastuso”.

 

Se trata de Segundo Vallejo Martínez, uno de los periodistas nariñenses más veteranos en el oficio de informar y pulsar la opinión pública. Nació en Tumaco y se recibió como institutor en la famosa Gran Normal de Occidente, semillero de una amplia gama de educadores, dentro del sector geográfico comprendido entre el Valle del Cauca  y Nariño; cursó varios años de derecho y ciencias sociales en la Universidad que lleva orgullosamente el nombre del Departamento Austral. A lo largo de su vida, ha ocupado importantes posiciones tanto en el sector público como en el privado, especialmente con funcionario de las más grandes empresas de la costa pacífica, como Maderas y Chapas de Nariño, supervisor escolar, alcalde de su tierra natal, gerente de la Industria Licorera de Nariño, fundador con los recordados los colegas Servio Tulio Martínez y Luís Aníbal Arias, ya fallecidos, de los órganos periodísticos “Vigía” y “El Semanario”, y finalmente parlamentario del Congreso Nacional durante varios periodos. Enterado de nuestros propósitos, se desenvolvió de la siguiente manera:

 

“Los nariñenses hemos constatado con sumo disgusto, que algunas gentes anónimas del centro del país e incluso de la Capital de la República, se hayan dedicado a cometer la irreverencia supina, de presentar al nombre pastuso como protagonista de chistes torpes y de mal gusto. En la forma anterior, se está desconociendo no sólo la capacidad innata de los nariñenses en el campo intelectual, sino también su dignidad y excelencia en todos los campos de la actividad humana”.

 

 

 

 

 

LUÍS ALBERTO PAREDES NOVOA

(pintor)

 

“Gentes sin cultura son las que estigmatiza a toda una región. Los humorista de televisión carecen de creatividad”.

 

El maestro Carlos Santacruz, exdirector del Instituto de Cultura y Turismo en Pasto, ante la administración de Antonio Navarro Wolf, con su acostumbrada gentileza, accedió a contestar nuestra encuesta a nivel nacional, en medio de sus intensas actividades artísticas. Por tratarse de una figura de perfil nacional, en esta ocasión no requiere ninguna presentación:

 

Las gentes que se valen del ridículo para estigmatizar a una región y con ella a todos los habitantes, son personas que exhiben el más bajo nivel cultural, a la vez que son permanentemente estériles en el ámbito de la creatividad. Por lo mismo, no merecen ser tenidas en cuenta en ningún momento y tampoco son dignas de prelación alguna. En los círculos culturales que yo he frecuentado en desarrollo de mi quehacer artístico, he observado con gran satisfacción de mi parte, que mis coterráneos son objeto de admiración y elogio por su exquisita sensibilidad social y también por su talento en todos los campos de la actividad humana. Por ello, me siento orgulloso de ser nariñense, aquí y en cualquier parte del mundo.

 

 

 

 

 

 

VICENTE PÉREZ SILVA

(abogado)

 

“Estoy de acuerdo con la causa que lidera Pablo E. Obando Acosta. Es inaceptable la actitud discriminatoria del ICFES”.

 

 

 

 

Vicente Pérez Silva es uno de los autores más prolíficos de nuestro tiempo, cuya trayectoria intelectual es ampliamente conocida a nivel nacional.

 

Transcribimos lo que nos dijo el doctor Pérez Silva sobre lo que hemos querido denominar “El aberrante caso del Cuento Pastuso”.

 

“Aunque no he tenido la oportunidad de escuchar el programa de chistes “Ordoñese de la Risa” y habida cuenta de que el tema es en extremo complejo para analizarlo, estoy completamente de acuerdo con la causa que ha abanderado el escritor, periodista y pedagogo Pablo Emilio Obando Acosta. De otro lado, me parece inaceptable la actitud asumida por una entidad rectora de la educación colombiana, como es el ICFES, al hacer una discriminación manifiesta y ostensible del “pastuso”. Por lo demás me parece precipitada y equivocada la creencia de que los chistes pastusos tengan como origen el realismo de ese mismo pueblo, y mucho menos el fanatismo religioso del que hablan algunos autores sin ningún fundamento histórico”.

 

 

 

 

 

 

ILDELFONSO UNIGARRO LÓPEZ

(abogado)

 

“Nariño constituye el mejor soporte de la paz y la esperanza. El humorismo mal entendido está mandado a recoger”.

 

Nuestro último entrevistado, con quien hemos deseado cerrar este encuesta propiciada por el “DIARIO DEL SUR” y realizada a nivel nacional sobre el “Chiste Pastuso”, responde al nombre de Ildefonso Unigarro, quien cursó los estudios primarios y secundarios en el antiguo Colegio de la Inmaculada, hoy Instituto Champagnat, dirigido por los hermanos Maristas en la enseñanza, y posteriormente viajó a la capital de la República, donde adelantó los estudios de derecho y ciencias sociales en la Universidad Libre.   En tal virtud, el abogado, especializado en derecho de familia.

 

Durante el curso de su vida, ha desempeñado importantes cargos en los sectores público y privado, entre otros, los del redactor político del diario “El Radio” de Pasto, fundado y dirigido por el ingeniero pastuso de filiación liberal Carlos César Puyana, ya fallecido; comisario especial del Guainía antes de transformarse dicho organismo financiero en el Banco Coopdesarrollo, que ahora cuenta con numerosas oficinas a todo lo largo y ancho del territorio nacional. Actualmente, ejerce como abogado litigante en la capital del país, con mucho éxito, y es asesor de varios entes de tipo cooperativista.

 

Enterado de nuestros propósitos, se desenvolvió de la siguiente manera, dando pábulo a nuestra curiosidad habitual:

 

“Comparto y respaldo incondicionalmente la iniciativa encaminada a que se le ponga término a la difusión de un mal entendido humorismo, que lesiona de suyo la dignidad e idiosincrasia del pueblo nariñense que a todo lo largo de su historia ha contribuido al progreso y engrandecimiento de la nacionalidad colombiana”.

 

Nariño, sin lugar a dudas, constituye el mejor soporte de la paz y de la esperanza de las gentes olvidadas de Colombia y por eso duele que en esos cerrados círculos de un humorismo mandado a recoger por inhumano, por cruel y por atroz, se hiera la sensibilidad y el patriotismo y un pueblo altivo y generoso.

 

 

 

 

 

COLUMNAS DE OPINIÓN Y COMENTARIOS OPORTUNOS

 

 

 
 
 
LAS OCURRENCIAS DE MARÍA TERESA

 

PABLO EMILIO OBANDO ACOSTA

Diario del Sur

 

“Pastuso es el que monta en un bus y encañona al chofer diciéndole: “¡A Cuba!”. Pastuso el que, invitado a una comida de corbata negra, envía un sufragio. Pastusos, en fin, los que al incendiar su club no dejaron entrar a los bomberos porque no eran socios”. Así iniciaba su columna “Ocurrencias de los Jueves” la periodista María Teresa Herrán en el diario El Espectador el 18 de Abril de 1968. Los pastusos enardecidos incendiaron las instalaciones de El Espectador en nuestra ciudad. El clamor fue general y la defensa de nuestra región unió los ánimos y las voluntades de toda nuestra gente.

 

La periodista María Teresa expresaba en su columna que “poco a poco el oriundo de la capital de Nariño se ha venido convirtiendo en sinónimo del ingenuo, el que piensa con lentitud y “acata a los tres días”, de inocentón que se deja engatusar por cualquiera...”.

 

Y esta verdad, es innegable, ha hecho carrera en el territorio nacional al extremo de que aún los niños utilizan el término pastuso para significar que alguien es tonto, bobo o estúpido.

 

Y en honor a la verdad tenemos que decir que a nuestra región se la ha estigmatizado al punto extremo de significar en el contexto nacional una región poco menos que nada.

 

Para María Teresa Herrán “El pastuso, y en general el nariñense que viene hacia el norte -la migración es inmensa - se delata inmediatamente por su modo de hablar, y ante la broma con que se le acosa, adopta una actitud defensiva que lo lleva, o bien a encerrarse en sí mismo, lo que aumenta su desadaptabilidad, o por el contrario, a renegar totalmente su región de origen.  La misma periodista expresa que el pastuso que regresa a su tierra después de haber permanecido en regiones diferentes a la suya “constituye un gesto casi heroico: al llegar se encontrará ante un panorama desolador, ante un círculo vicioso de pobreza y atraso que hasta ahora no ha sido posible romper...”

 

Transcurrido treinta y dos años en aquellos sucesos, encontramos que la situación para los pastusos es aún más crítica. Los venidos del “norte” conociendo esta situación se desplazan a sus ciudades de origen para que sus hijos vean las primeras luces del mundo; bien lo expresó una bella vallecaucana “Me voy a mi ciudad para tener a mi hijo, registrarlo y volver a Pasto, así a mi hijo no lo condenará a cargar sobre su frente el INRI de “nació en Pasto”.

 

Y hay que decir que en este juzgamiento nacional los medios de comunicación tienen un alto grado de responsabilidad. Por eso ahora que hemos emprendido la lucha por la dignidad de los pastusos (y pastusos somos los nacidos en Nariño), debemos dejar a un lado la envidia y los rencores y hacer causa común para que cese de una vez esta horrible noche de nuestra sicología. Ser pastuso es un honor que cuesta.  Ser pastuso es mirar el Galeras sin complejos, con los ojos puestos en el sol.

 

 

 

 

 

EL TONTO DEL PASEO

 

PABLO EMILIO OBANDO ACOSTA

Diario del Sur

 

 

 

Una vez más los nariñenses recibimos un trato ultrajante de los colombianos; una vez más se pone al descubierto la perversa manía de hacernos sentir como los bobos del paseo. Se alega, estúpidamente, que  ese trato ultrajante y discriminatorio hace parte del folclor colombiano y que por lo tanto debemos tomarlo y entenderlo como una muestra más del humor colombiano.

 

Por venir de quien viene el insulto, para que el pueblo nariñense reflexione sobre las verdaderas dimensiones del mal llamado “chiste pastuso”, que no es otra cosa que una estigmatización a nuestra verdadera cultura y forma de ser, me permito hacer pública la denuncia, en espera de que nuestras entidades culturales se pronuncien al respecto, que rompan el silencio que en nada contribuye a la dignidad de nuestra gente y de nuestra tradición.

 

En las últimas pruebas del Estado (Marzo del 2000) y en la fase de historia, pregunta número 41, se afirma:

 

“Estaban una vez un pastuso, un bogotano y un antioqueño...”. Este tipo de enunciado es muy común alrededor del esquema típico del chiste regional colombiano y para ello ya sabemos de antemano cómo va a desarrollarse, toda vez que los participantes son bien conocidos; probablemente el pastuso propondrá una solución tonta, el bogotano una solución egoísta y el antioqueño una solución brillante con un cierto sentido de ventaja.

 

Se pone aquí al descubierto el verdadero alcance del mal llamado “chiste pastuso”. Una costumbre que convertida en “esquema típico” nos deja mal parados en el contexto nacional e internacional.  Nótese que existe una predisposición contra el pastuso, pues se afirma que “ya sabemos de antemano cómo va a desarrollarse...” (por supuesto el pastuso lleva todas las de perder); igualmente afirma que “los participantes son bien conocidos” (¡¡¡¡¡)(el pastuso el tonto del paseo);  no contentos con lo anterior se asevera que con una formulación o planteamiento ante un problema dado”  el pastuso propondrá una solución tonta” (¡!). Hasta dónde es posible soportar en silencio tanta humillación y discriminación. El pueblo nariñense, todo, debe dejar escuchar su voz de protesta y de inconformidad con el trato despectivo y ridiculizante con el que a diario se nos ofende.

 

¿Puede defenderse el chiste pastuso cuando entendemos en su verdadera dimensión la fuerza psicológica y sociológica contra nuestra cultura? Indudablemente que el humor es una cosa muy diferente al ultraje y a la discriminación y eso lo comprobamos en estas pruebas del Estado que reflejan el pensamiento del colombiano ante la fuerza omnímoda de los medios de comunicación.

 

De ahí nuestro grito de ¡No Más! Basta de ultrajes y ofensas, de insultos y del uso de términos peyorativos que a nombre del humor hunden a nuestra gente y a nuestra cultura en una oscura noche de abandono y atraso social.  (¿Se dejará oír esta vez la voz decidida de nuestras entidades culturales?)

 

Agradecemos la colaboración del señor Álvaro M. Jiménez M. por suministrarnos información para este comentario. Su aporte refleja su sentido de pertenencia por nuestra patria chica.

 

 

 

 

 

 

¡ Y NO ES CUESTIÓN DE CHISTE !

 

JORGE HERNANDO CARVAJAL PÉREZ

Diario del Sur

 

 

 

 

Un pastusito se  ha dedicado a falsificar billetes de dos mil pesos. A los de veinte mil les borra un cero...

 

¿Saben ustedes por qué los pastusos no toman leche fría?

¡Pues porque la vaca no cabe en la nevera!

 

“Había un pastuso tan tonto, que los demás pastusos se dieron cuenta”.

 

Chistes como los anteriores escuchan diariamente en los programas humor que se transmiten ya sea por la radio o la televisión, en una situación que se ha prolongado durante años y años y  hacen alusión directa a que las personas naturales de la ciudad de Pasto son tontos o brutos, en una permanente agresión verbal que ha calado hondo en todo el país.

 

En un principio la situación se disfrazaba.   Se decía que eran los mismos pastusos quienes se inventaban los chistes y que en el asunto no había otra intención que la de una diversión sana, sin querer ofender a nadie. Pero tras esa poco conveniente disculpa aparece una serie de perjudiciales situaciones que inclusive se han reflejado a través del tiempo en el tratamiento que los diferentes gobiernos nacionales le han dado a esta zona del sur del país, casi siempre olvidada e indiscriminada.

 

La gota que rebosó el vaso

 

El año pasado el humorista de origen santandereano José Ordóñez, se propuso batir su marca mundial de permanencia ante un micrófono contando chistes.   Logró su propósito y eso está bien si se tiene en cuenta que el producido de esta campaña fue destinado a una obra de beneficencia.

 

Lo que estuvo mal fue que gran parte del repertorio de chistes de Ordóñez se los dedicó a los pastusos en una verdadera andanada de charrasquillos, algunos de muy mal gusto.

 

Se trató de una verdadera agresión verbal que lógicamente causó el disgusto de las personas naturales de Pasto.  Hubo fuertes pronunciamientos de las colonias nariñenses residentes en varias regiones del país.

 

Aquí en Pasto, el columnista del DIARIO DEL SUR Marcial Bedoya escribió un comentario donde rechazó la actitud de Ordóñez, quien ante las críticas recibidas, únicamente dice que su intención es la de no ofender a nadie.

 

Sin embargo, no contento con sus agresiones verbales, el humorista le dedica un importante espacio en su programa de televisión de los sábados a los pastusos.   Ha creado una sección denominada “Noticuy”, la parodia de un noticiero de televisión, supuestamente elaborado por pastusos, que se constituye el colmo de la ridiculez.   Antes, en otro programa que se llamaba “Ordoñese de la Risa”, el humorista la tomaba con la gente de Pasto, mediante una sección en la que un soldado pastusos recibía una carta de su padre.   Lo grave es que no es sólo Ordóñez quien toma a la gente de la capital de Nariño como blanco de sus chistes igual sucede en otros programas humor como “Sábados Felices”, con el agravante de que en su sección destinada a que niños de cuatro, cinco y seis años, cuenten sus chistes, desde esa temprana edad, se les empieza a inculcar el señalamiento hacia los pastusos.

 

De manera rotunda enfática, el educador Pablo Emilio Obando A., puso, como se dice de manera popular, el dedo en la llaga, en torno a la tradicional situación de señalar a los pastusos mediante cuentos y chistes, como personas de escaso intelecto, tontas e ingenuas.  Con su “Carta Abierta” Un Pueblo ante La Historia, espera mover la conciencia nacional.

 

 

 

 

¡ Ya no más !

 

A pesar de la opinión generalizada de que tradicionalmente los pastusos reciben con amabilidad los chistes que tan elegantemente los califican como de poco coeficiente intelectual, ello no es así. En diferentes épocas han habido personas que han alzado sus voces de protesta ante el reiterado ataque contra las personas nacidas en Pasto.

 

Pero quizá nunca nadie lo había hecho con la contundencia y los juiciosos argumentos que expone el educador Pablo Emilio Obando Acosta en su “Carta Abierta” titulada “Un pueblo ante la historia”, que acaba de dar a conocer a los medios de comunicación.

 

Su obra, contenida en 16 páginas, dirigida a los señores del Consejo Nacional de Televisión de Santa fe de Bogotá y a los medios de comunicación de todo el país, constituye ni más ni menos, que un fuerte grito de “No más”.

 

 

 

 

 

 

 

Diarias Afrentas

 

Dice el profesor Pablo Emilio Obando Acosta en su Carta Abierta que; “Durante la historia libre de Colombia hemos tenido que cargar la odiosa cruz del señalamiento patrio, la incomprensión de sus gentes y las afrentas que ha diario se nos hacen en los medios de comunicación con la complicidad y el silencio de quienes como ustedes deben velar por el respeto a los pueblos y sus costumbres.   Queremos pedir en nombre de la unidad nacional que se acaben las ofensas, que disfrazada de chiste de humor, nos hunden en el más profundo de los abandonos y la más oscura de las noches de nuestra sicología cultural”.

 

 

No es una pastusada

 

 

 

 

Lleno de “Santa Ira”, el educador Obando Acosta manifiesta que no quiere que su “Carta Abierta” vaya a ser tomada como “una pastusada más”.

 

“No. Esta no es una pastusada más. Término peyorativo que se utiliza en la jerga popular cuando se quiere significar que algo o alguien es bobo, ingenuo o tonto.   Pues permítanme decirles que no y que en ustedes y en su labor recae gran parte de la responsabilidad de este falso señalamiento histórico.   Queremos exigir que a nombre de un pueblo y de una cultura se prohíba en un medio de comunicación tan importante y decisivo como es la televisión, el uso peyorativo e insultante del término pastuso. Nos sobran razones para creer que la psiquis de los colombianos está impregnada de esta maloliente interpretación difundida por la televisión y que  hace creer a niños y adolescentes que ser pastuso es sinónimo de estulticia. Por favor no más, la cultura y la idiosincrasia de un pueblo clama por la unidad nacional, una unidad donde la inteligencia sea aceptada venga del norte o del sur”.

 

“No es gracioso caso que en plena Bogotá se esperara el nuevo milenio, en los cerros y montañas, a extraterrestres que los iban a salvar de la destrucción inminente de la tierra? Si esto no es bobada, entonces estamos jodidos”.

 

 

 

 

Fin a los ultrajes

 

 

 

En “Un pueblo ante la Historia”, el profesor Obando Acosta se pregunta “Cómo sentirse superior si aún en nuestros días hemos comprobado que son los pueblos y las gentes del norte, los gestores de agüeros y creencias absurdas como aquella de hacer bautizar los bogotanos o los caleños a sus hijos por la simple bobada de que el año termina en seis y se esté en el sexto día del sexto mes.   ¿No es gracioso acaso que en plena Bogotá se esperara el nuevo milenio, en los cerros y montañas aledañas, a extraterrestres que los iban a salvar de la destrucción inminente de la tierra?   Si esto no es bobada, entonces estamos jodidos. No más, la grandeza de un pueblo no puede continuar siendo ultrajada ni por los medios de comunicación, ni por personajes ignorantes e incultos que han creído, equivocadamente, que en el sur la inteligencia es la percepción de su propia ceguera histórica, cultural y social”.

 

 

 

UNA VALIOSA DEFENSA

 

EUDORO NARVÁEZ CHÁVEZ

Diario del Sur

 

 

 

El periodista Pablo Emilio Obando Acosta escribió, en febrero del año en curso, una razonada, valiente y energética carta abierta dirigida al Consejo Nacional de Televisión y a los medios de comunicación de Bogotá, pidiéndoles no denigrar de la gente de Nariño, intentando o permitiendo la exposición generalizada de la gran mentira en “los cuentos pastusos” que ofenden gravemente a esta tierra y que demuestra que sus autores y divulgadores no conocen la historia, la trayectoria cívica, el valor, el trabajo y la inteligencia que orgullosamente ostentan las gentes de este departamento.

 

La causa de esta malintencionada propaganda radica en el hecho de que los pastusos, en verdad equivocados, fueron realistas en la guerra de la independencia.   Es verdad que lucharon con valor y vencieron a Mires, a Nariño, a Córdoba y al mismo Simón Bolívar  quien en Bomboná no pudo detener sus lágrimas al ver el fracaso de sus tropas por el coraje de los pastusos que allí le detuvieron su carrera de victorias y sus sueños de gloria.

 

El periodista Obando Acosta les recuerda en su carta abierta, los abusos y crueldades que los partidarios de la independencia cometieron contra Pasto y sus habitantes, con lo que llamaron “los matrimonios” de patriotas nariñenses, arrojados por parejas a los abismos del tormentoso Guáitara, con la “Navidad Negra”, del 24 de Diciembre de 1822, permitida por el inmaculado Mariscal Sucre a una soldadesca ebria, invadida de odios y rencores que cometió toda clase de atropellos aún en los templos de la ciudad.   Asesinatos, grillos y cadenas, destierros de patriotas que, repito, equivocadamente, reconocían como único gobernante a Fernando VII, Rey de España.

 

Desde el 20 de Julio de 1810, cuando se proclamó oficialmente la independencia, no se había escrito una carta, absolutamente nada en defensa del pueblo pastuso, ofendido continuamente por escritores desinformados, por cuentistas y culebreros que, con ordinariez y saña increíbles lanzan ofensas e improperios a los habitantes de esta tierra fecunda,  rica en paisajes,  con sierra y mar, con caudalosos ríos, lagos de encanto y volcanes cuya e imponente estampa, firme y ardiente, sólo es igualada por el carácter y la altura de miras de los nariñenses.

 

Me había abstenido de comentar en esta columna la carta de Obando Acosta, con la esperanza de ver una reacción masiva de solidaridad de los inculpados y también en todas las clases sociales, gubernamentales, eclesiásticas y políticas de este departamento sureño, pero muy pocos de ellos expresaron respaldo a la protesta del periodista.

 

Ahora, desde el DIARIO DEL SUR, protagoniza una nueva polémica, esta vez sobre deporte, en defensa de Nariño.

 

Estoy seguro que la Carta Abierta, por lo menos, detendrá en parte, esa propaganda morbosa en contra de los pastusos, patriotas ejemplares, defensores del todas las nobles campañas colombianas, que sólo tienen como lema: “Dios, Patria y Libertad”.

 

 

 

 

 

 

PROPONGÁMONOS Y APOYÉMOSLE

 

MARCIAL BEDOYA SOLARTE

Diario del Sur

 

 

 

 

Hace ya algunas semanas, en esta mi columna, intenté una crónica en la que hacía una preocupante referencia a la actitud de un “cuenta chistes”, quien a finales de año, prácticamente, por el transcurso de treinta y seis horas y en procura de batir un récord, se la dedicó a esa noble raza nariñense, haciéndola objeto de una encarnizada burla e irrespeto a través de malintencionados cuentos en los que el protagonista, el “bobo del paseo”, el ingenuo, el retardado, era precisamente el “pastuso”, a quien adjudicaba el motivo de la risa.

 

Sin habérmelo propuesto, el motivo de ese escrito positivamente había coincidido con otros columnistas de estas páginas, el profesor Pablo Emilio Obando Acosta, quien, a raíz de lo ocurrido con el santandereano Ordóñez a finales de Diciembre del año pasado, también hondamente preocupado y ofendido por la protagonización de aquella burla nacional radiada, se propuso elaborar un folleto con datos históricos de relevancia relacionados con esta comarca de la patria y gentes, precisamente con el ánimo de reivindicar algo la dignidad de esta comunidad ofendida y burlada durante tanto tiempo, hasta el punto de que cualquier persona por ínfima que sea pero no oriunda de Nariño se ha abrogado el derecho a señalar al pastuso como el “hazmerreír” a través de flojos cuentos e inventadas anécdotas.

 

El mencionado columnista se ha propuesto una campaña, algo que realmente no es fácil de lograr en poco tiempo, una lucha contra la inveterada costumbre, contra una historia y tradiciones fincadas con profundas raíces que desde hace más de un siglo convirtieron al “pastuso”, nariñense en general, en causa de risa, en la personificación de la bobada y hasta de la idiotez, supuestamente por sus salidas en falso, por sus desatinos, por sus opiniones y palabras equivocadas y presuntamente por su limitación para la “entendedera”.

 

Ha dicho el profesor que ya es hora de sacudirnos, de protestar contra ese “INRI” que ensombrece, mancha y desdibuja la idiosincrasia respetable y digna de esta raza sureña, tan culta y de mucha productividad intelectual como cualquier otra de la geografía nacional.

 

Seguramente esta empresa loable no va a concluir con nosotros, quizás no en pocos años, pero es lo cierto que todo tiene su comienzo y hay que empezar. Quien así se lo ha propuesto merece todo el apoyo de la ciudadanía nariñense porque absolutamente a todos nos conviene, todos anhelamos y, desde luego, las futuras generaciones, que se nos respete, que se reconozca nuestras cualidades, nuestras ideas y realizaciones, los logros de la inteligencia y de la inspiración, la productividad intelectual que aquí también se da; que no seamos el objeto de la burla en toda ocasión, aquí allá y más allá.

 

Esta campaña de reivindicación debe empezar por la actitud personal de cada uno de nosotros, tratando de acertar en los emprendimientos, conceptuando con altura, actuando con oportunidad, sin hacer “el oso”, opinando con fundamento, procurando en lo posible “no meter la pata”, no equivocarse, no salir con nada.   Algo ha de lograrse en el futuro, siempre y cuando no sigamos dando motivo para este tratamiento nacional.

 

 

 

 

 

 

 

NOTABLE APOYO A LA CAMPAÑA CONTRA OFENSAS

 

JORGE HERNANDO CARVAJAL

Diario del Sur

 

 

 

 

En las últimas horas diferentes estamentos sociales de la ciudad y la comunidad en general dieron a conocer una Carta Abierta de respaldo a la gran cruzada iniciada por el profesor Pablo Emilio Obando Acosta, quien también en una Carta Abierta de su autoría, rechazó de manera categórica, las ofensas y humillaciones que disfrazadas de chistes o humor, sufren de manera tradicional, los ciudadanos naturales de Pasto y del Departamento de Nariño.

 

La campaña de defensa iniciada por el educador Obando Acosta ha tenido una gran resonancia, tanto a nivel local como nacional, donde sus opiniones y puntos de vista sobre este tema, han tenido una extraordinaria acogida en los diferentes medios de comunicación y también el exterior.

 

La Carta Abierta que ayer contabilizan miles de firmas de respaldo dice lo siguiente:

 

“Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, lengua, religión, opinión política y filosófica. El Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptarán medidas a favor de grupos discriminados o marginados”. Artículo 13 de la Constitución Nacional.

 

 

 

¡Qué orgullo ser pastuso carajo!

 

 

 

“Durante 180 años de vida republicana los pastusos hemos soportado la discriminación de nuestros hermanos colombianos. Creemos que llegó la hora, el momento histórico de decir no más, basta.

 

Los pastusos somos un pueblo culto, con tradiciones, con principios, con historia, con hechos gloriosos y de gente noble.

 

Pedimos en nombre de la cordura, de la sensatez  el respeto y la tolerancia, que cese ya este falso señalamiento histórico que ha hecho creer a nuestros compatriotas que ser pastuso es ser ingenuo, tonto o bobo.

 

No estamos en contra del humor o de los chistes pastusos, lo que no compartimos es la ofensa, la humillación y la degradación de una raza que ha dado ejemplo de pujanza, honradez, trabajo y creatividad.

 

La campaña pro-rescate de la dignidad del pastuso es ajena a protagonismos personales, intereses individuales o afanes electorales o politiqueros.

 

Estamos convencidos de que por vivir en este rincón de la patria, marginados de las grandes obras de desarrollo y alejados de los monopolios económicos del país, tenemos que seguir siendo calificados como inútiles e ignorantes, cuando por el contrario aquí hay un puñado de hombres y mujeres en los distintos campos tienen gran talento, inmenso valor, espíritu de lucha, abnegada fe, confianza en su capacidad, voluntad de paz y por sobre todo buen sentido del humor.

 

Por encima de cualquier complejo o menosprecio, ser pastuso es sinónimo de confianza, virtud y trabajo.

 

Tener alma de creador, de soñador, de utópico, voz de canto y clamor de poeta es tener un corazón de gladiador y reciedumbre de pacifista.

 

Tener corazón, visión de amor y cultura con la que día a día se forja el camino de la vida, es decir, ser un hombre integral, alegre, sencillo y culto: ese es un verdadero pastuso.

 

Con nuestra firma estamos invitándolos a que conozcan Nariño, a que vengan a Pasto a compartir con nosotros la belleza de su paisaje, la riqueza de sus suelos y fijen en su mente la verdadera imagen del pastuso y su grandeza cultural”.

 

“Todas las personas tienen derecho al libre desarrollo de su personalidad sin más limitaciones que las que imponen los derechos de los demás y el orden jurídico”. Artículo 16 de la Constitución Nacional.

 

(El anterior texto –divulgado como Carta Abierta-  fue redactado por el periodista Mauricio de La Rosa, incansable luchador por la causa pro dignidad del pastuso.  Se recolectaron más de cien mil firmas que fueron enviadas a la Comisión Nacional de Televisión)

 

 

 

 

 

SIGUE APOYO A LA CAMPAÑA POR DIGNIDAD

 

JORGE HERNANDO CARVAJAL

Diario del Sur

 

 

 

No cesan las voces de apoyo y aliento a la campaña que despliega el educador Pablo Emilio Obando Acosta, en torno a la recuperación de la dignidad nariñense y al rechazo total a las permanentes ofensas que se lanzan contra la gente natural de Pasto en programas de humor y similares, que han contribuido a crear una imagen negativa de las personas de esta zona sur del país.

 

En torno a esta gran carta publicada por el periódico El Tiempo donde se trata de desprestigiar la labor emprendida por Obando Acosta, el profesional Ángel María Medina Santacruz remetió a ese medio de información la siguiente carta, cuya copia nos hizo llegar gentilmente, donde con argumentos serios y válidos expone sus puntos de vista y defensa de la tarea que en estos momentos se adelanta a nivel nacional en pro de la dignidad de los pastusos y nariñenses.

 

 

 

El mensaje

 

 

La carta expresa lo siguiente:

 

En primer término debo manifestar que el docto Pablo Emilio Obando Acosta, a quien no tengo el honor de conocer, no es un politiquero que se esté aprovechando en las próximas campañas electorales. Es un sociólogo y es el director de la Concentración Escolar Antonio Nariño.

 

Al contrario de lo que dice el señor Ericsson Mena en su carta, la tutela y el plebiscito que se están firmando en Pasto está dando la oportunidad de respirar en el panorama nacional, para protestar enérgicamente contra la forma injuriosa, despectiva y denigrante como están presentando a los pastusos.

 

Como estos ejemplos: la burda caracterización de como soldado hace Ordóñez; en los programas radiales La Luciérnaga y La Zaranda, los chistes pastusos son grotescos.   En la televisión en el programa de Sábados Felices, que se pasa por todo el país, presentan a un pastuso cuya sola presencia es repugnante, por su imagen de idiota y bigotico hitleriano y se ha llegado a inculcar y promover en los niños cizaña e inquina contra los pastusos, mensajes que repito, se están llevando a las principales ciudades del país.

 

 

 

Actitud denigrante

 

 

 

Creo, y estoy absolutamente seguro, que el señor Mena no ha visto ni oído los citados programas, porque de otra manera no habría dirigido la carta que estoy comentando.

 

Esos chistes sin humor son denigrantes y han calado en la conciencia de muchos colombianos quienes equivocadamente rechazan a los pastusos para una beca, una distinción honorífica, para un cargo, así sea de portero, porque de inmediato al presentarse y oír su tono de voz, piensan que es bobo, ingenuo, ignorante o bruto y desde luego no va a desempeñarse bien, prefiriendo, por sólo este motivo, a personas de otras regiones del país. Esto lo observé y lo sentí, señor director, cuando ocupé cargos importantes como auditor general del Banco de la República, gerente general de Febor, etc. y como miembro principal de la Junta Directiva de ECOPETROL.

 

 

 

Por un derecho histórico

 

 

 

Atribuyó ese injustificado despecho a los nariñenses, al hecho histórico de que sus antepasados derrotaron a los patriotas, debido a su lealtad con quien les dio buen trato, porque además ha sido una raza pacífica y por eso, en ocasiones, indolente con su patria chica, porque no han salido en defensa de sus polos de desarrollo económico (Refinería e Hidroeléctrica del Patía), y de sus buenas y sanas costumbres, como son su honestidad, su amor al trabajo, su espíritu de superación y su lealtad. Y continuaremos así, para desgracia de nuestros hijos y nietos, si no cambiamos de actitud frente a este delicado problema.   Serán ellos los que pagará nuestra cobardía, rayando en este caso en falta de dignidad.

 

Señor director: No queremos agregar más violencia a nuestra querida patria grande, ya aquejada de tantos sinsabores.   Esos chistes pastusos nos duelen en el alma, porque están afectando el desarrollo humano de una región, la cual está llegando, además por el abandono de los gobiernos, a lo que les acontece a los desplazados por la violencia.

 

 

 

 

 

2.- DIARIO “EL TIEMPO”

 

 

 

¡ BASTA !, DICEN LOS PASTUSOS

(Sala de Redacción)

 

Una pregunta en el examen de Estado rebosó la copa que la radio y la televisión venían llenando.   En Pasto interpusieron una tutela contra los medios de comunicación y el ICFES por lo que se considera una discriminación.

 

Los pastusos no quieren hacer lo mismo que su antepasado Agustín Agualongo, que derrotó al mariscal Sucre, al general Francisco José de Córdoba y al mismo Simón Bolívar. Pero si quieren derrotar una imagen que dicen no merecer y que los presenta ante el resto del país como bobos, tontos e ingenuos.

 

Agualongo, un guerrero nacido en 1780 en un hogar de indígenas Quillacingas, se enroló en las filas realistas no obstante su origen pastuso, lo que algunos historiadores presumen que es el origen de una imagen demasiado ingenua que en los últimos días tiene fuera de casillas a los 400 mil habitantes de esta ciudad.

 

“Llego la hora de decir no más. Basta”, dice un documento que circula en Pasto en busca de firmas de apoyo y que más que una protesta es una proclama contra una discriminación del resto del país.   “Que orgullo ser pastuso”, dice el texto.

 

El “error histórico” de Agualongo, que creció como sirviente de una familia española radicada en Pasto, le costó a los pastusos referencias poco amables del Libertador, quien llegó a llamarlos “malditos”, “infames” e “infelices”, un lastre que lleva 180 años.

 

Pero la copa se llenó en los últimos meses a raíz de reiterada referencias a ellos en un programa de televisión y radio.   El mayor descontento de los pastusos está dirigido contra el programa de Caracol Televisión Ordoñese de la Risa y los radiales La Zaranda de RCN y La Luciérnaga de Caracol, el concepto generalizado es que estos programas han caído en la chabacanería.

 

Después vendría lo que nunca esperaban:   la pregunta número 41 del área de sociales de las pruebas del ICFES del pasado 18 de Marzo para bachilleres. Comenzaba como cualquier chiste pastuso: “Estaban una vez una pastuso, un bogotano y un antioqueño...” Muchos jóvenes se sintieron atropellados y no contestaron la pregunta que se refería al origen del humor de los colombianos.

 

Clara Rosero, secretaria, dice que los chistes pastusos contados por gentes de otros lugares “no son los mismos porque no guardan la médula de la narración, la gracia, transparente de la mentalidad abierta y despierta del auténtico pastuso, no obstante la difundida fama que tenemos de ser casi taciturnos y solitarios”.   Para el pastuso raizal, el verdadero chiste pastuso es fino, sutil, lleno de malicia y donosura.

 

El sociólogo Pablo Emilio Obando Acosta, quien puso a circular la carta abierta “Un pueblo ante la historia”, que sirvió como base para la instauración de una tutela, dice que “llegó el momento de dar por saldada la cuenta que durante 180 años nos han cobrado con creces”.

 

La tutela pide a la Comisión Nacional de Televisión (CNTV) y la radio que no transmitan chistes pastusos.   Fijan los artículos 13 y 16 de la Constitución para decir que se están vulnerando sus derechos a la dignidad, igualdad, solidaridad, cultura, protección y libre desarrollo de la personalidad.

 

El desagrado de la comunidad pastusa ha sido expuesto en las últimas semanas en distintos lugares públicos.   Después de haber pasado por el Concejo, el jueves pasado se dieron cita en la Cámara de Comercio sociólogos, psicólogos y los decanos de las facultades de derecho de las universidades de Nariño y Cooperativa, donde se convino interponer la tutela quien también se hizo extensiva al ICFES.

 

Lydia Inés Muñoz Cordero, presidenta de la Academia Nariñense de Historia, presume que el origen del chiste pastuso viene de las guerras independentistas, cuando los pastusos se radicalizaron en el realismo como proyecto político en contravía de la propuesta republicana de los patriotas.   Por eso se los llegó a tratar de “estúpidos”.

 

Otro factor, dice el antropólogo Eduardo Zúñiga, es “la influencia marcada de la religión que infundió valores negativos como la pobreza, el sufrimiento, el dolor y la humildad como requisitos para ganar la gloria eterna, elementos que fueron el sustento para que nuestra región asumiera en la época de la independencia la más retardataria de las posiciones: la defensa del Rey don Fernando VII y, en consecuencia, la oposición a las ideas libertarias”.

 

“Así como Agualongo prefirió morir fusilado antes que renunciar a su fidelidad a la corona española, nosotros preferimos enfrentarnos a medio país antes que permitir que se nos siga ridiculizando”, dice el universitario José Paredes.

 

 

 

 

 

 

TUTELA “INHIBE” LA JUSTICIA PASTUSA

“El Tiempo” .- (Sala de Redacción)

 

 

 

 

Siguen protestas contra chistes pastusos.

 

 

 

La jueza Fanny Parra Eraso se declaró impedida para recibir una acción que reclama los derechos de sus coterráneos, pues ella se identifica totalmente con los demandantes.

 

Indignada porque considera que hay atropello y discriminación contra los nariñenses, una jueza en Pasto se unió a las protestas de sus coterráneos.   Pero hacerlo le costó renunciar a impartir justicia: se declaró impedida para atender una tutela que exigía respeto para las gentes de esta tierra.

 

“La suscrita tiene interés directo en el éxito de presente tutela”, dijo la jueza Tercera Penal del Circuito de Pasto, Fanny Parra Eraso, al explicar su impedimento frente a la acción presentada por el periodista Pablo Emilio Obando Acosta.

 

La posición de la Jueza, oriunda de Pasto y quien lleva más de 20 años vinculada a la rama judicial, causó sorpresa y revivió las protestas iniciadas hace varias semanas contra los programas de radio y televisión que presentarían a los pastusos como torpes y bobos.

 

En la tutela, interpuesta contra el Ministerio de Educación, que incluyó una pregunta sobre chistes pastusos en las pruebas del ICFES; la Comisión Nacional de Televisión (CNTV) y medios radiales se reclama la defensa de los derechos a la dignidad, la igualdad y libre desarrollo de la personalidad.

 

El caso pasará al Juez Cuarto Penal del Circuito, Felipe Folleco Gómez, quien se negó a dar declaraciones. Si no lo acepta, deberá remitirlo al Tribunal Superior del Distrito Judicial.

 

La Jueza Parra Eraso dijo que ni ella ni el tutelante están contra los chistes y que la tutela tampoco pretende que se eliminen “Yo me divierto porque son producto de nuestra propia gente”, dijo “Otra cosa es que en todos los medios se nos tilde de torpes y bobos y se ignore a personajes importantes de nuestra historia”.

 

Mencionó como los casos de olvido del resto del país que la canción Noches de Bocagrande no se refiere a la zona turística de Cartagena, sino que el compositor tumaqueño Faustino Arias la dedicó a una isla de ese nombre, situada frente a Tumaco.

 

Dijo que le disgustan los chistes del humorista santandereano José Ordóñez. “Son torpes, no son hechos por nariñenses”.

 

“Desde mi cargo yo también he sido víctima de la discriminación nacional”, dijo y puso como ejemplo que cuando un fallo suyo no ha sido satisfactorio para algunas personas, ha escuchado que dicen entre dientes: “tenia que ser pastusa”.

 

 

Risas y líos

 

La Corte Constitucional se pronunció hace poco sobre las imitaciones de personajes en la radio para no confundir al público.   “Me parece que decir buenas noches amables oyentes, ahora voy a imitar al presidente Pastrana o al doctor Samper, no tiene sentido. Siempre que se inicia La Luciérnaga, aclaramos que hay ciencia ficción”, dice el humorista Guillermo Díaz Salamanca.

 

Hace unos meses un cuentachistes pastuso, de apellido Jurado, se encontraba en delicado estado de salud.   En La Luciérnaga quisieron rendirle un homenaje contando uno de sus chistes diariamente.   “Pero su familia reaccionó furiosa, pues consideró que eso era una afrenta. Hasta en eso son pastusos”, dice Salamanca.

 

Los representante de Shakira demandaron a Nelson Polanía  “Pollina” por una parodia de la cantante en el programa La Hora Sabrosa, para la que utilizó el tema Pies Descalzos, que tenia derechos reservados.   La demanda no prosperó.

 

 

 

 

 

 

 

 

UNO DE PASTUSOS

 

DANIEL SAMPER PIZANO

EL TIEMPO

 

 

 

Los pastusos deberían optar por una estrategia distinta a la cólera para contrarrestar los chistes ofensivos.

 

 

 

 

Los pastusos están berracos. Una pregunta incrustada en el último examen del ICFES y el continuo flujo de chistes que emplean el estereotipo del pastuso como tonto han llenado la copa de los nariñenses, que acabaron – como siempre acabamos los colombianos – promoviendo reuniones de fuerzas vivas en la Cámara de Comercio, escribiendo una carta abierta a los medios de comunicación y presentando una tutela.   Los indignados lideres pretenden que la Comisión de Radio y Televisión prohíban la emisión de chistes pastusos.

 

Vamos por partes.   Yo simpatizo mucho con los pastusos, a pesar de que lograron empatarle a Santa Fe el domingo pasado.   Es más: mi abogado de cabecera, que no sólo me defiende con clamoroso éxito en los pleitos sino que casi siempre pone al rival al borde de La Picota es un ilustra pastuso, Guillermo Puyana Mutis, jurista y diplomático, a quien se conoce en China como “el chairman” y en Pasto con el menos solemne remoquete de “El Señor del Tambo”. Un hijo suyo es excelente tratadista sobre libertad de información.

 

No menciono más amigos pastusos para que no digan que estoy lagarteando invitación a comer cuy.   Cosa que sería falsa porque me impresiona el cuy, con su mirada post mortem de mártir de la patria.

 

Pero, en cambio, me gustan el humor y los pastusos. Creo que puedo decir un par de cosas al respecto.

 

Hay pastusos en todo el mundo

 

Lo primero es recomendarles que tomen con calma los chistes que corren por ahí sobre ellos. Es un mal universal basados en estereotipos regionales, y siempre aparece alguien que hace de bobo.   En Francia, los tontos son los belgas.   En Estados Unidos, los polacos.   En México, los poblanos.   En Bolivia, los tarijeños.   En Argentina, los léperos. En España, los gallegos.

 

En Colombia se encargaron de barajar y repartir papeles en materia de chistes los antioqueños y, sobre todo, es gran humorista Montecristo. El recogió e impulsó el esquema archiconocido en el cual los paisas son inteligentes y avispados, los costeños perezosos y comodones, los bogotanos fatuos y tontarrones.

 

La dinámica de esta eterna comedia en la que siempre ganan los paisas y siempre pierden los demás ha sido molienda cotidiana de la radio y televisión y, ocasionalmente, de prensa.   Recuerden que alguna vez El Espectador publicó una broma contra los pastusos, y el pueblo, irritado, quemó las oficinas de ese periódico y, de paso, las de El Tiempo lo que motivo nuevos chistes pastusos.

 

Lo que quiero comentar a mis amigos pastusos es que hay millones de personas sometidas al mismo tratamiento que ellos.   No es un exclusividad regional, ni tiene que ser necesariamente con la realidad, sino más bien con la mala suerte.   Como estaban muy lejos de Antioquia y poco se sabía de ellos pues les acomodaron el estigma.

 

¿Tiene que ver todo esto con la actitud pastusa durante la independencia nacional, cuando apoyó a los realistas y se rebeló contra Bolívar?   Así lo alega el periodista Pablo Emilio Obando Acosta en el folleto Un pueblo ante la historia. A lo mejor, si.   Pero me parece que esclarecer las raíces de la posición nariñense hace casi dos siglos poco evitará que sigan prosperando los chistes pastusos.   Muchas veces – lamento decirlo – estas indignadas y vehementes protestas suscitan la sonrisa perversa de los otros.

 

 

 

Precursor de Precursores

 

 

 

Yo me permitiría aconsejarles que busquen una defensa más audaz, como la que intentaron hace unos años: los chistes defensivos, en los que el pastuso dice la última palabra, y la dice bien.   Pongo un caso real.   Hace poco, un pastuso envió a un amigo samario el himno regional, donde se dice que en Pasto vive “una raza de titanes”.   El costeño le contestó que si no habría un error tipográfico y se trataría más bien de “una raza de Titanics”.   En vez de entrar en cólera por este retruécano, el pastuso le contesto:

 

Si no fuera pastuso, completaría las ráfagas de chistes defensivos con algo que hicieron en España los léperos, mucho más denigrados y postrados que los pastusos en Colombia: agarraron el toro por los cuernos, se volvieron los mejores contadores de cuentos de léperos y ahora realizan periódicamente un festival de humor en Lepe al que acuden grandes escritores y artistas.   Pocos pueblos gozan en España hoy de la simpatía que han despertado así los léperos.

 

Y una última estrategia.   Difundir mejor los valores incógnitos que ha criado Nariño, es admirable ese Gonzalo Rodríguez que en 1564, cuando los antioqueños apenas tenían 20 años de historia y los bogotanos le hacían venias al virrey, se rebeló contra la corona española en Rumí pamba y fue muerto y descuartizado por el imperio.

 

A ver cuándo incluye el ICFES una pregunta sobre don Gonzalo y empezamos a reconocer que los pastusos no sólo son tema de chistes y tierra de espléndida comida.   Naturalmente, excluyo al cuy, que en cada plato suele correr la suerte del valiente don Gonzalo.

 

 

 

 

 

 

EL SAMBENITO DEL CHISTE

 

VICENTE F. APRAEZ APRAEZ

Magazín Dominical El Tiempo

 

 

 

 

La jueza que se inhibió de conocer una tutela por compartir con el demandante su aversión por los chistes pastusos, desfigurados por idiotas, decía:   “también he sido víctima de discriminación; cuando dicto mis fallos, la parte afectada murmura:   “ah, ¡tenía que ser pastusa!...”   Un muchacho que a los diecisiete años por primera vez salió de Pasto, se percató de que sus superiores y compañeros del norte tenían que montársela y remedarlo.   Su primer contacto hostil con una realidad, para él desconocida, le hizo extranjero en su patria.

 

Fue entonces cuando entendió que podía escoger entre resignarse a la condición que le querían imponer, o aprovecharse de las ventajas, incluso “mamándoles gallo”.   Lo segundo pueden hacerlo quienes echando mano de su innata capacidad de comprensión sobre las cosas de vida, como en el clásico español, dejan el papel “del burlado” para quien cree tener consigo el don  de la gracia.   Un teniente le decía: “Si Pasto es el departamento, ¿cuál es entonces la capital?”.   Si lo corregía: vuelta a la Escuela Militar. Pero nada pasaba cuando, en homenaje a la jerarquía impuesta por la ignorancia, le respondía:   “Nariño es la capital, mi Teniente”.   Se cree que el extraviado oficial, agobiado de medallas, todavía está seguro de que Pasto es una provincia ecuatoriana y que Tumaco y Quibdo, por tener una raza tan parecida, son la misma ciudad.   Otro cadete del mismo origen, para evitar ser molestado, ensimismado enmudeció.   Luego, al recuperar el habla, aprendió a decir las cosas  impostando el tono.   Este, a pesar de haber ostentado siempre el primer puesto de su curso, virgen en eso de mandar, no fue llamado a ser General, “por dificultades de comunicación interpersonal”.

 

Los belgas en Europa;   los gallegos en España;   en México los jarochos de Veracruz y en Ecuador - por reflejo - los de Tulcán, colaboran con los pastusos en esto de cargar con la bobería y la superioridad, que como la lengua de vaca se da silvestre a lo largo y ancho de nuestra geografía nacional.   El caso de los pastusos es crítico en cuanto se ha convertido en anatematizante irrespeto de cualquier payaso que, disfrazado de periodista, abusa de su ocasional auditorio para sugerir que en el pastuso está el prototipo del gran pendejo. Parece necio decirlo, pero es inaceptable que los medios, que también nutren sus alforjas de los nariñenses, así como la cuestionada y subjúdice Comisión de Televisión, no reparen que en aras de la tolerancia exagerada se está orquestando una nociva y sistemática campaña de desfiguración que, además de inocular rencores, ante los desprevenidos y los párvulos contradice la auténtica personalidad jovial y amable de quienes por todo se distinguen, menos por brutos, ni menos aun por melancólicos ni lerdos, como en algún medio de la tarde se les pinta.

 

Los chistes pastusos mal contados pierden la gracia que cómo buenos apuntes tienen, para pasar a ocupar las connotaciones groseras que guardan los fracasados del humor cuando quieren hacer reír a los más estigmatizando a grupos minoritarios que, como boquinches, cojos, tuertos, bizcos, enanos o extraviados en su afirmación sexual, con razón de su merecido respeto, se sienten agredidos.   Escudriñando los fundamentos promotores del sambenito recostado sobre los hombros del pueblo que empezando el XIX ocupara lugar de preeminencia;  averiguando cómo se dio la quintaesencia de tan recalcitrantes como equivocados conceptos y abordando incluso el auto examen que a diario se formula dentro del propio entorno vernáculo, es preciso aproximarnos a los componentes hasta armar semejante rompecabezas de antagonismos;   y ya con ellos - en orden - estar de acuerdo en que sus remotos inicios confluyen en que una vez allí, en el lar nariñense, se concitaron las expresiones de la más recalcitrante rebeldía, que dadas sus connotaciones resultó siendo interpretada como el mayor y más estorboso radicalismo.

 

 

 

Colombianidad Pastusa

 

 

 

El ilimitado valor del levantamiento adquirió entonces perfiles de suicida holocausto enfrentado a causas que en medio del furor libertario venían ungidas por el óleo sacratísimo de la verdad revolucionaria que licenciaba genocidas masacres y atizaba los incendios que, eufóricos, se daban en medio de los gritos de la soldadesca venezolana ebria, y los truenos de los cañones que ahogaban los himnos del agresor y las quenas y rondadores del agredido.   Mientras la orgía redentora cabalgaba sobre el lomo de la cordillera exacerbando un furor larvado, hasta entonces desconocido.   Aquellos criminales episodios, convulsionados de luto, infortunio, equívocos y lágrimas, se erigieron en efímeros triunfos e inentendibles derrotas que todavía gravitan en el subconsciente popular, cuando bajo el manto tétrico del fatal entorno, y con recelo por las historias repetidas, hay un pueblo que sabiendo cuánto sufrieron sus ancestros antes de ser aniquilados, inevitablemente siente el palpitar rencoroso de quien perdona pero no olvida. Pero es allí donde, como si el paso de la parca no hubiese sido suficiente, nace, ¡quien lo creyera!, la intolerancia nacional a aceptar la Colombianidad del pastuso.

 

Se habla del Pasto realista, como si los demás no lo hubieran hecho en mayor o igual grado, cuando los patriotas atacaban a los emisarios reales dejando, eso sí, a buen recaudo la posibilidad de reencontrarse con la sumisión debida a su majestad de España, tan venerada en Lima o Caracas o como lo fue en la puritana Santa Fe, cuya europeizada sociedad seis años después de ocurrido el llamado “grito de independencia” hincada dobló la cabeza mientras sus doncellas bailaban minué ante el pacificador Murillo, sin poder disculpar que levantiscos y torpes fuesen actores de una página en que “La patria boba” avergüenza la historia.   No se puede entonces tolerar que se siga pasando por encima de aquello que entre 1809 y 1823 sería la génesis epopéyica de la gigantesca hipérbole que preñada de hazañas y leyendas, precipitaría al colectivo pastuso hasta el fondo nebuloso del vacío, la utopía, la nada ….

 

 

 

 

 

 

 

3.- DIARIO EL PAÍS

 

 

 

 

EXIGEN RESPETO PARA LA COMUNIDAD PASTUSA

Sala de Redacción

 

 

 

Pablo Emilio Obando Acosta, profesor de una concentración escolar, y columnista del diario local, se cansó de que a la gente de Pasto y de Nariño se le siga señalando como bobos de Colombia.

 

En un acto de “sublevación” contra quienes se empeñan en estigmatizar al pastuso como ”tonto, bobo o idiota”,  Pablo Emilio, proclamó una batalla por la dignidad del sureño.

 

Su primer arma, para dar una pelea, es el documento llamado “Un pueblo ante la historia”, que a manera de carta abierta, ha entregado el Consejo Nacional de Televisión y a los medios de comunicación.   En esta contundente misiva Pablo Emilio lanza su propia campaña “No más”.

 

“No más, la grandeza de un pueblo no puede continuar siendo ultrajada ni por los medios de comunicación, ni por personajes ignorantes e incultos que ha creído, equivocadamente, que en el Sur la inteligencia es la percepción de su propia ceguera histórica, cultural y social”, señala.

 

Y es que Obando no entiende cómo personas como el humorista Ordóñez se ensañan contra esta región.

 

“Este mal llamado humorista, no contó un solo chiste en el que saliéramos bien librados”, agredió visiblemente molesto.

 

“Infortunadamente la historia de este país indica que se sigue manejando el centralismo. A nosotros nos cobran un error del pasado, cuando nuestros antepasados defendieron la causa realista, la causa española, a diferencia del resto del país”, agrega.

 

En su condición de miembro del Colegio Nacional de Periodistas, seccional Nariño, Pablo Emilio quiere que su carta haga reflexionar a los medios, quienes con su señalamiento permanente sobre los habitantes de esta esquina sur del país, han afectado las psiquis de los nacidos en Pasto.

 

El Docente explica que no pide nada diferente a que el pastuso sea tratado como un colombiano más, con las mismas capacidades de sus compatriotas.

 

“Yo viví seis años en Bogotá, llegué hasta a irme a las manos con personas ignorantes que irrespetan a mi gente, explica el sociólogo, docente y periodista Pablo Emilio Obando Acosta.

 

“Ahora me preocupa que muchos de nosotros estamos tan afectados que algunos cuando salen del departamento, cambian su forma de hablar tratando de esconder su condición de pastuso”.

 

Dice también que “otros optan porque sus hijos nazcan en otras ciudades, o los registran fuera del departamento. Hasta ese punto nos han llevado. Nos han generado un gran complejo, que para sanar, tardará por lo menos dos generaciones más ”.

 

Pablo por ahora pretende viajar a algunas ciudades del país, como Bogotá y Cali donde expondrá su “carta abierta”, para así empezar en firme por recuperar la dignidad del pastuso.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Reclamo de docente por trato despectivo recibe respaldo.

 

 

AVANZA “INSURRECCIÓN” PASTUSA

 

Sala de Redacción

Diario del Sur

 

 

 

Reacciones de respaldo en la mayoría de los casos y de indiferencia en otros, suscitó en la región la propuesta del docente Pablo Emilio Obando para reclamar por el trato peyorativo que se les da a los pastusos en los medios de comunicación.

 

La propuesta lanzada por el profesor y publicada por “El País” en la edición del lunes, pretende acabar con los insulsos chistes que estigmatizan a los sureños, en los que, entre otros, son tratados como tontos.

 

El reclamo ya encontró eco en entidades como la Cámara de Comercio de Pasto, gremio que pidió vetar al humorista José Ordóñez o incluso a la programadora Jorge Barón, de no suspender el ensañamiento contra la región.   Y es que el enérgico llamado de atención que hizo el docente a los medios de comunicación, en defensa del respeto hacia los pastusos, caló en toda la ciudadanía.

 

La carta abierta dirigida a la Comisión Nacional de Televisión por  Obando sirvió para que los demás sureños se pellizcaran y protestaran masivamente por esa imagen distorsionada que enseñan los medios masivos, de los oriundos de esta ciudad.

 

“No más. No somos tontos, al contrario, los aportes hechos por los nacidos en esta región resuenan más allá de las fronteras patrias” dijo el Gobernador de Nariño Jesús Rosero Ruano, quien se sumó a lo que ya muchos llaman el movimiento pro-dignidad de la pastosidad.

 

“Y es que la palabra pastuso, lejos de avergonzarnos debe ser motivo de orgullo.   Por eso el proyecto del nuevo estadio de la ciudad lo hemos llamado Estadio Pastusidad Tercer Milenio”, agregó el Alcalde de Pasto, Jimmy Pedreros, otro de los “generales acuartelados” para liderar esta batalla.

 

“Creemos que llegó el momento de dar por saldada la cuenta que durante ciento cincuenta años nos han cobrado con creces nuestros hermanos colombianos.                     Queremos exigir que a nombre de una cultura se prohíba en un medio de comunicación, el uso peyorativo e insultante del término pastuso”, dicen algunos apartes del docente Obando.

 

Otro que no podía guardar silencio, fue el congresista Antonio Navarro Wolf, quien dijo: “lamentablemente los pastusos hemos tenido que cargar con el peso de ser los bobos de Colombia.   Esta es una situación que debemos replantear”.

 

Pero sobre la imagen del pastuso en el ámbito nacional y específicamente sobre el humor, hay otras visiones como la del Antropólogo Eduardo Zúñiga Eraso, para quien el chiste pastuso constituye el mejor ejemplo de esa imagen distorsionada a lo largo y ancho del país.   Esta mirada despectiva no es gratuita, por el contrario, tiene raíces que alcanza la lejana época de la Conquista”.

 

Pero para los nariñenses, este tipo de estereotipos que han calado en la sociedad colombiana, como que el costeño es poco trabajador, que los opitas son perezosos, son tontos, son apreciaciones sin fundamento, las cuales hacen daño al ancestro de estas regiones.

 

 

 

 

 

 

ES CUESTIÓN DE RESPETO

GLORIA LUCIA CARDENAS

 

 

 

 

En varios comentarios periodísticos nos hemos referido a la manera discriminada y equivocada como se ha considerado en el resto de la geografía nacional a la ciudad de Pasto y a los oriundos de esta tierra bella y noble.

 

Posiblemente la ubicación en el extremo sur del país, los perfiles geográficos en medio de una topografía agreste, que ha limitado la comunicación con otras latitudes, la lenta vinculación a la producción nacional y al ritmo de la modernidad, la falta de pujanza de su clase dirigente, la crónica desatención de los gobiernos centrales, pueden ser algunos elementos que han propiciado el desconocimiento y la mala imagen de nuestro solar nativo.   Este es un hecho, que en el contexto nacional, para quienes no nos conocen, Pasto es considerad como una ciudad detenida en las épocas del medioevo, sumergida en el atraso y en el estancamiento.   Cómo será la desinformación, que ha llegado al extremo de que se nos ubique como pertenecientes al vecino país ecuatoriano.

 

Pero, para complementar las injustas apreciaciones, está aquella más grave, la detestable imagen que de nosotros se ha hecho en el resto de Colombia y aún en otras regiones, fuera de las fronteras patrias, gracias al famosos “Chiste pastuso”.   Con el pretexto de un sano humor, el chiste pastuso ha sido solamente una manera de ridiculizarnos, de maltratar nuestra verdadera identidad, señalándonos como individuos ingenuos, estúpidos y torpes.   Pues en “el norte” como decimos, el vocablo más significativo para decirle a alguien que es tonto, falta de inteligencia o inútil es decirles PASTUSO, o catalogar sus acciones como una PASTUSADA.

 

Porque a través de la simbología del chiste pastuso ya se ha marcado en el saber colectivo esta imagen transmitida como un nocivo legado a cada una de las generaciones de esta comarca.

 

Es el caso de citar, entre otros, al seudo cómico Ordóñez, quien ha sido obsesionado en hacer uso de la broma a través de insulsos chistes pastusos, por medio de la radio y de la televisión, en un claro atentado contra el respeto que merece el modo de ser la personalidad de un pueblo y de sus gentes.   Desafortunadamente, nosotros, hemos sido cómplices y coartífices de este tratamiento denigrante, cuando hacemos gala, talvez par consolarnos, de que somos los autores de nuestras propias burlas e irrespetos, y cuando  aquí mismo organizamos concursos de cuento pastuso.   Y hemos retomado hoy este tema, al que hemos hecho otras veces alusión, para comentar la afortunada aparición de un folleto que a manera de una Carta Abierta a los medios de comunicación, ha publicado el periodista y profesor Pablo Emilio Obando, quien de manera brillante y muy argumentada, exige a los medios un tratamiento diferente a nuestra identidad y hace un rechazo absoluto a la manera peyorativa como se ha utilizado negativamente el chiste pastuso, acentuado, según el escritor, el estado de abandono, maltrato y desconocimiento a nuestra región.

 

Según el periodista Pablo Emilio Obando, este tratamiento nos viene como una represalia a nuestro error histórico en la época libertadora cuando éramos partidarios del poder de la corona española.   Pero afirma, hemos pagado con creces nuestra equivocación durante más de ciento cincuenta años de historia.

 

Bien por la publicación del periodista Obando, pues, ya es el momento de que las nuevas generaciones deban reaccionar frente a este señalamiento injusto sacudiéndose de esta ancestral identificación de ser los “bobos del paseo”.   No se merece nuestra ciudad nuestra gente que se la conozca únicamente por la falsa imagen del chiste pastuso y en cambio no se haga presencia por todos los demás valores que poseemos, por los talentos y las personalidades que ha producido y seguirá produciendo esta tierra, por nuestra vocación de trabajo y el amor por la patria.   Ojalá la iniciativa de la publicación a que nos referimos, sea el inicio de una verdadera campaña en contra del lesivo chiste pastuso y de una renovadora actitud de los jóvenes pastusos, dispuestos a reivindicar nuestra auténtica idiosincrasia y la dignidad y el respeto que nos merecemos.

 

VI

 

PROTESTAS CONTRA LAS INJURIAS DEL PASADO

 

 

 

 

El hábito de investigar los acontecimientos y hechos pasados, especialmente los relacionados con nuestra historia regional, nos llevó a desempolvar algunos periódicos editados en la ciudad de Pasto, varios de ellos ya centenarios, con el fin de establecer si en épocas pretéritas al solar nativo y sus habitaciones se les hizo objeto del escarnio, la injuria, insulto bajo y las afrentas contra la dignidad de nuestro pueblo, y nos hemos quedado asombrados al establecer que tanto el uno como los otros, fueron victima de la intolerancia, la ruindad y se quiere del odio de los otros colombianos que viven allende el río Mayo que sirve de frontera de nuestro departamento y el resto del país.

 

Al analizar esa serie de diatribas el lector llega a la conclusión de que probablemente Nariño no es de Colombia sino una Nación aparte y que el resentimiento de la otra Colombia se asemeja a lucha desde hace muchos años mantienen los Israelitas y Palestinos.

 

En este capítulo llevaremos al lector tres episodios del pasado para que juzgue por si mismo cual ha sido el padecimiento de nuestras gentes al tener que soportar tanta mezquindad y tanta actitud encaminada a menospreciar sus valores y a ignorar la firmeza de su carácter.

 

 

 

 

PRIMER EPISODIO (1894)

 

 

 

Es necesario dejar sentado que el departamento colombiano que más escollos tuvo que sortear par convertirse en unidad administrativa independiente, es sin duda el territorio de Nariño, el cual solamente logró su independencia después de cincuenta años de lucha por esa causa.

 

En 1894 se presentó por primera vez al congreso de la República el proyecto de la ley por el cual se creaba el departamento de Nariño.   Este hecho suscitó entre nuestros vecinos del departamento del Cauca, al cual pertenecíamos hasta ese entonces, la más impugnada ira que ser reflejó en los periódicos de aquel territorio, especialmente en los llamados “Unidad Nacional” y “Revista Caucana”.

 

En los mencionados periódicos se inició a partir de 1893 una violenta campaña para desacreditar lo que posteriormente sería “El Departamento de Nariño”, y a los extranjeros que pretendían llegar hasta Pasto se le desanimaba con la afrenta “si usted llega a ese pueblo no regresará jamás”.   Del mismo modo a nuestra bella ciudad se la pintaba con las descripciones más ridículas con el fin de denigrar de la hermosura y grandeza de nuestro suelo.

 

En enero de 1894 inició labores el periódico “El Bien Público” el adalid de la prensa del sur en defensa del décimo departamento, dirigido por el sabio jurista Manuel María Rodríguez, quien conjuntamente con otros nariñenses son orgullo de Colombia, constituyó una serie de comités para recibir a todos los extranjeros que llegaban a la ciudad, luego de lo cual se les pedía el testimonio de recibimiento que se les prodigó, del estado de los hoteles, además de su concepto sobre la gente de Pasto.   El periódico está lleno de testimonios todos favorables a la ciudad y a sus gentes, razón por la cual tomamos algunos ejemplos.

 

 

 

 

NO MAS (1)

Por: THEMIS

 

 

 

La composición social es obra de amor; es el resultado de las afinidades, conexiones y simpatía naturales y verdaderas de los pueblos que constituyen una sección nacional.

 

Jamás se debe disponer de una porción considerable del género humano como de un rebaño.   Los salteadores políticos son más delincuentes que los salteadores de cambios: sus obras son de iniquidad, tienen que desmoronarse, necesariamente.   Jamás se debe insultar ni despreciar a un pueblo entero.   Si provocado calla, no es indicio de ser imbécil; vendrá un día en que estalle su cólera comprimida, porque como lo dijera Lope de Vega, “también la generosidad se cansa, y el odio sucederá al amor cuando el agravio excede”.

 

El soberbio y el modesto no se hermanan:  como Essaú y Jacob lucha en el vientre de su madre causándole terribles dolores.

 

¡Un ángel y un demonio, jamás se darán un abrazo de amor!

 

Los enemigos de nuestro ser son insensatos:   quieren amor a cambio de odio, estimación a puro desprecio; favores a puros agravios.  Y cuanto más inverecundos y execrables, tanto más presumen de alteza y dignidad.   “Los odios de los hombres, observa Tácito, son tanto más intensos cuanto más injustos”.

 

Los enemigos de la masa de pueblo que llaman Pastusos, son bien conocidos.   No se cansan de denigrarnos de palabra y por escrito, de día y de noche, sin ton ni son, con las más estólidas leyendas y caricaturescas descripciones.

 

Cómo han coronado de espinas, abofeteado y escupido a la Reina de Atríz, a la gallarda Amazona del Sur de Colombia, ¡sin razón ni motivo!  Y cómo han dejado caer el mismo azote y las mismas maldiciones sobre todos los pueblos del sur que están vinculados a nuestra suerte y descocada apología y en desarrollar al género humano, porque no pueden amar ni estimar a nadie!  Y dale a tirar piedras untadas de lodo a nuestra hospitalaria madre, con rabiosa, eterna y desesperante inquina;   con rabiosa, eterna u desesperante detracción!   Si al infierno van serán por maldecimos!

 

La aversión y la mala voluntad de los hombres trascienden, infaliblemente, a sus pensamientos, palabras y obras;   y los inducen a impedir y estorbar el bien y hacer el mal que está a sus alcances.   Con los nos quieren mal ¿podremos perseguir ideales de ventura?

 

El odio y el desprecio de parte de los que pretenden el señorío, es un continuado martirio, un sangriento ridículo, una desvergonzada tiranía que a la larga minan el corazón y la inteligencia de los pueblos y los postran lastimosamente.

 

¡SEPARACIÓN!

 

La separación hará mucho bien y rehabilitará al aborrecedor y aborrecido: aquel será cuerdo por la pena y aprenderá justicia; este fortalecerá su corazón y sentirá el alma en su lugar al respirar con más libertad, verá regenerarse todo su ser, y como un sol del fondo del caos, surgir su pensamiento irradiando sobre su frente coronas de luz.

 

Según cristiano historiador, señor José Manuel Groot, Dios quitó a la España su joya de América porque se hizo indigna al poseerla.

 

Es cierto que Dios existe.

 

Y por eso Dios consciente pero no para siempre.

 

Pero…… que harán Pasto y el Sur separados de Popayán …. Cuando  Popayán se morirá de hambre?

 

Con razón dicen que entre más vive uno, más casos oye;   eso que acabamos de oír era la tapa del cóngolo que esperaba el siglo XIX para escuchar en paz el proficistere onmia soecula!

 

Con razón se oyó en nuestra viva una carcajada estentórea, homérica, interminable….!

 

Arboleda decía:   “Pasto, Pasto! Pasto, Pasto para todos y para Pasto NADA” .

 

¿Para qué nos queréis buenas gente?   ¿Para qué queréis gentes detestables que viven a nuestras expensas? Para despedazarnos todos los días psicológicamente con odio Vaticano, con sarcasmos como puñados de ascuas que nos caigan en el seno y nos quemen el alma.

 

¡SEPARACIÓN!

 

La de los pueblos como los del Sur y Popayán, la exige la justicia, y con ella, la dignidad, la delicadeza, y el decoro;   la política y el patriotismo bien entendidos.

 

Queremos librarnos de la soberbia, del odio y de la envidia, porque son un estorbo para el bien.

 

Del incorregible por terquedad, decía el famoso Quintillo de que había Horacio: 

 

“Dejad a ese orate, adorándose así mismo y a sus obras, solo y sin rival”.

 

Así te van a dejar, pobre antagonista! Supervbia tua te decepit…

 

Y como decía Herrera:  “Llorad, naves del mar, que es destruida vuestra vana soberbia y pensamiento”.

 

No pensemos, como otro, que hemos monopolizado a Dios y valía del mundo, y que somos el ojo del universo. Pero si sabemos confiar en Dios como los de Gran República: In God We Trust.

 

Las provincias del Sur no quieren perecer ni oírse llamar el adorno capilar del Cauca!   De que manicomio salió ese adefesio?

 

No hace mucho el señor Manuel Antonio Sanclemente dijo en un informe a la Asamblea Departamental, que Barbacoas, Túquerres, Ipiales, Bolívar,…son lo mejor de lo mejor que tenemos: el orgullo y la delicia de los hijos del sur, y hasta de sus enemigos en él encuentran patria, hogar y un pedazo de cielo!   Tumaco es una ciudad bella como sueño de poeta: es una perla que arrulla con amor el Pacífico cerca de nuestras costas espléndidas de occidente.

 

Barbacoas!   Es como si dijéramos un acervo de granos de oro.   Sus hijas son las gaditanas del sur de Colombia.

 

Túquerres:   cuna de hombres importantes y capital de un gran movimiento mercantil!

 

Ipiales, parece una linda villa de la tierra de Canaan!

 

Caldas, patria de valientes y de hombres de incontrastable carácter!

 

“Quiero que en Pasto esté mi sepulcro” dijo don Julio Arboleda.   El la llamó “Ciudad Sagrada” nombre que reprodujo el Señor Miguel Antonio Caro con la generosidad de un gran Hombre…   ”ciudad respetable” la llamó el General Joaquín Posada Gutiérrez.   “Ciudad de mis encantos” decía el Obispo Puyana, “tu ausencia me lleva al sepulcro”.

 

Si muchos de los hijos de Pasto no tenemos oro en el arca, si tenemos oro en el corazón.

 

¡Hermosa Reina de Atríz! Prepara en silencio tu traje de gala que tus cadenas se van limando y al fin saldrás del encierro al dosel;   de la penumbra a la luz!

 

No importa que los enemigos arrojen a tu campamento las ollas llenas de áspides que los soldados de Aníbal tiraban a las naves de Roma:  Todos los pueblos del sur de Colombia son dignos de hacer causa común con Pasto, y Pasto con ellos.  ¿Como contrarrestar la voluntad de Dios?.

 

¡De ninguna manera!

 

(1) Tomado del periódico “EL BUEN PÚBLICO”.- Pasto, año primero, número 31 del 20 de Agosto de 1894.   Creemos en Themis corresponde al seudónimo del gran jurista Manuel María Rodríguez, uno de los fundadores del Departamento de Nariño.(Juan Augusto Ortiz Cabrera).    Igualmente, presumimos que se trata del mal logrado humanista Tomas Hidalgo Calvache, primer mártir de la gesta independentista. (Pablo Emilio Obando Acosta)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CARTA OCURRENTE A LA COLUMNISTA DE “EL ESPECTADOR”, MARÍA TERESA HERRAN POR SU “OCURRENCIA” CONTRA NARIÑO EL 18 DE ABRIL DE 1967

 

 

 

Muy estimada Señorita:

 

Su “ocurrencia” sobre Nariño en “EL ESPECTADOR” del pasado jueves fue realmente una “ocurrencia” de pésimo mal gusto.   Levantó una oleada de airada y justa protesta y con sobrada razón.   Le faltó en sus apreciaciones sobre este querido Departamento delicadeza, respeto, elegancia, finura, donaire, cortesía y sobretodo objetividad.

 

Esa mirada y esa sonrisa un poco burlona que Usted señorita lanza a nuestro Departamento desde esa fotografía que encabeza su desafortunado comentario del jueves pasado es un injuria y un insulto que merece nuestra enérgica reprobación.

 

En todas partes, señorita, se cuecen habas, cada región del país tiene sus pros y sus contras;   sus cualidades y sus defectos. Ninguna región del país puede alardear con justicia de poseer el paraíso terrenal, también en otras latitudes existen lunares, sombras que no dejan brillar totalmente el sol de la absoluta prosperidad.

 

Si los pastusos tienen, por ejemplo, una tonalidad especial en su hablar que los caracteriza y delata, pues….. también tienen “su habladito” y muy característico y talvez menos castizo el costeño, el bogotano, el llanero y el boyacense, son modalidades muy interesentes que enriquecen el folklore colombiano. Usted ha tomado de aquí ocasión para un comentario salpicado de hiriente desprecio y realmente es una “ocurrencia” de pésimo gusto.

 

Imagínese Usted que nos pusiéramos a la antipática tarea de relevar los defectos lunares de las gentes de otras regiones del país, las cosas que diríamos y las “ocurrencias que se nos ocurrirían” (perdone la redundancia).   Pero, señorita, ese no es el camino, no es cortés, ni urbano echar a la cara de los “parientes pobres” sus defectos son descarga insolencia, eso no es constructivo, no positivo, ni caritativo.

 

Que bueno que Usted se la “ocurriera” visitar estas bellas tierras del sur de Colombia, realmente Usted. no encontraría muchos adelantos de tipo industrial y material, pero un pueblo no se valoriza por sus adelantos de tipo material únicamente, hay otros ángulos de vista, otros aspectos que enaltecen la fisonomía, la valía de un pueblo.

 

Ojalá se le ocurriera venir a Nariño (hay personas generosas que le obsequian el pasaje en avión y le brindan cariñosa hospitalidad) y podrá admirar un paisaje muy grato a sus ojos, Nariño aparecerá ante sus ojos como una alfombra de lujo donde el campesino honrado y laborioso ha pintado con el pincel de su azadón y arado, el verde de sus sembrados. Usted podrá admirar la majestad del Galeras, símbolo de la raza, por sus bocas abiertas se siente palpitar el pecho colombiano.   Usted podrá conocer la laguna de la Cocha, rincón de Colombia que nada tiene que envidiar a los lagos suizos, tiene el mismo embrujo, los mismos contornos y la misma invitación al infinito.   Usted podrá conocer el puente sobre el Juanambú, atrevido salto sobre el abismo, podrá admirar la telaraña de acero y el cauce profundo de un río que ha roturado a pico la tierra nariñense.   Usted podrá visitar el Santuario de las Lajas y le aseguro que quedará extasiada ante la majestad de un templo y estoy seguro de que el rostro de la Virgen, desde la piedra cautivará su admiración.   Que bueno que ante esta imagen bendita se le “ocurriera” pedir a la Señora mas caridad, más comprensión, más objetividad cuando escribe.

 

Que bueno se le “ocurriera” venir a Pasto y podrá admirar, por ejemplo, sus bellos templos. Que bueno que se “ocurriera” tratar aquí con sus gentes y se daría cuenta de que por estas latitudes, aunque un poco retiradas del centro de la Nación, también hay nobleza de sentimientos, hidalguía, caballerosidad, pasión, franca hospitalidad, respeto por la debilidad ajena, lealtad, honradez.

 

Señorita:   Realmente por aquí, en Nariño, hay muchas cosas dignas de toda admiración, es un rincón de Colombia a donde se puede venir con todo un programa de turismo, que muchos del norte no conocen estas bellas tierras pues la explicación es muy sencilla: los nariñenses y, en particular los pastusos, tienen una bella cualidad y es que son sencillos, no les gusta hacer petulante ostentación de sus riquezas regionales y humanas, no son como en otros sitios que cacarean a diario a los cuatro vientos algún rinconcito donde Dios ha posado su mirada. Los nariñenses guardan con recato y sencillez la belleza de su paisaje y las riquezas de su pueblo.

 

Que bueno que se le “ocurriera” pensar algún día que Nariño es un Departamento de nuestra querida Nación colombiana, que por aquí cerquita nace  el Magdalena, arteria de la economía colombiana, que aquí en “el Nudo de los Pastos” parten las cordilleras que son la columna vertebral del país.

 

Que bueno se le “ocurriera” pensar en lo que Nariño significa para Colombia y sobre todo  que bueno que se le “ocurriera” captar en algo las riquezas admirables que encierra el alma del pueblo nariñense.

 

Yo no soy de Pasto, ni de Nariño.   Vivo en Pasto, conozco Nariño y he tratado a sus gentes.   Admiro esta tierra bella y generosa, me he asomado al alma nariñense y me he dado cuenta de sus cualidades, trato de comprender sus repliegues y procuro disimular sus lunares.

 

“Sus ocurrencias” del pasado jueves, a través de las columnas de “El Espectador”, son insultantes, hirientes y de pésimo mal gusto, ojalá no se le sigan “ocurriendo estas clase de ocurrencias”.

 

Por favor, señorita, visítenos, miremos de cerca y verá las cosas tan bellas que se le ”ocurrirán” sobre Nariño y sus gentes.

 

Perdón por “mis ocurrencias”  de esta carta.

 

Atentamente,

 

Mario Mejía, S. J. (I)

Rector Colegio Javeriano

 

(I) Mario Mejía: religioso Jesuita que se desempeño como Rector del Colegio Javeriano de Pasto por varios años.   Es oriundo de la ciudad de Marinilla (Antioquia).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

(SEGUNDA PARTE)

 

NARIÑO

ANTE COLOMBIA Y EL MUNDO

 

 

 

 

 

LECTURA SEMIOLÓGICA DEL HUMOR

CECILIA CAICEDO

Trabajo presentado en el XXXV Congreso Colombiano de Psiquiatría, Cartagena, 10 de Octubre de 1996.

 

 

Este artículo está inspirado en un trabajo sobre un tema similar, que sirve de base a esta propuesta para leer el chiste popular colombiano como referente simbólico, del hombre como ser social e individual. (1)

 

 

 

RELACIÓN DEL HUMOR Y LA CULTURA

 

 

 

La apertura intelectual en modernas concepciones de cultura, para asumir la vida cotidiana como fuente de reflexión, como motivo de auscultación y como espejo seguro del mar de la memoria individual y colectiva, ha posibilitado que el tema del humor se aplique en estudios Inter y transdisciplinarios que nos permitan entender desde la filosofía, semiología, psiquiatría, sicología, literatura, lingüística, etc., cómo opera el discurso humorístico, y el de la risa como su sucedánea, en su manejo cultural y terapéutico superando de esta suerte la ubicación del estudio del humor al ámbito de lo no oculto, como había sido planteado por algunos sectores de investigación social.

 

Mi compañero de simposio (2) mostró desde el ámbito médico la semiología y el radio de acción del humor en sus etapas propedéutica, diagnóstica y terapéutica.   Mi reflexión está encaminada a mostrar el manejo del humor en la arquitectura del chiste popular colombiano como elemento y camino social, que al manifestarse en la lúdica, recrea (lo que implica: asumir, saber aceptar o negar, etc.) buena parte de la matriz cultural colombiana formada en el recorrido de un país, que si bien su historia alcanzada en 500 años de occidentalización lo hace joven, su formación discursiva se ha ido sedimentando hasta formar en el chiste popular unos estereotipos que al tiempo que encubren, develan el plexo cultural formado, desde incluso antes de la presencia ibérica en nuestro territorio actual.

 

Humberto Eco (3), siguiendo a Luigi Pirandello (4) reafirma el humor como sedimento de lo opuesto, a diferencia de lo cómico que es asumido como la percepción de lo opuesto. Desde esa premisa proponemos ver el chiste popular colombiano, objeto de reflexión, como la concreción colectiva del humor, asumido como sentimiento de lo opuesto y no desde la comicidad que mueve su representación.   Es desde ese sentimiento de los otros, como alteridades no admitidas, como otros de la negación, lo que permite ver que en el chiste colombiano típico se mueve, en los escondidos terrenos de lo sinuoso, buena parte de la información discursiva que negamos desde la racionalidad del discurso oficial.

 

Desde otro previsto si el chiste se inscribe en el humor, se instala en lo cómico, provoca la risa, ello también nos permite entenderlo como expresión festiva de lo cultural, al tiempo que nos aproxima a sus claves de interpretación, porque como hecho cultural articula un código propio de significación que subraya su campo de connotación y de polivalencia.   Desde esta perspectiva lo que aquí se asume como chiste típicamente colombiano, construye en su enunciación una tipología, cuya significación ha perneado todas las capas socioculturales, implementando unos sólidos referentes, que son entendidos por los colombianos, con idéntica propiedad, en cualquier parte de nuestra geografía nacional.   No necesitamos traductor del código (explicaciones nunca necesarias) porque el chiste es un enunciado simbólico de profunda implicación social, que se potencia gracias a las características de producción que lo acompaña.   Si bien, la autoría del chiste es anónima, su ampliación semántica se reformula por el colectivo que lo recrea, lo actualiza, lo modifica, lo adecua, minimiza o acrece la anécdota, permitiendo de esta forma la intervención de un narrador (múltiples contadores) que dispone de la libre invención y de la posibilidad de conflictuar la significación de diversas maneras, inmersando una lógica de apariencia diferente cada vez que cambia el narrador o cambia la situación a la que se aplica.   Y señalamos que la lógica es diferente en apariencia porque los marcados de representación básica no se modifican.   Y en esos elementos básicos de la enunciación simbólica, es en donde podemos leer cómo opera y que elementos maneja buena parte de nuestra formación discursiva.

 

El chiste por sus características peculiares, en las que resalta el carácter privado y el tono familiar, cuando es asumido como respuesta  plural, desde la vida cotidiana, funciona como código cultural libre de censura y como canal de diálogo cotidiano.   Inserto en el nivel coloquial, el chiste permite restablecer el equilibrio cultural anulando el distanciamiento con lo sagrado o dogmático, con lo cual libera al extremo los más intrincados niveles de la formación cultural, léase discursiva.

 

De otra parte, como tal fenómeno de cultura popular, el chiste entra en relación con las formaciones culturales específicas;  de ahí que al moverse al ritmo de los dictámenes y modas, esté sujeto a una antropología local, con lo cual posibilita ser asumido desde la conceptualización etno-metodológica.    Y es éste elemento de antropología local lo que pretendo resaltar en este espacio.

 

En efecto, el chiste popular colombiano articula en un modelo peculiar de significación, los caracteres nacionales de histórico, racial y político más relevantes, hasta el punto de tipificar y reducir su comprensión al interlocutor nacional sin ninguna dificultad, mientras que el receptor extranjero exige la traducción del código.

 

Como habíamos expuesto líneas antes, si bien el chiste se inscribe en el humor, se instala en lo cómico y provoca la risa, conviene recontextualizar las implicaciones de la risa en su relación con el humor.   Mijail Bajtín (5) sostiene la existencia de por lo menos ocho características básicas de la risa, de las cuales subraya la última que señala el carácter ideológico, en tanto la risa detenta un profundo valor de visión del mundo y en la medida en que deja percibir aspectos inéditos de la existencia humana que la seriedad enmascara o escamotea por exceso de moralidad o dogmatismo.

 

Desde esta última función de la risa, podemos asumir en el humor su intenso sentido de simbolización, y su efecto de desacralizar lo oficial, lo tabú y lo prohibido.   De ello se deriva que el objeto semiótico del humor y particularmente del chiste sea:   restablecer el equilibrio cultural.

 

Desde esa función ideológica señalada por Bajtín se puede asumir el humor, que vuelve legibles las diferencias culturales, legibles los juicios de valor que oficialmente se niegan, legible el entramando de las valorizaciones en negativo y positivo que establecemos sobre regiones, actores culturales en el chiste popular colombiano.

 

Como el chiste colombiano modela su significación en marcas culturales nacionales de diferente tipo, articulamos a continuación, explicaciones de carácter histórico, racial, político, etnográficas y de doblamiento, desde las cuales proponemos una decodificación del chiste en sus ampliaciones discursivas.

 

En la lectura del chiste popular colombiano se reconoce cuatro actores básicos, que lo tipifican: paisa, pastuso, costeño y bogotano, que corresponden al chiste que circuló entre la década de los 60 a los 80’s alrededor de u patrón común, designado por el rol que desempeñaban estos protagonistas.   El corpus utilizado permitía observar la existencia de un prototipo en donde el rol de los protagonistas nombrados actuaban en conexión textual dentro de una gramática de la acción cómica, en la asunción de roles desde los opuestos, que mediante hilaridad, en efecto sardónico, humorada fina, propiciaba la risa final en el auditorio.

 

TIPIFICACIÓN DE PROTAGONISTAS

 

Por su reiteración y reelaboración permanente: el pastuso, el paisa, el bogotano y el costeño, lograron conformar el elenco del chiste popular, a partir de un acumulado de significado, que se fue formando durante un largo proceso cultural hasta constituir unos semas de valor que actúan como señales de tipo icónico y por lo tanto de fácil y rápida percepción.   Por esta razón es innecesaria una intermediación explicita, porque el rol de los personajes es prácticamente conclusivo, su caracterización se asocia inmediatamente, se anuncia al actor, y el auditorio o receptor recupera inmediatamente los semas de calor; cuya connotación se han formado durante el desarrollo de la historia y la nacionalidad colombiana.   La conceptualización que ha venido fijando en el inconsciente colectivo podría resumirse en actores y roles, así:

 

a). Paisa: Sinónimo de inteligencia, sagaz, astuto, triunfador, aventurero.   En términos generales desempeña el rol del listo en la gramática del chiste.

 

b). Pastuso:  Significa el hombre torpe, confiado, sin malicia, simple, elemental y por lo tanto su rol básico enuncia torpeza y objeto de utilización.   No aludimos a los chistes de retaliación del pastuso, como respuesta lúcida para atacar las manipulaciones del humor desde el humor mismo.

 

c) Costeño:   Alusivo a lo basto, chabacano, bullicioso.

 

d) Bogotano:  Representa al hombre citadino, aliñado y astuto, buscador de ventajas, refinado y especialmente elusivo.

 

CONNOTACIONES CULTURALES

 

Como ENUNCIADO de comunicación los cuatro tipos señalados caracterizan y definen el chiste colombiano y es desde esa semantización lo que nos permite aventurar una explicación para descifrar las connotaciones que subyacen en la formación socio-semántica de los términos:

 

a. “Paisa”:   Visión etnográfica.

 

El “paisa” de los chistes colombianos alude en especial al antioqueño con las características ya señaladas.   La formación de éstas, creemos, pueden explicarse en los orígenes raciales de los antioqueños y en expansión el concepto cobija al hombre del antiguo Caldas, región hasta donde se extiende la mariposa verde de la colonización antioqueña.

 

Según etnógrafos e historiadores los fundadores y primeros pobladores españoles de esta parte de la geografía fueron de origen catalán y vasco.   Apellidos, topónimos, rasgos étnicos y carácter son la mejor prueba de relación etnográfica.   A su turno vascogodos y catalanes, dentro del contexto español contemporáneo son reconocidos como gente trabajadora, incisivos y hábiles negociantes.   No en vano Cataluña y en especial su capital, Barcelona, se reputa como el motor económico de la nueva España.  De esos orígenes de doblamiento “el chiste colombiano” exalta un término que sugiere una correspondencia con las características del grupo migratorio europeo y que potencia además el carácter cultural del grupo humano regional.

 

La asociación con las características que rodean al primigenio poblador español de la región, explica, en buena medida, que ante la sola mención del enunciado “paisa” como personaje del chiste nacional, se produce en el escucha las marcaciones de “listo” enunciadas antes y que son referenciadoras en el consciente colectivo de unas consideraciones raciales de superioridad, devenidas de manera básica de las realizaciones económicas.   Deriva de ello la comprensión de una formación semántica que ha ido sumando aspectos positivos (poderío económico, actitud emprendedora, visión optimista de la vida) en el inconsciente colectivo que al momento de producirse el chiste, que es expresión festiva de la simbólica popular, se potencian, sublimando, o poniendo en positivo, los rasgos caracterizadores de la región.

 

El significante antioqueño o “paisa” evoca en el interlocutor la valoración en alto grado de inteligencia, el carácter aventurero, la acción y capacidad empresarial.   Este amplio campo de significación que se ha formado en el transcurso de la historia se maneja en el chiste con el empleo de “lo paisa” como significante mínimo, con el cual se posibilita la ponderación (como el listo del chiste), en un evidente entorno de fetichización, del tipo racial que el colectivo supone es el más blanco dentro del conjunto mestizo nacional.

 

Daniel Samper Pizano (6) sugiere que el carácter victorioso que acompaña el rol del paisa en el chiste colombiano se origina en el hecho de ser justamente el humor antioqueño el que al repartir los roles, por se los creadores de la caracterización del chiste nacional, se auto signó el señalado carácter positivo y triunfador.

 

 

 

b. “Pastuso” Visión histórica.

 

El segundo actor, generalmente presente en el considerando chiste nacional, toma su tipo de una región fronteriza del país.   En la enunciación del rol que juega el pastuso, se esconde un concepto preñado de significación y que es susceptible de ser explicado a partir de remotísimas causas históricas, que sumergidas en el inconsciente social ejercitan un evidente acto punitivo para zaherir una conducta social, inexplicable para el conjunto político oficial.

 

Así el chiste desplaza hacia la ridiculización el grueso de la significación.   Y en ejercicio de esa acción enunciativa el chiste, que se expresa a partir de lo grotesco, exagera y ridiculiza con significantes mínimos los juicios de valor que el imaginario colectivo implica en la enunciación comunicativa.

 

De ahí que sostengamos que detrás del término ”pastuso”, aflora el chiste, y como manifestación del inconsciente colectivo, una vieja rencilla política, que favorecida en su momento por algunos sectores de la clase dirigente y de los historiadores compulsivos del pensamiento oficial, ha sido manejada por la cultura popular en una especie de permanente acto punitivo.   Sugerimos que la connotación despectiva que raya en lo peyorativo puede ser asumida a la luz del proceso histórico colombiano y que su carga semántica se gesta en la oposición a la campaña emancipadora, en tiempos de la independencia de España, sostenida por los “pastusos”.

 

Como es sabido Pasto fue el último bestión realista y denodada y aguerrida fue la lucha que los patriotas sostuvieron contra ellos para consolidar la independencia.   El ardor en el combate que desarrolló el pastuso en defensa de su rey Fernando VII, cuya adhesión se explica por razones bien diferentes a la simple terquedad o ignorancia, que no viene al caso analizar en este artículo.   Aunque conviene recordar en rápido paréntesis que el inicio de la gesta independentista tiene sus primeros representantes en los tuquerreños que en 1800 se alzaron contra los hermanos Clavijo, encomenderos españoles que encontraron la muerte en un alzamiento indígena.   Es igualmente importante anotar la actitud de extraordinaria defensa de su entorno, su cultura y su cosmovisión adelantada por los Agualongos y Merchancanos, que bajo del rey defendieron con saña y valentía el valor del terruño de verdes milenarios.

 

Sugerimos, en cambio, como uno de los motivos, del origen de la carga semántica al significante y al rol del pastuso en el chiste popular, la referencia al proceso histórico señalado, cuando consolidaba la independencia de las colonias al respecto de la Corona Española y afianzada la República, el país, frente a la actitud de los vencidos monárquicos pastusos, deriva sentimientos de rencor, dolor y repulsa, que salen a flote en la semantización que en el chiste mueve el rol “pastuso”.

 

El sentimiento agrio surgido alrededor del conflicto histórico contra el pastuso, racionalizado en tiempos de guerra, agenciado por algunos dirigentes e incomprendido por el resto de la población colombiana, a la cual la historia nacional nunca le informó ni el ha informado suficientemente sobre las verdaderas causas que explican la, en apariencia ilógica y absurda, actitud del “pastuso” ente la coyunda española, va cimentando en la conciencia profunda del colectivo nacional, la homologación semántica entre el gentilicio y una actitud mental, que está muy lejos de ser real.   Esto es, surge para el significante “pastuso” una acepción uniforme y mantenida que aparece en el chiste colombiano, hiperbolizando y con ello signado, peyorativamente, con una forma de ser a los habitantes de una región geográfica del país.

 

Y el humor, que según Pirandello y Eco es el sentimiento de lo opuesto, permite evidenciar en el chiste el proceso de significación en su evolución interior.   Del conflicto histórico, ya no se recordará nada ni a él como causa se alude en el contexto del chiste.   Sólo aparece referenciando el efecto de repulsa nacional que soterrado alienta en el inconsciente colectivo y que agencia en el chiste colombiano la homologación del significante pastuso en su acepción de torpeza.

 

Los lingüistas tendrán otras explicaciones para interpretar la animación semántica del término, descontextualizado del chiste como escenario para el cual fue creado, abarca y esto en cualquier parte del país, al lenguaje coloquial que incorpora la connotación decantada en la estructura superficial del lenguaje.   Por eso cuando alguien se equivoca, se califica a sí mismo por su acción como “pastuso” y si es su interlocutor el que comete idéntico apelativo.

 

 

 

c. “Costeño”:   Desde la antropología social y orígenes del poblamiento.

 

El “costeño” como prototipo del chiste se convierte en un significante que enuncia y descubre un significado que se ha ido consolidando en el transcurso de la cultura colombiana.   El sema de valor que aparece en la superficie verbal, que se contextualiza en el chiste y que circula, igualmente a nivel coloquial, parte de la estructura profunda del lenguaje, y llega al nivel superficial tamizadas ya las causas que lo explican.

 

El hombre negro – esclavo, de origen africano, traído a América para sustituir el indio en los trabajos de las minas de sal, esmeraldas y oro en los tiempos de la colonia, es étnicamente la piedra angular del mestizo costeño actual.

 

Cuando nos referimos al rol que desempeña el blanco, paisa, resaltamos dos valores implícitos que evidencia:   el machismo y el carácter racista, con el cual se muestra la superioridad del blanco.   La actitud racista, también aparece y con igual fuerza, pero desde la otra orilla, en el tipo costeño del chiste colombiano.   Así el negro – esclavo, que es una de las fuentes básicas del origen racial del costeño, tipifica en la superficie lingüística, explícita en el chiste, la connotación de lo vulgar, sucio, basto y ordinario, como manera inconsciente de recordar la mugre de las barracas y el estado ignominioso de hacinamiento al cual fueron sometidos los esclavos africanos traídos a estas tierras.

 

De hecho esta significación funciona como estigma, vista desde la perspectiva de blanqueamiento se ha fundamentado en el inconsciente cultural colombiano.

 

La premisa del costeño como hombre “bullanguero” que lo acompaña a nivel categorial, parece desprenderse de la pervivencia de la música ritual, de los cantos de vudú, de los ritos tribales, que desaparecidos a expensas de la conculcación cultural, se transformaron mediante sincretismo con los cantos y la liturgia religiosa primero, para aparecer firmes en la música, el baile, la contorsión y danza actuales.   El costeño, de esta suerte, con base en sus ancestros evidencia en su ser musical el funcionamiento del sustrato étnico básico que alimenta su cultura.

 

El chiste colombiano recoge en el tipo que con él plantea, y por supuesto derivándolo hacia lo grotesco, el último sentido, o sea entender que en el significante el sema de valor que pervive está en la afinidad con la música estridente, que hiere los oídos, etc.   Y de mal gusto, en un programa de T.V. colombiana “Dejémonos de vainas”, cuando el costeño se equivoca, todos a una lanzan el apotegma “costeño tenía que ser”, a partir del cual se ha internalizado el giro y el concepto en todo el país.

 

Después de la interiorización de la historia, costeño, pastuso y bogotano como se verá más adelante, terminan compartiendo la semantización despectiva, aunque agenciada y asumida en gradación diferente; en tanto los tres expresan el sentimiento de lo opuesto, desde lo racial, lo político y lo social, respectivamente.

 

El chiste a partir de la hiperbolización, desplaza y olvida las explicaciones históricas, económicas, sociales y culturales para manejar en su tipificación un código de significación que refleja aquellas y ya sin aludirlas en primer plano muestra el sentimiento de lo opuesto, que permite la fijación social y comúnmente aceptada, para evitar con ello la risa fácil y espontánea, cuya significación subyace en la propia formación histórico -  cultural.

 

 

 

d. “Bogotano”:    La ciudad reciente.

 

 

El bogotano es el cuarto tipo que campea dentro del chiste colombiano.   Este está asumido en sentido despectivo para tipificar lo citadino.   En este caso la actitud de revancha del conjunto social marcadamente rural se ejerce en el desprecio que le produce y merece el único representante de la ciudad. Tal parece que el colombiano cuya vida se ha desenvuelto en el marco de la provincia, lo que lo hace en esencia ruralista, siente recelo del hombre atildado, de corbata y engolado que representaba a las minorías citadinas.

 

La ciudad es cosa reciente en Colombia, porque hasta la década de los años cincuenta el 70% de la población era rural y sólo para la década de los años setenta, el 70% del total de la población se convirtió en urbana, en virtud del desplazamiento campesino a las pequeñas y medianas ciudades, pero esencialmente a Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla, que con el correr de los tiempos después se convertirían en cuatro polos de desarrollo.   Conviene precisar que el traslado es en esencia paraestructural, ya que el hombre como nuevo poblador de ciudad cambia de entorno pero conserva en su nuevo hábitat los valores y su agenciamiento sigue siendo de cuñoria, las barriadas y las zonas marginales, si bien es cierto, con el correr de los tiempos, irán adquiriendo una sicología y una cultura propias, tampoco es equiparable a la típica actitud mental del hombre urbano ;  y ello se traduce en recelo, temor y distancia con que el campesino ve al capitalino y hombre citadino.   Esto es, el humor erige en el chiste popular la distancia, volvemos al sentimiento de lo opuesto, que las mayorías somatizan en el chiste como el recelo de las mayoristas mentalidades campesinas frente al nuevo, distinto, otro, hombre de ciudad.   La desconfianza con que el campesino o el provinciano avecinando en la ciudad, ve al típico hombre que representa la citadino, previsto como ser superior, ya en el chiste lo descifra en el desdén al personaje que representa el mundo citadino.

 

En conclusión el chiste nacional colombiano al tomar un muestrario en extenso de diversos puntos cardinales del país y al enfocar los roles a desempeñar desde los más variados ángulos se convierte en aguda radiografía del desarrollo, la concepción y la formación de la mentalidad colombiana.

 

El chiste, en síntesis, recoge los rasgos reveladores del comportamiento nacional. Y un trabajo interesante de psicolinguística podrá relevar los caminos escondidos que dejando su huella marcada en la superficie del idioma, revela el sentir nacional colombiano, cargado de contradicciones, de intereses y de conflictos que nos permiten finalmente el desentrañamiento en la estructura profunda del idioma para medir desde allí el manejo de las discursividades populares.

 

 

 

REFERENCIAS

 

1.       Caicedo, Cecilia. El chiste popular colombiano y sus características culturales. Congreso Nacional de la Lengua. Literatura y semiología. Universidad Industrial de Santander; Bucaramanga, 1980. Publicado en Revista Universidad Tecnológica de Pereira. Vol. 2. año 2. pags. 25 a 31. 1981.

2.       Castilla, Oswaldo. El humor, lo cómico y lo chistoso. XXXV Congreso Nacional de Psiquiatría; Cartagena. 1996.

3.       Eco, Humberto. Lo cómico y la regla. En: Las estrategias de la ilusión. Barcelona: Lumen, 1987.

4.       Pirandello, Luigi.   El humorismo. Madrid: España – Calpe, 1961

5.       Bajtín, Mijail.  Problemas de la poética en Dostoievsky. México: Fondo de Cultura Económica, 1986

6.       Samper, Daniel. Humor regional en Colombia. Prototipos, características y vertientes. Nueva Historia de Colombia. Bogotá: Enciclopedia de Planeta Tomo V. VI. Pgs. 327 – 351

Rev. Col Psiquiatría. Vol XXVI No. 3, 1997

 

 

 

 

 

TEMAS OCASIONALES SOBRE EL CHISTE PASTUSO

ARMANDO MONTENEGRO TRUJILLO

 

 

 

 

Quienes han meditado sobre el tema de la risa y el humor, con frecuencia encuentran en sus raíces la brusca comparación entre las supuestas virtudes de quienes hacen los chistes con los supuestos defectos y carencias de quienes los sufren.   Hace muchos años, Hobbes afirmaba que “la risa no es más que la súbita gloria que nace de la comparación de alguna eminencia de nosotros mismos con la enfermedad de los demás o con la de nuestro pasado”.   En el mismo sentido, Spender manifestaba que “la gente divide a los demás entre aquellos de quienes se ríe y aquello con quienes se ríe”. A diferencia de los chistes ingenuos, que simplemente truecan y distorsionan el sentido de las palabras o los hechos, los chistes contra los grupos sociales puede tener un carácter tendencioso y hostil (en la clasificación de Freud): con ellos se trata de señalar en forma aguda, y algunas veces peyorativa, las características disonantes de un segmento minoritario en contraste con las de un grupo dominante.

 

Para poner en perspectiva los cuentos de pastusos, es necesario recordar, en primer lugar, que en muchos países existen grupos sociales de quienes se hacen burlas: los polacos en Estados Unidos;  los irlandeses en Inglaterra;  los belgas en numerosas partes de Europa;  los gallegos en España.  Son también conocidos los chistes de judíos, algunos de ellos mencionados por el mismo Freud en su conocido estudio sobre esta materia.

 

Una observación general sobre el contenido de estos chistes muestra que a través de ellos se reconoce la existencia de “otros”, de grupos humanos diferentes a los dominantes, sobre quienes se realizan descargas relativamente agresivas. El común denominador de estos chistes -que con frecuencia son idénticos en los diferentes países– es la supuesta falta de capacidad mental, la ingenuidad, el atraso y la torpeza de los grupos sobre los cuales recaen las burlas.   Otros temas usuales en algunas latitudes son los supuestos defectos de algunas minorías: sus vicios, su pereza, su violencia e irracionalidad y, en algunos casos, sus defectos físicos.

 

En el cuento pastuso, sin embargo, aparecen tres elementos distintivos. El primero: el contenido de chiste, que se burla de atraso de un grupo humano que sufre un notable aislamiento y un evidente regazo económico en el contexto de un país que se moderniza en forma acelerada.   El segundo, su origen, del que son responsables ciertos grupos que acaban de acceder a la modernización y que, con frecuencia, a través de la burla, expresan una inseguridad propia de quienes han adquirido recientemente su condición de personas modernas.  Y el tercero, el más importante, el objeto del chiste:  los pastusos, que solo puede explicarse a partir de los rasgos característicos de este grupo humano, así como de su peculiar historia de enfrentamientos y desencuentros con el resto del país.

 

El contenido del chiste pastuso.

 

El motor fundamental de la gran mayoría de chistes pastusos es el ataque burlón a la finura de un individuo desconcertado,  que sale de una cultura atrasada y cerrada para enfrentarse a otra, moderna, ruidosa y extraña, a una cultura que utiliza un lenguaje y unos códigos que ese individuo desconoce, unos avances técnicos y una serie de costumbres y convenciones modernas en todo diferentes a las suyas, las del pastuso más atrasado.   En ese contexto, ese individuo se equivoca, confunde los términos y, en forma torpe y trágica, arrollado por una modernidad que no entiende y, por supuesto, no domina.

 

El contenido de los chistes pastusos ilustra con precisión esos sentimientos.   Con ellos se hace mofa de quienes no conocen los productos nuevos:   recordemos el chiste del pastuso que vio un aviso del Colgate y se ahorcó.   Se hace mofa de quienes se sorprenden de los avances urbano:  cuando se instalaron los semáforos, en Pasto se jugaron fortunas apostando cuál sería el siguiente color.  Se burlaban de las confusiones generadas por los nuevos medios de transporte:  en el aeropuerto de Pasto se instaló una capilla con obispo para confirmar los vuelos. Se burlan de la alteración de las costumbres generadas por los electrodomésticos: para refrescarse, cuando hace calor, los pastusos meten la ruana al refrigerador.  Se contrasta lo nuevo con lo antiguo:  las ambulancias de Pasto llevan una tina en el techo para la sirena.  Se ridiculiza el desconocimiento de hábitos de arreglo personal hasta entonces ajenos: las mujeres de Pasto caminan con una mano sobre la frente porque las revistas de belleza les aconsejan sombras para los ojos.  Se burlan del uso de productos: las suelas de los zapatos de Pasto tienen letreros que dicen “este lado abajo”.  Se hace mofa del descubrimiento de los aportes que se transmiten por televisión: un pastuso no podía practicar esquí alpino porque no pudo subir los esquís al pino.

 

La materia prima de los chistes nació del ajuste de la cultura a la veloz y desordenada modernización de Colombia en las últimas décadas, situación que se manifestó en el dramático cambio de la tradiciones y costumbres.  En pocas décadas, un país que hasta hace pocos años era, con pocas excepciones, campesino atrasado, ignorante e infinitamente miserable, se volvió urbano, conectado a los medios de comunicación y con un notable incremento de los estándares de vida. Millones de personas comenzaron a tener acceso a unos servicios básicos (luz, radio, transporte aéreo, televisión) cada vez más complejos y sofisticados;  sintieron la alteración de las tradicionales costumbres religiosas;  se impuso el control de la natalidad y el rápido cambio del papel de la mujer, se introdujeron nuevos hábitos alimenticios y comerciales;  se masificó el uso de aparatos e instrumentos de reciente invención y difusión;  el idioma tradicional fue salpicado con palabras nuevas que proclaman diversos hábitos y marcas, algunas de ellas extranjeras;  la vida urbana impuso nuevas formas de interacción social.

 

El punto central, que permitió el desarrollo de los chistes sobre los más rezagados, está en que el proceso de modernización no fue simultáneo:  no todos llegaron a él a la misma velocidad.  Como es obvio, iban adelante los segmentos de mayores ingresos, lo más educados, los que tenían un contacto más cercano con el interior. Los siguientes en integrantes al proceso de modernización fueron otras capas de la población que llegaban a las ciudades e incorporaban  los nuevos inventos y costumbres a su vida cotidiana.  Pero quedaban a la zaga los grupos más aislados del proceso: los trabajadores rurales, los más distantes y los más pobres.  Entre estos sectores se encuentra el objeto de los chistes y las mofas.

 

Ya que un elemento clave de estos chistes es la burla a la desadaptación y desajuste de un grupo social en medio de la modernización, los cuentos de pastusos tienen alguna semejanza con los cuentos de los “lobos” de los años setenta.  Estos se desarrollaron en el momento en el que se expandieron las clases medias, en su gran mayoría formadas pro grupos recién llegados de las provincias que, si bien traían a cuestas un pasado tradicional, de todas formas disponían de algunos recursos económicos.  Sin embargo, no conocían las costumbres sociales corrientes de los miembros de las elites.  Por ello, su deseo de destacarse, de ser “elegantes” de participar socialmente, sin conocer las reglas de los grupos establecidos, los llevaba a adoptar formas de hablar, de vestirse o de manifestarse socialmente que resultaban estridentes, chillonas y altisonantes.   En una palabra: lobas.  Más adelante la cultura del narcotráfico generaría también disonancias semejantes.   Esta ridiculización, por supuesto, provendría de la orilla de quienes se sentían firmemente acomodados en las nuevas costumbres, dominantes.

 

¿Quiénes hacen los chistes pastusos?

 

 

Los chistes de pastusos, entonces, se fabrican desde la orilla moderna y relativamente más avanzada de Colombia.  Con ellos se celebre el avance social y económico del grupo que se siente más adelante y más seguro en el camino del progreso.   Sin embargo, a pesar de que los chistes pastusos son “finos” (no son grotescos ni contienen pesadas cargas sexuales o vulgares), quienes hacen cuentos pastusos exhiben también con alguna frecuencia cierta inseguridad;  su arribo al progreso es quizás demasiado reciente.  Desde este punto de vista, la burla de los pastusos es la celebración de quienes dieron primero el salto de la alpargata a los zapatos, de la vela de cebo a la luz eléctrica, de la mula al avión, una generación atrás.  Así se ríen de quienes apenas lo están haciendo.  Los autores de estos chistes, sobre todo en las versiones agresivas, repetidos en los programas de humor en los medios masivos de comunicación, aprecian la incomodidad y la vacilación que probablemente ellos mismos sufrieron cuando, unos años atrás, se acercaron a formas de vivas más modernas.   Así pues, para amplios grupos humanos, el chiste es una manera de reafirmar su nueva condición y, en muchos casos, de desconocer y olvidar un pasado campesino que seguramente prefieren olvidar.  Por último, el hecho de que el chiste pastuso sea la burla de la Colombia moderna a la premoderna es la clave para entender por qué los mismos pastusos de los años noventa celebran, conciben y fabrican cuentos de pastusos (como muestra, la mayoría de los chistes de este artículo fueron tomados de Internet, en el sitio www.pasto.com).  Incluso desde hace algún tiempo se celebra en Pasto el Festival Anual del Chiste Pastuso, con una nutrida participación de la población local.   Después de todo los pastusos urbanos, viajados, seguros de su modernidad, no tienen ninguna razón para no hacer chistes del estereotipo del ser humano distinto a ellos:  un campesino que no entiende la modernidad, que se angustia ante ella y cuyas preguntas y desconcierto suscitan la risa entre quienes ya superaron esa situación.  En la medida en que un pastuso moderno repita estos chistes, reafirma en público para que no haya lugar a dudas, que ya dio definitivamente el paso adelante (los psicólogos sociales probablemente dirían que este es un fenómeno positivo, que quien puede burlarse de sí mismo está dando muestras de seguridad y confianza). Este hecho hubiera sido inconcebible hace treinta años en la ciudad de la época, que resentía y rechazaba airadamente los chistes sobre pastusos.  Al respecto, debe recordarse que Hubo una fuerte reacción en contra de la periodista María Teresa Herrán por la inclusión de algunos de estos cuentos en un artículo publicado en El Espectador, en marzo de 1968 (en éste repitió como tres chistes pastusos y ofreció como explicación de los mismos el “reconocimiento inconsciente de su atraso” por parte del resto del país).

 

 

¿Por qué los pastusos?

 

 

Con todo, la explicación aún está incompleta.  Falta algo más, tal vez lo principal. ¿Por qué entre todos los grupos sociales, que por rezagados y disonantes con la modernidad hubieran podido ser objeto de burla, se escogió a los pastusos?   Si bien hay chistes sobre costeños, boyacenses, paisas y otros grupos, ¿por qué el énfasis en los pastusos?   Ya que la difusión de este tipo de chiste es un proceso espontáneo, no dirigido por nadie, tal vez la explicación se encuentre en la existencia de ciertas características sobresalientes y únicas del pueblo pastuso, que lo distinguen de manera tajante del resto del país:  razones históricas, algunos de sus rasgos, como su manera de hablar, y la acumulación de una serie de observaciones sobre su desarrollo económico y social que confirman su rezago y sus brechas con el grueso del país.

 

En el curso de su historia, en varias oportunidades, el comportamiento de Pasto ha entrado en franca contradicción con casi todo el país.   El hecho fundamental, como es obvio, fueron las guerras de independencia que culminaron en una derrota después de una larga serie de hechos sangrientos.   En ese entonces, sus habitantes, y hasta los grupos indígenas pastusos, se empeñaron en una enconada defensa de la causa del Rey de España en contra del campaña libertadora, a la cual pusieron por momentos en serios aprietos, especialmente por las intrépidas acciones del caudillo Agustín Agualongo.   Ya en esa época Bolívar se refería a sus enemigos en términos despectivos: “malditos”, “infames”, “infelices”.   Una idea de tipo de relaciones de pasto con el movimiento emancipador la da Bolívar en una carta a Santander en 1825: “Los pastusos deben ser aniquilados, y sus mujeres e hijos transportados a otra parte, dando aquel país a una colonial militar. De otro modo, Colombia se acordará de los pastusos cuando haya el alboroto  o embarazo, aún cuando sea de aquí a cien años porque jamás se olvidarán de nuestros estragos, aunque demasiado merecidos”.

 

Y tenía razón Bolívar.   El recuerdo de la guerra en contra del ejército de Bolívar ha permanecido en la memoria colectiva de Pasto.   La ciudad mantuvo por muchos años una historia de sublevaciones y desencuentros con el resto de Colombia.  En la vida republicana, desde el siglo XIX, los pastusos participaron en numerosas rebeliones y movimientos armados y políticos:  la llamada guerra de los Conventos y el activo apoyo a la revolución conservadora de Julio Arboleda.  Luego, en este siglo, se destaca la prisión de López Pumarejo en 1944 y más cerca, la rebeldía de José Elías del Hierro contra la oficialidad del Frente Nacional, en 1970.  Estos comportamientos rebeldes y contestatarios crearon en el resto del país la imagen de un pueblo diferente, problemático, difícil.  Con el tiempo se abonaría el terreno propicio para las burlas y el chiste hostil.  Además, contribuiría a ello el atraso, como ocurrió con los irlandeses en Inglaterra.  Con frecuencia, las interpretaciones del comportamiento rebelde de los pastusos se centrarían en el fanatismo y el atraso.   Agustín Codazzi, por ejemplo, expresaban unos conceptos que, repetidos constantemente, influirían en el pensamiento de las personas del centro del país:  ”los pastusos carecen de todos conocimiento y se inclinan a la superstición.  Son fanáticos, como pueden serlo sólo los pueblos de las montañas que viven solitarios y nada saben de las obligaciones ciudadanas y cristianas”.

 

Después de los sangrientos episodios de las guerras de independencia, quedó atrás una ciudad derrotada, empobrecida y traumatizada.   Este hecho, además de los naturales efectos de las distancias y las particularidades culturales y sociales, hizo mucho más difícil asimilación de la República y acentuó sus diferentes con el resto del país.   Al respecto, basta mencionar que uno de los libros que marcó por muchos años la manera de pensar de gruesas capas de la ciudad fue el libro y las ideas de José Rafael Sañudo, el famoso Estudio sobre la vida de Bolívar, en el que se recuerdan los hechos más trágicos y dolorosos de la guerra en el sur y se bosquejan algunas aspiraciones separatistas.

 

Los pastusos exhiben rasgos culturales que difieren claramente de los del resto del país.   Esta fue la consecuencia de su gran aislamiento geográfico: por siglos han vivido en un territorio distante, “lejos de todo el mundo”, comunicados hasta hace pocas décadas con el resto de Colombia por precarias vías que no eran sino los antiguos caminos reales burdamente mejorados  (éstos, a su vez, no eran más que los antiguos caminos incaicos convertidos en vías precarias).   Este aislamiento tuvo consecuencias profundas: avivó en los pastusos costumbres que nada tenían en común con las del país; en consecuencia, como región y como grupo humano, tuvieron un débil y artificial integración con Colombia.   Siempre se sintieron más próximos al Ecuador y al resto de Suramérica, y en varias oportunidades su pertenencia al país se puso en duda (como en uno de los gobiernos del General Mosquera).

 

Noticias de estas diferencias y de sus consecuencias aparecen desde el siglo pasado en las memorias y observaciones de los viajeros.   El aislamiento y las creencias rudimentarias de sus pobladores menos sofisticados daban lugar a interesantes observaciones, narradas también por Pereira Gamba, Cordovéz Moure, López de Mesa, Jorge Zalamea y tantos otros, todas referidas a un grupo humano diferente, distante, rebelde y relativamente atrasado en relación con un país que se modernizaba rápidamente, que asimilaba ideas seculares de otras  latitudes, sería la materia prima de los que luego habrían de ser los chistes de pastusos.

 

Probablemente, su característica más definitiva sea su manera de hablar, con un lenguaje salpicado incluso el términos quechuas.   Hace ya más de cien años, en sus conocidas memorias, el general Reyes decía de Pasto:   “en pocos días asimilé de sus habitantes no sólo el vestido sino su acento especial, por el cual era ridiculizado por los payaneses…” (la burla de los acentos regionales no es nueva: en sus memorias, el emperador Adriano recuerda que su marcado acento español desató la burla de los romanos durante buena parte de su vida; Napoleón fue siempre objeto de burlas por el acento Córcega con el que hablaba el francés).   Otros rasgos definitivos son los hábitos culinarios, sus fiestas tradicionales y, en su comportamiento, cierto retraimiento, la práctica cerrada, hasta hace pocos años, de una religión tradicional, y alguna desconfianza hacia los extraños del “norte” o “forasteros”, como se denominaban hasta hace poco a las personas del resto de Colombia.

 

Para acercarnos a una conclusión, podemos señalar que, sin duda, en la zona de Pasto, a causa de sus peculiares rasgos humanos y culturales, su particular devenir histórico y su manera de apreciar los cambios sociales, se dio un hondo regionalismo, entendido como un sentimiento de “nacionalismo insatisfecho” (como se percibe en el caso de la forzada integración de las actuales regiones autónomas españolas), que reforzó sus diferencias culturales y sociales.  La ciudad debió incorporarse por la fuerza militar y por la fuerza de las realidades económicas al resto de Colombia y sufrir durante más de 150 años un lento y difícil proceso de asimilación que no sólo causaría serios traumas internos (por la desintegración de algunas costumbres y valores tradicionales) sino que su disonancia tendría manifestaciones populares en la forma de chiste y burlas.   Este es un costo que también pagan otras regiones periféricas como la costeña y la negra del Pacífico.

 

Vale la pena terminar con la observación de que los chistes de pastusos, por lo menos en su forma actual, pueden tener los días contados.   En la medida en que el ingreso del país se eleve, su cultura se homogenice y a sus distintas regiones las aúne una cultura común, difundida por la radio y la televisión, en la medida en que el nivel de vida mejore y queden atrás, definitivamente atrás, la historia de conflictos y el pasado campesino y premoderno de la gran mayoría de su población, seguramente quedarán atrás, la historia de conflictos y el pasado campesino y premoderno de la gran mayoría de su población, seguramente quedarán atrás también los desajustes causados por el cambio económico vertiginoso, con sus problemas y disonancia, que enterró a Colombia campesina e ignorante de comienzos de siglo.   Entre tantas cosas (como las alpargatas, los vallenatos auténticos, el café arábigo, las arepas de maíz molido en casa, el agua panela, las multitudinarias vueltas a Colombia, el Piel Roja y el Mejoral ) quedarán archivados en la memoria de los mayores los chistes sobre un grupo humano cuya historia, por lo menos en la primera época republicana, estuvo marcada por un cierto conflicto con el resto del país, y cuyo desarrollo capitalista fue relativamente tardío.

 

Los chistes de pastusos son el equivalente en Colombia de los chistes de irlandeses en Inglaterra. Aunque muy diferentes, las historias de Pasto e Irlanda en Inglaterra. Aunque muy diferentes, las historias de Pasto e Irlanda comparten ciertos rasgos.   Los elementos en común de la vida de estos pueblos son la fracasada resistencia militar a la ocupación y una tradición de rebeldía en contra de las fuerzas que los absorbieron y dominaron. Sobra decir que estas características son mucho más marcadas en Irlanda, un pueblo insular con una indeclinable vocación de independencia y con rasgos culturales perfectamente delineados.   El incipiente proyecto nacional que pudo tener Pasto y su zona aledaña nunca despegó, por sus enormes limitaciones económicas, por el aislamiento y, sobre todo, por las tempranas derrotas militares.  Por ello, su economía, su cultura y su vida social se incorporaron poco a poco a la vida colombiana del siglo XX.

 

Los chistes de irlandeses tienen profundas raíces en los graves y prolongados enfrentamientos entre la Irlanda católica e Inglaterra.   La relación dominado – denominador entre ambas naciones dio origen al estereotipo surgido en Inglaterra de los irlandeses como una raza inferior, conformada por individuos salvajes, atrasados, perezosos, borrachos y violentos.  A estas características se sumaba la diferencia religiosa (protestantes contra católicos) y la presencia masiva de clases obreras inmigrantes irlandeses en Inglaterra, con costumbres diferentes de las tradicionales de las clases medias británicas.

 

La ideología imperialista inglesa resaltaba el supuesto atraso y salvajismo de los irlandeses para justificar acciones e intervenciones “civilizadoras”.   Los chistes, la caricatura, las burlas y otras manifestaciones concretas de exhibición de los prejuicios sociales eran parte de los mecanismos de validación social de la dominación. En forma semejante, era usual que las culturas esclavistas mantuvieran horribles prejuicios sobre los vicios y supuesta degeneración de los esclavos.

 

Otras interpretaciones menos simplistas tienen en cuenta la reacción de la sociedad inglesa ante la masiva inmigración de obreros y campesinos irlandeses (especialmente después de la hambruna del siglo XIX), que abruptamente puso de presente las diferencias religiosas y culturales de los dos países y que generó una fuerte resistencia entre los reticentes anfitriones ingleses. A esto se debe sumar el impacto de los actos de violencia y las continúas rebeliones de Irlanda, que tenían fuertes repercusiones en la vida política de Inglaterra.  En este contexto, el desarrollo de los estereotipos de los irlandeses tiene que entenderse también como un mecanismo de reacción social a unos hechos que alternaban la vida inglesa.

 

 

 

 

 

 

 

CAUSAS DEL CHISTE PASTUSO

RAMIRO PABON DIAS

 

 

 

 

Se ha comentado y escrito bastante sobre el chiste pastuso en los últimos días. Uno de los artículos más interesantes es el del Doctor Armando Montenegro titulado: “Sobre el chiste pastuso”, reeditado por la Revista Reto del Diario del Sur del 7 de mayo pasado.   El autor estudia dos de las causas principales del chiste pastuso: el aislamiento y el atraso económico que sufrieron  Pasto y Nariño desde la independencia de Colombia hasta principios de 1970, lo que permitió la burla de parte de la gente del norte que poco a poco iban alcanzando cierto desarrollo económico y social que las ubicaba en los umbrales de la modernidad; también hace una breve alusión a la incorporación de la ciudad al resto de Colombia, por la fuerza militar, al término de la guerra de independencia:  “y sufrir durante más de 150 años un lento y difícil proceso de asimilación que no sólo causaría serios traumas internos (por la desintegración de algunas costumbres y valores tradicionales), sino que su disonancia tendría manifestaciones populares en la forma de chistes y burlas, este es un costo que también pagan otras regiones periféricas como la costeña y la negra del Pacífico”.

 

Junto a esas causas hay que destacar claramente la timidez y el retraimiento del pastuso y nariñense serrano ante los norteños, causas que también se debieron a la separación geográfica y al distanciamiento espiritual con relación al resto de Colombia.  Es un hecho claro que Nariño tuvo una mayor vinculación social y lingüística con el Ecuador que con Colombia hasta principios de la década del 60. La carretera que vinculaba al departamento con el norte desde 1932, construida gracias a la guerra con Perú, era desastrosa y en esa condición se mantuvo hasta principios de la década de los 70 cuando se puso en servicio la carretera Panamericana, gracias al hecho de ser una vía con carácter internacional.   De lo contrario, de seguro que habrían pasado varios años más para conectarnos civilizadamente con el norte, por culpa de nuestros gobernantes ineficientes y, a pesar de ser nuestra región andina despensa necesaria de varios productos alimenticios para Cali, Santa Fé de Bogotá y otras ciudades.   Esa fue la primera vía pavimentada de la que empezaba a disfrutar Nariño.

 

Pero la timidez, como característica notable del temperamento del pastuso y del nariñense serrano, aunque común a todo el campesinado colombiano, se debió también, en gran parte, a la burla constante que los norteños les hicieron en forma directa a los que se trasladaban al norte por razón de su trabajo, como camioneros y profesores; e indirectamente por la radio.  En cuanto a los estudiantes universitarios nariñenses de la medicina y de las ingenierías, la gran mayoría cursaron sus carreras en el Ecuador y unos pocos en Estados Unidos o Europa, hasta mediados de la década de los 60 aproximadamente.

 

En Pereira existió por mucho tiempo un programa radial dedicado a contar chistes insultantes y despectivos contra el pastuso.   La burla tenía doble motivo: el chiste tonto, repetitivo hasta el hastío y el remedo insolente y cansón de la entonación y de los modismos propios del dialecto.   La chacota era tenaz e irracional hasta el punto de que los pastusos procuraban,  en el menor tiempo posible adoptar el acento y la desenvoltura propios de las gentes de las ciudades y poblaciones en las que debían vivir, a fin de evitarse la mofa permanente.   Muchos aprendieron pronto a capear la situación con dignidad, aplomo y aún  con maliciosa y divertida sagacidad de toma y daca y más temprano que tarde establecían una firme y distinguida posición personal que era bien aceptada por las gentes del entorno.

 

Era tan afrentosa la actitud de algunos norteños hacia los pastusos que muchos acudieron al recurso de “apaisarse”;   es decir, imitar la pronunciación, entonación y ritmo de la frase, no necesariamente del dialecto paisa, sino de un dialecto estándar colombiano.  Apaisarse era abandonar la fonética pastusa. Tan pronto lograban adquirir un acento cercano que ocultara la entonación pastusa, algunos negaban ser de Pasto o de otra ciudad o población nariñense.   De esa actitud surgió la situación graciosa de responder en Nariño a la pregunta “de dónde es Ud.?” con expresiones como “de Guachucal, Antioquia” o de “Guaitarilla, Valle”.

 

Solo cuando formaban un grupo representativo se defendían de palabra y puño. Desde Popayán para arriba, se sentían por largo tiempo como en un extraño país que los discriminaba hostilmente.

 

Hasta 1955 aproximadamente,  existió entre la supuesta aristocracia de Popayán, Calí,  Santa Fé de Bogotá y de otras ciudades una actitud de verdadero desprecio al pastuso;  aún  en la clase media y la clase obrera.   En Popayán se sentía clara y pesadamente esa actitud.   Se agravó cuando un número apreciable de mecánicos, carpinteros, ebanistas y negociantes de madera pastusos incursionaron ubicándose en varias ciudades del norte porque Pasto, Túquerres e Ipiales ya no les ofrecían buenas oportunidades de trabajo.   A ellos se sumaron los obreros rasos que en un buen número se cuadraron en los ingenios azucareros del Valle, especialmente Providencia y Manuelita, donde sus jefes de personal descubrieron pronto su gran capacidad de trabajo, su abnegación, su silencio, su obediencia puntual, su sencillez de costumbres, su lealtad, su solidaridad y su austeridad de vida.   Esta emigración bastante numerosa causó pérdida de oportunidades de trabajo para los obreros y técnicos locales en cuyos círculos naturalmente aumentó el rechazo a los pastusos.

 

Esas virtudes, distintivas también, en general, de los profesionales pastusos y nariñenses que se incorporan a las grandes ciudades del norte, poco a poco les abrieron más espacios de trabajo y paulatinamente las burlas fueron cediendo en mordacidad.  Si ahora no han desaparecido todavía, ya han perdido bastante virulencia y el sentido de desprecio.   En la actualidad, se puede decir que en todas las regiones del norte del país se aprecia bastante al nariñense.   A pesar de que algunas personas utilizaban los calificativos de pastuso o pastusa o pastusada para designar a una persona o acción torpe y tonta, ya no les dan la connotación desdeñosa o menoscabante de la referencia directa a nosotros.   Esto, sin embargo, no quiere decir que no exista todavía un rezago relativamente leve de la primera actitud ofensiva.

 

En efecto, como hay personas a quienes les resulta muy difícil superar los hábitos y los prejuicios, todavía hay algunos humoristas mediocres que utilizan la radio y la TV. Para continuar repitiendo los chistes tontos achacándolos a los pastusos.   Por ahí aparecen en TV. unos copleros paisas, simples, marinillos, urgidos de hacer rentable su oficio de cómicos y bufones que inventan unas coplas cojas atribuyéndolas a los pastusos y se mofan grotescamente de nuestros bailes autóctonos con la seguridad desjuiciada de que su chabacanería es humor de alto vuelo y de gracia, agudeza y chispa extraordinarias.   Tal es su simpleza.

 

Hay dos clases de cuentistas de chistes pastusos y de celebradores:  Los que simplemente se divierten con las boberías que inventan los bufones y los que creen que los pastusos son realmente tontos.

 

Es cierto que todavía se dan casos de parejas del norte que trabajan aquí como empleados o aquí han medrado sus negocios, que a todo trance evitan que alguno de sus hijos nazca aquí y sea registrado su nacimiento aquí para que no sea llamado pastuso, y para ello, oportunamente viajan a su ciudad de origen a fin de que nazca allá; o si la señora no puede desplazarse a tiempo, no registran su nacimiento aquí, sino allá.  Claro que también hay matrimonios del norte que tienen sus hijos aquí y aquí los registran porque estiman al pastuso y aprecian su cultura y sus valores.

 

La causa real y primera de los chistes pastusos fue la actitud de nuestros antepasados contra la revolución de independencia, especialmente contra Bolívar desde la campaña de Bomboná y la insurrección después de la capitulación de Pasto, el 6 de Junio de 1822, hasta la ejecución del caudillo Agualongo en Popayán, el 13 de Julio de 1824, quien lo dirigió formando un pequeño ejército pobremente armado para una guerra de dos años, tenaz, incesante y que resultó muy sanguinaria de parte de Bolívar y sus lugartenientes como lo prueban los documentos de la época.

 

Los pastusos, en buen número, unidos a unos pocos militares españoles y soldados quiteños, cuencanos, lojanos y limeños opusieron una ardua resistencia desde 1809 hasta 1822 a las tropas granadinas y después a las tropas patriotas conducidos por jefes bastantes ilusos y cándidos, particularmente por su soberbia y creerse genios en la guerra.   Conviene puntualizar que las fuerzas pastusas no eran regulares ni acuarteladas, se reunían sólo par los combates inminentes y luego se disgregaban para regresar a sus casas, pues, la gran mayoría eran terrajeros de las haciendas, cuyos amos los obligaban a prestar el servicio de soldados, so pena de perder el huasipungo o derecho de aparcería.   Los españoles militares y civiles residentes aquí eran muy pocos.   Resulta extraña la ineptitud de esos jefes militares y patriotas para combatir y derrotar a esas escasas tropas realistas con pobre estructura militar.   Se presentan como excusas de los desastres patriotas:  El largo recorrido que debían hacer desde Popayán, su lugar de concentración inicial, sin poblaciones intermedias importante, y la enorme deserción que sufrían por temor a las graves enfermedades que frecuentemente se contraían en el valle del Patía y las terribles guerrillas de negros cimarrones que actuaban en esa región.

 

Lo cierto fue que en esas humildes tropas pastusas de enruanados, cuya mejor arma era el machete, les dieron a los oficiales y soldados patriotas grandes lecciones de aguante, de astucia, de táctica flexible e inteligente y de heroísmo casi sobrehumano.

 

En sus breñales parecían endebles y desorganizadas y a la hora del combate eran una fuerza pujante y sistemáticamente acometedora y que no cedía. Desde diciembre de 1822 hasta finales de julio de 1824, o sea hasta la ejecución de Agualongo, los pastusos actuaron solos contra los ejércitos patriotas, pues, los pocos españoles que siguieron colaborando después de la capitulación, salieron del país;  y los quiteños y limeños regresaron a sus tierras en los  días siguientes de la toma de Pasto por las tropas vencedoras de Sucre.

 

Por otra parte, hay que reconocer también que los jefes patriotas cometieron inexcusables errores en la connotación de los combates, verdaderos desatinos, a pesar de que sus ejércitos siempre contaron con un mayor número de hombres bien apertrechados y con mayor experiencia combativa que las fuerzas realistas.

 

El primero en llegar fue el Doctor Joaquín Caicedo y Cuero, presidente de la Junta de gobierno de Popayán, asimilado, de buenas a primeras, al grado de coronel;  ante él se rindieron las fuerzas de los pastusos porque su ciudad había sido tomada por las fuerzas de la Junta Suprema de Quito.  Querían valerse de Caicedo para que obligara a las fuerzas quiteñas a abandonar la ciudad, a la que habían saqueado sin piedad, y a retroceder a Quito.

 

Los pastusos no entendía por qué la Junta Suprema de Gobierno de Quito, y la de Popayán invadían su territorio y los combatían si ellos no les habían declarado la guerra ni los habían amenazado ni siquiera habían preparado un ejército y las tropas españolas escasas sólo servían de policía en la ciudad.   Los antioqueños habían invadido la provincia en 1809 y habían sido derrotados en Funes, el 16 de Octubre del mismo año, por unas tropas colecticias medio organizadas a las volandas, por el Cabildo, Justicia y Regimiento de Pasto.   Ahora en septiembre de 1811, simultáneamente eran atacados por las tropas de Quito y por las de Popayán.  Ambas fuerzas afirmaban que expedicionaban en persecución del gobernador de Popayán, Miguel Tacón, quien había huido de esa ciudad hacia el sur, después de la derrota de sus fuerzas en Palacé, 28 de marzo de 1811, y había remitido al Cabildo de Pasto, el tesoro fiscal representado por un considerable número de barras de oro.   Los dos ejércitos pretendían apoderarse de ese tesoro; fin que logró el coronel Pedro Montufar, jefe de tropas de Quito.

 

El doctor Joaquín de Caicedo y Cuero logró que las fuerzas quiteñas abandonaran la ciudad y regresaran a Quito, tarea que no resultó complicada, pues, se llevaban el tesoro.

 

Tanto la Junta Suprema de Gobierno de Quito como la Junta Suprema de Popayán, mediante oficios muy comedidos y zalameros, habían invitado al Cabildo y al pueblo de Pasto a formar parte de sus organizaciones políticas;   pero el Cabildo no había contestado ni se había comprometido; posiblemente ni siquiera dio a conocer al pueblo dichas proposiciones.  Para los pastusos en general, resultaba inexplicable el comportamiento de las fuerzas quiteñas contra la población a la que habían ultrajado y vejado, habían saqueado la ciudad y depredado las fincas y haciendas hasta arrasarlas. Tampoco tenía justificación ninguna el incendio del pueblo del Patía ordenado por el capitán Eusebio Borrero, el edecán de don Joaquín.

 

Este, luego, se enredó en su política y cometió graves errores tácticos, como retirar las tropas que protegían los pasos principales del Juanambú, lo que ocasionó la derrota de sus fuerzas por los patianos reforzados pro un buen grupo de pastusos.   La situación desgraciadamente concluyó con la ejecución del doctor Joaquín de Caicedo y Cuero, del coronel anglosajón Alexander Macaulay y diez soldados diezmados de la tropa, el día 26 de enero de 1813, por orden del presidente de Quito, Brigadier Toribio Montes, quien no tenía ninguna jurisdicción sobre Pasto y su Provincia porque esta región hasta el Carchi dependía de la Gobernación de Popayán y del Virreinato de la Nueva Granada.

 

Luego, en 1814 vino Antonio Nariño con un ejército de aproximadamente 1.400 hombres, triunfadores en Palacé y Calibio.   Derrotó bien en Juanambú y en Tacines a las tropas realistas compuestas por 650 pastusos, unos 150 españoles, 250 soldados de Quito, Cuenca y Lima y unos 120 patianos, pero cometió el error infantil de aproximarse a los ejidos de Pasto con menos de un centenar de soldados.  Y claro, fue derrotado;   el grueso de su ejército lo abandonó, cobarde y traidoramente huyó a Popayán donde prácticamente se esfumó.  Nariño se escondió en las breñas del cerro Morasurco y cayó prisionero y, de milagro, se salvó de ser fusilado, pero fue enviado por el mismo presidente de Quito, Toribio Montes, como prisionero a la ciudad de Cádiz, donde permaneció, en inhumanas condiciones, hasta principios de 1820 en que fue libertado por los insurrectos del Coronel Rafael de Riego que se sublevaron negándose a venir a América a reforzar los ejércitos realistas.

 

Contribuyeron a originar  o acrecentar el rencor y el desprecio hacia el pastuso de parte de los Caucanos y Vallunos las breves, pero violentas incursiones que realizó la tropa realista, naturalmente con la participación de varias compañías de pastusos, a Popayán a mediados de 1815 y luego a mediados de 1816 y también a principios de 1820.   Estas expediciones fueron verdaderamente algaras contra la población y sus bienes.  Esa tropa cometió crímenes horrendos y execrables.   El coronel español Basilio García se distinguió por su sevicia asesinando a muchos pobladores de esas regiones porque no apoyaban a sus pretensiones de reclutamiento  y oponían seria resistencia al saqueo de las poblaciones y la requisición de ganado, caballería y víveres.   En 1820, avanzaron hasta Cartago.

 

Luego de ocho años de inactividad guerrera en la provincia de Pasto, le tocó al general venezolano Manuel Valdés, mostrar su ineficiencia y su falta de astucia. El 2 de Febrero de 1821, con cerca de mil hombres, perdió totalmente la batalla en Genoy, a doce kilómetros de Pasto, a donde llegaron sin ser combatidos.   Cometió el torpe e imperdonable error de iniciar el combate a la una de la tarde sin ser atacado en firme, y habiendo salido ese mismo día al amanecer de El Tambo Pintado; o sea después de un recorrido de 25 kilómetros aproximadamente; ni siquiera esperó la reorganización de los cuerpos del ejército, pues, muchos soldados se habían retrasado por no haber podido mantener el paso de la marcha forzada que había ordenado varios kilómetros antes de Genoy.

 

Al año siguiente, se presentó Bolívar a dar batalla de Bomboná, el 7 de abril de 1822.  Extrañamente, también él cometió graves errores militares, verdaderos adefesios, que desconcertaron y decepcionaron a los pastusos quienes creían a Bolívar era un genio militar según se lo habían ponderados los muchos comentaristas que hablan de él.   En efecto, ordenó abrir el combate a las 3 y media de la tarde sin necesidad alguna porque los realistas no atacaban, pues, estaban afanados en armar parapetos y ubicar sus dos cañones en una loma empinada;  y a pesar de que el grueso del ejército salió ese mismo día de Consacá; o sea, después de un recorrido de aproximadamente cinco kilómetros; varias unidades de ese ejército no alcanzaron a almorzar; además, mantuvo el ataque por el centro frente al puente sobre una profunda hondonada de la quebrada de Cariaco en donde fácilmente fueron muertos casi todos los componentes de los batallones de Vargas y Bogotá, pues, los realistas disparaban a su antojo sus cañones y fusilería desde la altura frontal a la división del general Pedro León Torres que defendía el puente.   Debido al mal planteamiento y a la deficiente conducción de la batalla, Bolívar perdió cerca de las dos terceras partes de su ejército. Luego de ocho días de suspensión de armas, de parlamentos y amenazas de reiniciar la lucha, no teniendo otra alternativa, de mala gana y humillado, cumplió las exigencias, de Cabildo de Pasto del jefe realista, coronel Basilio García, y retrogradó trasladándose a El Trapiche, hoy Bolívar, Cauca a esperar los refuerzos que había pedido el día de la batalla mediante postas extraordinarias.   Es decir a más de 150 Km.

 

En Bomboná, Bolívar erró el lugar y la hora de la batalla.  Porqué ordenó abrir fuego a las 3 y media p.m. no siendo combatido por los realistas y hallándose situado en una pequeña meseta, bordeada de altas montañas y por el profundo río Guáitara, de donde en caso de tener que retroceder forzosamente, era casi imposible salir indemne, pues no había sino un solo camino y en una época de intensas lluvias y de frecuente neblina muy densa.

 

Los diferentes jefes y todos los militares que se salvaron y lograron regresar al norte, no pudiendo excusar válidamente sus fracasos, marcados por disparates increíbles, sobre todo, en el caso de viejos guerreros como Valdés y Bolívar que llevaban más de diez años comandando tropas, se dedicaban en las distintas ciudades y poblaciones a presentar a los pastusos como hombres brutos, ignorantes y fanáticos por el Rey y por el clero.   Estos son los calificativos frecuentemente empleados, en su Historia de la Revolución de Colombia, por José Manuel Restrepo, secretario del interior en el gobierno de Santander en esa precisa época.

 

Cómo ocultar ese fiasco ridículo:  ser derrotados por un ejército constituido, en un noventa por ciento, por una partida de enruanados pobremente armados..?  La única salida era referirse a ellos en toda reunión y tertulia como necios y sandios extremos porque, a pesar de su pobreza, preferían seguir luchando a favor del Rey en ves de aceptar gozosos las delicias de la libertad republicana.   Los escapados, de acuerdo con la ley de la compensación psicológica, comenzaron las burlas y los chistes contra los pastusos por su sencillez y rusticidad, por su modo de vestir, especialmente, por su poncho que no se quitaban ni para combatir y por su extraña pronunciación y entonación.

 

Es un hecho histórico claro que los criollos ricos del resto del país y de Venezuela sólo dejaron de apoyar a las autoridades y a los ejércitos realistas cuando los vieron muy débiles y cuando se convencieron de que las cosas con los patriotas seguirían iguales en lo económico y en lo social: Los ricos comerciantes no perderían sus mercancías y tesoros mediante confiscación, ni los hacendados sus ilimitadas tierras agrícolas ni sus enormes hatos de ganado y que tampoco perderían sus servidumbres gratuitas.   La promesa hecha pública por Bolívar de dar libertad a los esclavos fue la razón más poderosa para la oposición radical a la revolución de independencia o para la indiferencia que mostraron los ricos en todos los países.

 

No hay que olvidar que los santafereños acaudalados y prestantes recibieron con mayor pleitesía y sometimiento a Morillo, el pacificador despótico, en 1816, que a Bolívar triunfante en Boyacá.

 

En tanto los ricos comerciantes de Pasto y de las demás poblaciones de estas provincias sureñas perdieron sus mercancías convertidas en botín de guerra;  las haciendas fueron saqueadas y arrasadas por los quiteños, los caleños y los patriotas;  muy particularmente las del jefe máximo de los pastusos, don Tomás de Santacruz y Caicedo y de toda su familia.   Las tropas de Valdés y de Bolívar, en obsesiva actitud de venganza, devastaron todas las tierras por las que pasaron; la costumbre de la guerra era tomar gratuitamente los productos agrícolas, los ganados y caballerías que necesitaran los ejércitos invasores.   En algunos casos saqueados los víveres de las poblaciones;  el capitán Eusebio Borrero hizo quemar una población del Patía cuando avanzaba hacia Pasto con las tropas que mandaba don Joaquín de Caicedo y Cuero.

 

Los ricos pastusos ante esta conducta desaforada de los patriotas se convencieron de que el gobierno republicano confiscaría sus bienes y libertaría los esclavos de las minas de Barbacoas y Sotomayor y a los siervos de la gleba, llamados terrajeros, aparceros o peones del obraje.

 

El tratamiento absurdamente cruel como venganza también contra los habitantes comunes y  por el solo hecho de ser pastusos, el aniquilamiento de sus cultivos y el robo y aún matanza inútil de sus ganados y bestias de carga y de transporte impidió que éstos entendieran que debían respaldar el propósito de la independencia y que las gentes humildes de estas regiones apoyaran ese tipo de libertad política prometida, a pesar de que las cosas para ellos seguirían siendo iguales en cuanto a su sometimiento social y económico.

 

Es un hecho evidente que Bolívar, a pesar de que tuvo el poder requerido, nunca intentó verdaderamente la realización de una reforma agraria y la eliminación de la esclavitud y de la servidumbre de las haciendas y de las casas para que la libertad fuera no sólo política con relación a España y autonomía de los americanos para gobernarse por sus representantes criollos, sino una libertad económica y social como debía ser la verdadera y nueva libertad.   En sus planteamientos políticos, Bolívar propuso como fin importante la libertad de los esclavos, pero no se decidió a establecerla o a imponerla.

 

Se estigmatizó de bobería a los pastusos porque humillaron hasta la desesperación a Bolívar, Sucre y a Córdoba y a otros conmilitones, con su astucia y su tozudez en la lucha, a pesar de ser pocos y de estar mal armados.   Es cierto que esa posición causó bastante daño al proceso de independencia del sur, deterioró gravemente la economía de la región y, de alguna manera, retrasó la culminación de la independencia del Perú.   En atención al bien deseado de la libertad política, fue un error y despropósito esa resistencia; pero, por desgracia, su prolongación desmedida tuvo una razón de peso: Los inmensos atropellos innecesarios que ocasionaron los quiteños, los caleños (como se denominó a las tropas dirigidas por el Doctor Joaquín de Caicedo y Cuero), las tropas de Nariño, de Valdés y de Bolívar.

 

En el fondo,  la guerra de independencia fue en buena proporción una guerra civil porque los líderes patriotas no supieron convencer a las gentes de todas las clases sociales sobre la necesidad y ventajas de la independencia; en tanto que los españoles si lograron persuadir a los criollos ricos que si apoyaban a la corona con lealtad total, ella les garantizaría la seguridad de sus riquezas, el libre empleo de los esclavos y los demás privilegios de que gozaban.

 

La diferencia residió en que los pastusos fueron atacados sólo en forma esporádica en un lapso de doce años y por ejércitos cuyos jefes no brillaron en honestidad, astucia, cálculo y decisión.   Aún Valdés y Bolívar mostraron en el planteamiento de sus batallas que eran más guerreros afanosos que militares ponderados y precavidos. Similares errores se cometieron en la consolidación de la independencia de Santa Marta, Riohacha, Puerto Cabello y Maracaibo.  Puerto Cabello fue tomado por las tropas patriotas el 8 de noviembre de 1823, en forma definitiva.

 

Los que atribuyen simpleza y tontería a los pastusos se exceden en esas materias; aún los dominantes de los centros de poder quienes han creado las diversas patrias bobas, absurdas y grotescas, de las diferentes épocas de nuestra historia, como la actual, la de los dos o tres referendos, que son necesarios y convenientes, pero quebrantan el sentido de la oportunidad y de la prioridad, que son expresiones directas de la sabiduría, porque lo que es realmente urgente hoy y lo primero es la recuperación de la economía y el empleo y luego sí que venga los referendos para frenar a los corruptos de todo el sistema.   El origen de esas patrias bobas, que afanosamente aprovechan los pícaros, los avivatos, los falsos redentores y toda la cáfila de bellacos dirigentes políticos que, en última instancia, solo atienden a sus intereses banderizos y personales.   Por eso estamos como estamos, rezagados y con altos índices de pobreza vergonzosa y degradante.

 

En el norte es donde ocurren las visitas de falsos funcionarios extranjeros que se presentan como agentes de alto rango como el supuesto embajador de la India al que recibieron con grandes honores en Neiva y otras ciudades del Gran Tolima hace algunos años. En Barranquilla hace pocos meses recibieron algunas autoridades con enorme pleitesía, al Señor Néstor David Escorcia, un joven mestizo caribe quien se presentó nada menos como destacado representante de la corona británica anunciando una inversión de veinte millones de dólares y a quién, en tal condición, un alto funcionario del Atlántico, puso a su disposición un carro blindado y ordenó hospedaje en hotel cinco estrellas, según información de la prensa y la TV.   Y hace pose días en Medellín, el mismo joven fue excelentemente atendido porque dijo que era representante directo del  industrial Julio Mario Santo domingo y secretamente de Bavaria.  Posteriormente se presentó de nuevo en Medellín como recomendado del Banquero Luis Carlos Sarmiento y recibió dinero para una supuesta publicación que dijo que él realizaba como alumno del colegio de Santa María.   Entre las empresas que cayeron en la trampa estuvieron la Cámara de Comercio de Medellín y COMCEL.   De igual manera recibió dinero de varias empresas de Cali, con el mismo cuento  (El Tiempo, Mayo 23 de 2000). Estos son casos de pura bobería, que es, por desgracia, mal de todos.

 

Son nuestros compatriotas del norte los promotores de las campañas de ilusión: Pintar palomas blancas en las calles y en los parques y hacer desfiles multitudinarios mostrando los participantes el lazo verde de la paz y gritando “No más”, con la creencia emotiva de exorcizar así los demonios de la violencia de todos los pelambres y conseguir la paz, son acompañar esos actos de manifestación con obras de acción social, que son las verdaderas obras de paz, en el campo de la vivienda o de becas en educación o de mercados para las gentes pobres o desplazadas que mueren de hambre o de frío en sus cambuchos de cartón y lata.   Esas expresiones hermosamente emotivas y poéticas son importantes, pero por sí solas no cambiarán el ambiente de violencia y desgracia. Los violentos no se enternecen con esas expresiones ni los violentos mejoran su situación y ánimo.

 

En conclusión, la razón fundamental de los chistes ofensivos contra el pastuso, como supuesto prototipo de la bobería y la simpleza en Colombia, fue la tremenda oposición que presentaron nuestros antepasados a los jefes patriotas, humillándolos y exasperándolos.

 

A esa causa se unieron la timidez, el silencio, el recelo calculado, la rusticidad en el modo de vestir de la gente del pueblo y el peculiar dialecto por la pronunciación lenta, la entonación baja, escasamente acentuada y casi musitada, la notoria prolongación de las sílabas ante pausa larga y la cadencia triste y un poco quejumbrosa que es característica del dialecto de los pueblos de Suramérica en los que fue significativa y fuerte la presencia de las naciones indígenas.

 

El pastuso y el nariñense en general, muestran impasibilidad ante los chistes de burla y sarcasmo aplicados a ellos, chistes que se repiten sin falta, casi impulsivamente, en cualquier reunión social de gente del norte, sobre todo si se hallan presentes uno o más pastusos porque existe gente con un claro propósito de ofender con sus bromas y chanzas.   Esa actitud desconcierta a algunos norteños, pues les parece una muestra de torpeza y un apocamiento absurdo no protestar.   Recientemente el profesor y periodista pastuso Pablo Emilio Obando, presentó una protesta formal contra algunos medios radiales y de TV que pasan periódicamente ítems fijos de chistes pastusos.

 

La mayoría de los pastusos ríe al unísono con los celebradores de la ocurrencia o simplemente se calla o se desentiende; raro es el pastuso o nariñense que se enoja y protesta coléricamente.   No falta alguno que responde contando chistes de la misma línea con parecida o superior gracia y salero.   De vez en cuando se puede ocurrir que algún pastuso o nariñense con desenfado, pero guasonamente reclame por la estupidez de la invención burlesca y descortés.   El pastuso es profundamente socarrón.   Prueba de ello es que recientemente han creado un concurso anual del chiste pastuso en que se premia al pastuso más saleroso en contar nuevos chistes pastusos en que destaquen la zafiedad y la zoncera por todas las esquinas de la expresión.   Como para decirles a nuestros compatriotas del norte que es inútil que se descraneen inventando sandeces en contra de ellos ya que esas sátiras no los amilanan ni los humillan porque sabiamente cargan su pasado guerrero y militar contra los próceres despóticos y aman su dialecto con todas sus peculiaridades fonéticas y sintácticas.

 

Esa postura de participación festiva o de silencio de la gran mayoría de los pastusos y de los nariñenses serranos no se debe a cobardía, ni siquiera a timidez, sino al asombro que les produce el hecho de que haya gente que considere graciosas esas chanzas y mofas de extrema necedad y majadería.   Se asombran de que haya quien invente tanta estupidez y se regodee contando y oyendo esas grotescas exageraciones de la bobería.

 

Y que conste que Pasto y la Provincia de los Pastos, cuya capital era Túquerres, no fueron serviles con el Rey y las autoridades coloniales, pues, en 1781 en Pasto los indígenas y los criollos y mestizos pobres rechazaron, persiguieron y asesinaron en la vereda de Calambuco, a ocho kilómetros de Pasto, a José Ignacio Peredeo, Teniente Gobernador del Gobernador real de Popayán, o sea a la segunda autoridad de la Gobernación, quien había sido enviado a imponer el estanco de aguardiente y para tal caso presidía la lectura, en la plaza, del decreto respectivo con el bando acostumbrado. Y el alcalde, los cabildantes y las gentes destacadas de la ciudad no le prestaron ayuda no lo acogieron en sus casas para protegerlo y el pelotón de soldados que lo acompañan desde Popayán no le sirvió para nada ante la furia del pueblo.

 

En 1800 los indígenas criollos pobres de los pueblos de Guaitarilla, Imúes, Sapuyes, Túquerres y otros se insurreccionaron y dieron muerte a los “Clavijos”, el corregidor Francisco Rodríguez Clavijo y a su hermano Anastasio, el recaudador de impuestos; los asesinaron dentro del templo en donde se habían escondido cuando comprendieron que la furia del tumulto no era sólo de protestas, sino de venganza a muerte. Los mataron porque, fuera de los graves abusos que venían cometiendo contra el pueblo, querían cobrar nuevos impuestos por las aves de corral los cuyes y las hortalizas mediante el decreto de recudimiento expedido pro la Audiencia de Quito. De nada sirvieron los ruegos y exhortaciones del cura párroco para que evitaran la venganza mortal.

 

Los comuneros de San Gil, Charalá, de El Socorro y de otros pueblos no asesinaron a ninguna autoridad real, tumultuaron de palabra, solo vociferaron airadamente y desfilaron amenazantes hacia Santa Fé de Bogotá, pero se dejaron engatusar de algunos de sus dirigentes traidores y luego se amedrentaron y sumisa y servilmente dejaron asesinar y descuartizar a su líder José Antonio Galán y a su compañeros comandantes.

 

Hacen falta inteligencia y nobleza de corazón y de mente para valorar correctamente al pastuso. Es un ciudadano muy meritorio en todos los campos de la acción del arte y de la ciencia. Gracias a su magnifica capacidad de trabajo y de ingenio, ya ingresando con relativa seguridad en el mundo de la modernidad social y tecnológica, como lo muestra específicamente la ciudad de Pasto, que es un buen ejemplo en varios aspectos de la arquitectura, de la habitacionalidad y del comercio, sin asentamientos de miseria tan escandalosa como los que presentan Bogotá, Medellín, Cali y Cartagena y muchas otras ciudades del país. Estos avances los han logrado sin recibir aportes tan significativos del Estado como los que reciben otras ciudades.

 

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1.       Colaboración especia, Junio 2000

2.       El Tambo (Nariño) Licenciado con especialización en Lenguas Modernas.

Abogado de la Universidad de Nariño. Profesor titular de la Facultad de Educación de la Universidad de Nariño. Es autor de “La Campaña del Sur:1892:Bolívar contra Pasto “La poética de Aurelio Arturo”.

 

 

 

 

 

HEMOS SABIDO VENIR…. 1

J.B. MARTINEZ S.J.A.

 

Las personas que no tratan de explicarse y por lo tanto no comprenden los procesos históricos de los pueblos, tampoco guardar respeto por las comunidades humanas. No comprenden la genética del lenguaje y se burlan con frecuencia de las expresiones populares, quedándose en la superficialidad de la payasada. Los cerebros simplistas creen en la pureza diamantina de un lenguaje, como si éste hubiese aparecido pro generación espontánea y no estuviese sujeto a la cosmología, cronología y sociología histórica de los pueblos. El lenguaje es un ente dialéctico y por lo tanto evoluciona con

los fenómenos humanos. Tratar de conservar un idioma estático, es pueril utopía.

 

Las personas que tienen una mentalidad crítica, respetan al hombre, tratan de explicar la forma de hablar de los pueblos, la construcción gramatical de sus oraciones y sin profundizar más en la filogenético comparada llegan a encontrar a través del idioma y de los dichos populares los procesos históricos, los problemas sociales y a desempeñar la profunda filosofía que tienen las expresiones populares. Pero aquellos que han adoptado un idioma foráneo y creen que este idioma indígena, con burda simplicidad, convirtiéndose en súbitos y jacarandosos de “doña Rita”, que tratan de perpetuar el dominio colonialista y el dominio entre la élite y el fidedigno pueblo.

 

Alelados quedarían si supieran que las lenguas indoeuropeas no tienen palabras vernáculas para designar ningún individuo de la flora y la fauna tropicales. El hombre no crea palabras independientes de su medio, por lo tanto las jóvenes lenguas europeas como el castellano, italiano, francés, gallego, sardo, rumano y grecorromano no pueden ganar en riqueza semasiológica al Aimará, Zapoteca o al Quechua.

 

Los nariñenses en contraposición a otros individuos de diferentes territorios nacionales, poseemos fidelidad lingüística; muestra expresión es producto vivo y orgánico de nuestro pueblo. Nuestro lenguaje está acorde con la mestización de nuestra raza y nuestra fonéntica procede de su raingambre en dos grandes culturas: la INCA y la IBÉRICA y debemos mirar con benévola condescendencia a los extrajerizantes socarrones que nos hieren.

 

La expresión “hemos sabido venir” es autóctona del pueblo nariñense y en todas partes del Departamento, afortunadamente se conserva, ero a muchas otras personas esta expresión les disuena. A ellas les queremos decir, que no somos culpables de la ignorancia de la ley general y del retraso en la arquitectura evolutiva de la fonética nacionalista. Nuestra fonética ocupa mayor número de líneas del pentagrama, que la de cualquier otra parte de la República.

 

La construcción y conjugación de las tres palabras: “hemos sabido venir”, como tantas otras expresiones populares de Nariño, obedecen al hidrismo entre le Castellano y el Quichua, lo cual le ha dado mayor vigor genético y riqueza expresiva al vocabulario pastuso que al de otras regiones de Colombia.

 

Queremos analizar por ejemplo qué significa para nosotros la conjugación de estas tres palabras ”hemos sabido venir”. Pensamos que las cosas que no tienen intelecto, pueden desplazarse someramente de una parte a otra, entonces “irán” única y escuetamente.

 

Pero creemos que los hombre no deben ir como las cosas sino que deben “saber ir”, y si raciocinamos podemos desentrañar la diferencia de estas dos expresiones. Los hombres somos gentes pensantes y como tales, capacitados para conocer a través de nuestros sentidos y experiencias anteriores, adquiridos en el medio que nos rodea, las cosas y personas que vemos cuando nos desplazamos; hacer comparaciones crítica es e saber ir de los humanos, teorizar y comprobar, obedecen al método científico que solo es patrimonio de los hombres.

 

“Saber ir” es por ejemplo para el biólogo, el tratar de explicarse el porqué del vestido, de las habitaciones y de la conformación fisiológica de las distintas comunidades humanas que encuentran por donde caminar.

 

Un sociólogo busca la razón a la marginalidad del indígena en contraposición la opulencia del blanco. El por qué de la diferencia del lenguaje entre la élite y el pueblo.

 

Un periodista que sabe ir juzgará dialécticamente los lugares, las cosas, el momento histórico y las personas que producen los hechos.

 

En resumen, los hombres no deben “ir” por el mundo, deben saber ir y esto implica una disciplina y entre mejor sepan ir más se capacitarán para impulsar el desarrollo colectivo.

 

Los hombres no deben ir como autómatas, deben saber ir críticamente.

 

Los nariñenses debemos sentirnos orgullosos de nuestros dichos populares y si hablamos como hablamos, es porque “hemos sabido venir” por la historia, en un proceso evolutivo constante, consecuente, honesto y humano.

 

 

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1. Tomado de Cultura Nariñense, volumen 5 No. 42 Diciembre/71

 

 

 

 

V

 

GENESIS DEL ESTEREOTIPO PASTUSO

EDUARDO ZUÑIGA ERASO

 

Un estereotipo es una imagen distorsionada que se tiene de un pueblo do de una cultura. Surge de manera subjetiva como consecuencia de una generalización que se pretende interpretar.

 

El estereotipo pastuso se aplica, en el concierto nacional, no solo al nativo de la ciudad de Pasto sino a todos los nariñenses que habitan en la zona Andina del Departamento. Pastuso, es entonces, quien haya nacido indistintamente en Ipiales, Túquerres, Sandoná, Samaniego o La Unión, por ejemplo. El calificativo no se aplica a los habitantes de la costa, aunque costeños, con gran sentido del humor y orgullo, dicen se consideran costusos.

 

Para hablar de la formación de este estereotipo es necesario señalar que su explicación no es unicausal, es decir, no proviene de una sola determinante. A lo largo de la historia fueron diversas las circunstancias que le dieron contenido y lo consolidaron. Entre otras podemos señalar las siguientes: Primera, la descripción despectiva que, sin razón, hicieron los primeros cronistas de los antiguos habitantes de estos territorios pastos y quillacingas. Segunda, la posición realista asumida por los pastusos en la época de la independencia. Tercera, el fanatismo religioso que nos tomó puritanos  y sin mayores ambiciones para el progreso material y social. Cuarta, el aislamiento geográfico que nos alejó del mundo de las nuevas ideas y que nos condenó a una economía autárquica, rudimentaria, precapitalista y a la supervivencia de valores feudales. Quinta la visión racista del algunos científicos y políticos de figuración cuyas ideas predominaron enla segunda mitad del siglo XX.

 

PRIMERA: VISIÓN DISTORCINADA DE LOS PRIMEROS CRONISTAS.

 

Cuando empezaron las incursiones de los españoles a tierras suramericanas aquí vivimos nuestra propia guerra. Los pastos, aliados con los quillacingas, defendían de manera ardorosa sus territorios en contra de las pretensiones conquistadoras de los incas. Aquí fueron derrotados valerosos militares del incaro como Auquitoma y Cuntimollo; también lo fue su jefe máximo Huayna Capac.

 

Sin embargo, como consecuencia de una visión apresurada de los cronistas, no se reconoció la calidad táctica de estos grupos y, al contrario, fueron calificados con los perores epítetos y descritos con menosprecio. Pedro Cieza de León, en 1547, para dar “testimonio” de los flojos que eran los pastos y de su mala calidad como guerreros, dijo “Las armas que tienen son piedras en las manos y palos a manera de cayados, y algunos tienen lanzas mal hechas y pocas; es gente de poco ánimo” (CIEZA DE LEÓN, 1973:92).

 

La visión desapacible de Cieza de León se repite años más tarde por otro cronista, el cura Miguel Cabello de Balboa quien, en su “Miscelanea Antártida”, afirma que el inca Huayna Capac después de dominar estos territorios los abandonó por considerarlos pobres y, en consecuencia, la conquista inútil.

 

Los cronistas y los historiadores que copiaron de ellos mal interpretando el término “inútil”, pues lo asimilan a pobreza de botín o del pueblo que pretendían conquistar. Por eso, según ellos, los incas desdeñaron la conquista sin provecho sino imposible de lograr, precisamente por la tenacidad  de los ejércitos nativos. Kathlen Romoly, en su trabajo “Las tribus de la jurisdicción de Pasto en el siglo XVI, señala que: el motivo por el cual el emperador Huayna Capac se abstuvo de subyugar los huelgos del norte del Carchi, no es muy claro….” Quizás quien está en lo justo es Cristóbal de Molina: Huacyna Capac llegó al Carchi con un ejército cansado de combatir y los pastos seguían resistiendo; hubiera querido avanzar pero “se hicieron aquella gente inexpugnable y suyos acobardaron y no querían ir en aquella conquista” (ROMOLOY, 1979:14). Al respecto el mismo Cieza de León comenta que el inca tenía temor de que sus propios soldados regresaran al Cuzco o Quito y que debió hacer una fortaleza en las cercanías del Carchi.

 

Historiadores contemporáneos que recogen, sin beneficio de inventario, las opiniones de los cronistas también caen esta apreciación. Valdemar Espinosa Soriano con sorprendente seguridad señala: “El que los incas hicieran una expedición y suyugaran a los pastos septentrionales y a los quillacingas, no se puede negar. Pero como tales behetrías, debido a su bajo desarrollo económico y social, más bien representaban una carga y un fastidio para el imperio, Huayna Capac resolvió abandonar dichos territorios fijando la frontera norte en le Angasmayo” (ESPINOSA SORIANO, 1983:10).

 

Es posible que estos juicios equivocados sobre la presunta pobreza y la escasa disposición para la lucha, tengan que ver con la estrategia guerrera que utilizaron pastos y quillacingas. Ellos, para engañar al enemigo, empleaban el ardid de retirar del pueblo la gente joven y dispuesta para la guerra dejando, tan solo, a los ancianos, a las mujeres, a los niños y a la gente débil. Destruían también las sementeras para dar la impresión  de un abandono total; luego, cuando los ejércitos invasores desestimaban a sus contenedores y se daban tratamiento de vencedores, las huestes locales caían sobre ellos. Así, pastos y quillacingas, descritos por Cieza de León como gente de poco ánimo y sin mayores armas, derrotan a los poderosos ejércitos peruanos. Los héroes de esta gesta heroica fueron los caciques Capucigra y Tamasagra.

 

Sin duda Cieza de León que fue testigo ocular de la sociedad de ese entonces, también cayo en el ardid. De otra manera no se explica como, en el mismo texto, expresa su admiración por la laboriosidad de estas etnias: “Es cosa admirable de ver que, con tener grandes términos de muchas vegas y riberas de ríos y sierras y altas montañas, no se andará por parte alguna (aunque más fragosa y dificultosa que sea) que no se vea y parezca haber sido poblada y labrada” (CIEZA DE LEÓN, 1973:93). Nos preguntamos: ¿A caso un pueblo que logró dominar su medio, que desarrolló como pocos la artesanía, que destrozó montañas para montarlas de cultivo, puede ser considerado como de “poco ánimo”?.

 

¿Qué razones nos asisten para pensar en la posibilidad real que tenían estas étnias de enfrentar y derrotar a un ejército numeroso y experimentando como el de los incas? Para dar una respuesta a este interrogante es necesario conocer los avances que alcanzaron tanto en los planos económico como social y político.

 

De acuerdo a los datos de la arqueología y la etnohistoria, pastos y quillacingas lograron un extraordinario desarrollo en su modo de producción. Fueron excelentes agricultores, notables alfareros, magníficos orfebres, talladores de piedra, hueso y madera, lo mismo que hábiles tejedores.

 

En el sector agrícola es de resaltar que lograron la domesticación de todos los vegetales susceptibles de ser utilizados como alimento o planta medicinal. Hacían cultivos intercalados y alternos. Obtuvieron variedades de productos tan importantes como el maíz, papa y el fríjol. El desarrollo de la agricultura derivó en el florecimiento de los oficios y las artes. Los excelentes agrícolas permitieron el surgimiento de especialistas en distintas esferas de la producción.

 

Entre los oficios se destaca la orfebrería. Conocieron todas las técnicas empleadas en América: martillado, repujado, cera perdida, soldadura de láminas por el método de granulación y una que, por su originalidad, merece destacarse: la denominada mise en couleur con la cual obtenían en una misma pieza, superficies brillantes y mates. Cabe anotar que “en Colombia esta técnica fue utilizada solamente en esta parte del país” (PLAXAS DE NIETO, 1979:214).

 

Para la textilería emplearon fibras y animales. Se conocen distadnos tipos de tejidos: lisos, en diagonal y tapicería con ranuras. Al igual que en la orfebrería desde el punto de vista técnico, no adelantamos a todas las culturas de la actual Colombia pues, según Mariane Cardale,, tela en diagonal solamente se ha encontrado en Nariño (1979:253).

 

Existe una estrecha relación entre el desarrollo de las técnicas de producción y el crecimiento demográfico. Al momento de la conquista el antiguo distrito de Pasto era una de las zonas más densamente pobladas en lo que hoy conforma el territorio colombiano. El número de efectivos humanos puede calcularse en cerca de doscientos mil habitantes.

 

 

Los excedentes de producción alcanzados por el incremento de las fuerzas productivas transformaron la sociedad igualitaria en sociedad jerarquizada. Los jefes espirituales, políticos y militares gozaron de ciertos privilegios en razón de status.

 

Por lo dicho hasta aquí es fácil como cierta la afirmación del P. Justino Mejía y Mejía, cuando dice que los pastos y quillacingas conformaron un ejército de sesenta mil hombres para enfrentar a los incas. Asía, con fuerza armada de esta magnitud y con tácticas apropiadas para combatir al enemigo en un terreno abrupto, de profundos cañones, de abismos insondables que conocían como las palma de su mano, las etnias andinas estaban en posibilidades de defender así sea temporalmente, sus territorios y su independencia.

 

Frente a esta realidad incontrolable, resulta sin fundamento la imagen proyectada por los cronistas sobre las culturas del sur. No obstante, estos conceptos negativos fueron tomados como verdades absolutas por cronistas tardíos y por historiadores que no profundizan en otras fuentes de conocimiento, por proceder de testigos presénciales cuya verosimilitud la basaban en asertos como “yo he visto lo que digo y he hecho en todo experiencias”, como decía Cieza de León.

 

Finalmente, es de señalar que Espinosa Soriano, repitiendo la opinión distorsionada de algunos cronistas en torno a la capacidad intelectual de los quillacingas, agrega:  “partió a una campaña por el reino de los oparuna es decir hacia los quillacingas”. El término oparuna o opaluma, sinónimo de tonto tiene aquí una falsa significación. Investigadores de talante de Horacio Larraín la interpretan de una manera más lógica: Oparuna, “el que no entiende una lengua” (LARRAIN 1980:165). En efecto, pastos y quillacingas tenían su propio idioma y no conocían la lengua de los incas razón por la cual, para los conquistadores, el discurso de estas culturas resultaba inteligente.

 

De estas primeras e inexactas percepciones nace el estereotipo del pastuso.

 

 

 

 

SEGUNDA: EL REALISMO PASTUSO.

 

A comienzos del siglo XIX, cuando la época de la independencia, San Juan de Pasto, era una ciudad aislada sin mayor desarrollo comercial, artesanal, agropecuario o industrial. Las barreras geográficas habían sido un obstáculo no solo para la circulación de mercancías sino de las ideas. Por eso aquí no se conocieron los Derechos del Hombre y escasamente se tenían noticias de la revolución francesa. El principio democrático según el cual el poder residía en el pueblo apenas fue conocido al iniciarse la gesta de la independencia. La idea provino de Quito y aquí fue considerada anatema pues se tenía como verdad inamovible el origen divino del poder. El poder solo viene de Dios.

 

El Cabildo de Pasto, que era la máxima autoridad en el Distrito, cada año sacaba un auto de Buen Gobierno por el que se regía la población. Por él se obligaba a mercaderes y pulperos a concurrir a la iglesia Matriz a oír misa y acompañar la procesión del Santísimo Sacramento del día jueves de cada semana, son pena de ocho reales para obras públicas. Puede decirse que vivía en un permanente estado de sitio, pues no estaba permitido circular después de las nueve de la noche, salvo urgencias que no puedan deferirse. Se castigaba la embriaguez con cárcel y se prohibía incluso las fiestas  familiares y la música si antes no se daba aviso a los jueces ordinarios.

En una sociedad cerrada como ésta, de señores y siervos, católica y reductible sin una clase dirigente ilustrada, en la filosofía revolucionaria, era materialmente imposible esperar una acogida favorable a ideas que contravinieran sus principios, su ética y su moral. Por ello reaccionó de manera airada, cuando el 16 de Agosto de 1809 llegó al Cabildo una comunicación en la que el Marqués de Selva Alegre decía:  “Habiéndo la Nación Francesa subyugado por conquista casi toda España…el pueblo de esta capital fiel a Dios, a la patria y al rey… ha creado una junta suprema interina para que gobierne a hombre del señor don Fernando VII…Tengo el honor de participarlo a usía, para su inteligencia el justo precio que aquí hacemos de probidad y talento de sus habitantes, la elevación a la que llevaríamos en caso de una total independencia… según lo tiene determinado la soberanía del pueblo”(Citado por ORTIZ, 1974:81-82).

 

El Cabildo, preocupado por que entre la población había personas proclives al comunicado de Quito, de inmediato sacó un Auto para ver la irreligión y el regicidio sacrílego y asombroso de la propuesta. Primero, dijeron, la soberanía jamás recae en los pueblos; segundo, los gastos que va ocasiona, la nueva junta va a recaer sobre “Todo el patrimonio de Jesucristo. Veréis abusar de la sagrada y espiritual renta de los diezmos… Veréis echarse sobre las temporalidades de los regulares y venderles sus fundos reduciéndoles a intolerable medicinal… No os dejéis seducir: consultad por vuestro mismo honor, por vuestro mismo bien, por vuestra lealtad, por vuestro rey, por necesario, la última gota de sangre, por la defensa de justa causa y a no dejar un escándalo a la posteridad” (Citado  por ORTIZ, 1974:90-91).

 

Para afianzar el realismo pastuso el obispo de Popayán había señalado que: “son herejes y cismáticos los que pretenden la independencia de España; así lo que defiendan la causa del rey combaten por la religión y si mueren vuelan en derechura al cielo”.

 

El realismo pastuso hay que verlo con justa medida. Aquí no habían condiciones políticas ni sociales que genera un movimiento de carácter independentista. Desatado el conflicto en esos días aciagos de la patria se pusieron a prueba, a más de su lealtad, dos valores esenciales del pastuso: su valentía y decisión para defender las causas, que, a su juicio son justas.

 

El itinerario de la guerra de independencia no es objeto de análisis en este momento. Sin embargo es resaltar que aquí, en Nariño, se dieron la primera y la última de las batallas de independencia americana. Fue tanto el ardor de los pastusos en el campo de batalla para defender sus ideas que, sin mayores armas, derrotaron a dos genios de guerra: Nariño y Bolívar.

 

Desde entonces empezaron hacer el estigma de la patria. Simón Bolívar que había sido derrotado por los pastusos en Bomboná, consideraba la batalla más sangrienta de todas las de la independencia, dada su superioridad numérica venció el 17 de Julio de 1823 a Agustín Agualongo en Ibarra. Cuando el combate apenas había terminado escribió al vicepresidente Santander: “Logramos, en fin, destruir a los pastusos. No se si me equivoco como me he equivocado otras veces con esos malditos hombres, pero me parece que por ahora no levantarán más su cabeza los muertos, se pueden contar 500 por lo menos; mas como tenían más de 1500, no se puede saber si todos los pastusos han caído  o no…Yo he dictado medidas terribles contra ese infame pueblo… Las mujeres mismas son peligrosísimas…Ya está visto que no se pueden ganar, y por lo mismo es preciso destruirlos hasta en sus elementos”. (GANGOTENA Y JIJON, 1923:6). En efecto, Pasto fue literalmente arrasada por órdenes del Libertador. Se expropiaron tierras y bienes se desterraron a quienes no comulgaban con las ideas patrióticas, se asesinaron a los demás destacados realistas lanzándolos al río Guaitara amarrados espalda contra espalda. La orden dada a Salom era clara: Destruirá usía todos los bandidos que se han levantado contra la república… Las familias de estos facciosos vendrían todas a Quito, para desterrarlas a Guayaquil. Los hombres que no se presente para ser expulsados del territorio, serán fusilados”.

 

El general Salom, jefe de la pacificación, daba este parte a Bolívar: “No es posible dar una idea de la obstinada tenacidad y despecho con que obran los pastusos; si antes era la mayoría de la población la que se había declarado nuestra enemiga, ahora es la masa total de los pueblos la que nos hace la guerra, con un furor que no se puede expresar”  Hemos cogido prisioneros muchachos de nueve y diez años”.

 

No es de extrañas la conducta obcecada de los pastusos después de la entrada del batallón Rifles en diciembre de 1822 a Pasto cuando los hombres fueron asesinados y las mujeres violadas en sus casas, en las calles y en los templos. La crueldad y el odio con que se procedió se reflejan en la proclama que el Libertado hizo a los quiteños: “la infame Pasto ha vuelto a levantar su odiosa cabeza de sedición, pero esta cabeza quedará cortada para siempre. Esta será la última de la vida de Pasto, desaparecerá del catálogo de los pueblos si sus viles moradores no rinden armas a Colombia… Un puñado de bárbaros son nuestros enemigos” (ORTIZ, 1974:505).

 

Pese a los triunfos de las fuerzas patrióticas en territorio colombiano, ecuatoriano y del descalabro realista que avizoraba en el Perú, los pastusos seguían resistiendo con ardor. Por ello Santander, en noviembre de 1823 instaba a los próceres pastusos Estanislao Merchancano y Agustín Agualongo a la reconciliación ”antes de proceder a llevar nuevamente la guerra a ese Merchancano respondió sin diplomacia a los hijos de pasto morirán primero que obedecer a los bobos carniceros e irreligiosos de Colombia”. Animados con los gritos de ¡Viva el rey, viva la religión!, lograron, temporalmente, derrotar a Juan José Flores y tomarse la ciudad.

 

Las circunstancias no podían hacer variar el curso de la historia. La suerte estaba echada pero no la fe y la lealtad. Cuando Agustín Agualongo cayo prisionero en le castigo y fue sentenciado a muerte en Popayán, el obispo Jiménez de Enciso Cobos y Padilla intercedió para que le perdonaran la vida. El intendente estuvo de acuerdo en perdonarle la vida y darle un ascenso en el escalafón militar republicano siempre y cuando el condenado acatase la constitución y las leyes colombianas. Agualongo, fiel a sus ideales respondió con un rotundo ¡no!. Pidió, eso sí, que no le vendaran los ojos al momento de su fusilamiento porque quería morir de cara al sol. Cuando el 13 de Julio de 1824 se dio la voz de: ¡fuego! Agustín Agualongo lanzó su último grito de combate: ¡viva el rey!.

 

Las secuelas del realismo no solo se sintieron en la derrota de la clase dirigente, la desolación de su territorio y de su economía, si no en la animadversión que en el país empezó a generalizarse en contra del pastuso. Por ello es válido pensar que este fue otro factor esencial en la confirmación del estereotipo.

 

 

TERCERA: EL FANATISMO RELIGIOSO.

 

El pensamiento religioso marcó la historia de Pasto desde la fundación hasta la primera mitad del siglo XX, a cuya centuria entramos sin que esta filosofía hubiese sufrido mella desde los tiempos de la colonia. Su permanencia fue posible por el aislamiento geográfico y el quietismo económico y social. La defensa de los valores prístinos y el combate a las ideas liberales fue tarea en la que estaba empeñada la sociedad toda y de manera especial los sacerdotes y por supuesto los obispos, entre quienes se destacan José Elías Puyana (desterrado de la diócesis en enero de 1863); García Tejada, a quien le tocó ir a consagrarse como obispo de Pasto a Guayaquil por la persecución tomada por Tomás Cipriano de Mosquera; Canuto Restrepo y Ezequiel Moreno Díaz. Ellos enfrentaron con ardor las reformas liberales de medio siglo, del Olimpo Radical y la guerra de los mil días, respectivamente. Por la significación que tuvieron consolidación de la cultura conservadora de Pasto y de Nariño, sólo referiré a los dos últimos.

 

Manuel Canuto Restrepo. Fue consagrado Obispo de Pasto el 3 de abril de 1871. A la ciudad llegó el 5 de mayo de 1872. Se conoció con el nombre de “el prelado guerrillero”. Según un anónimo de la época “si no se hubiera metido en la política hubiera sido un gran prelado”. En efecto, siendo sacerdote fue elegido para los legislaturas del Estado de Antioquia y a los Congresos Granadinos. “En febrero de 1855, tomó parte en la constituyente que dio a la provincia de Antioquia su propia Constitución. En febrero de 1859 asistió a la Cámara de Representantes de Bogotá, y también estuvo presente en la Cámara que se reunió  en Ibagué capital de la provisora de la Nueva Granada, en septiembre del mismo año” (AGREDA, 1998:111). Participó en una acción para asaltar y quitar armas de sus contendores políticos y fue escolta de 60 prisioneros liberales que se trasladaron a Salamina a Manizales.

 

“En 1864, el papa Pío IX, dio a conocer al mundo católico en Syllabus, documento en el cual señalaba los errores modernos, entre ellos, la filosofía liberal a la que consideraba atea. El Syllabus fue una doctrina dogmática que inició políticamente en el país por cuanto la confrontación de los partidos se hizo más aguda. El conservatismo se aferró al Syllabus y con base en él sostenía el principio de que los liberales no podía ser católicos”. (GUERRERO, 1996:221).

 

En todos los estados de la Confederación y más aún en regiones tradicionalmente religiosas como Pasto y sus distritos se constituyeron, en armonía con el Syllabus, asociaciones católicas, cofradías y hermandades de hombres y mujeres que frecuentemente invitaban a participar en solemnes actos religiosos para “orar por las graves calamidades de la iglesia y de este siglo… Por los males que afligen a la iglesia en tantos esfuerzos de sus enemigos para arrancar de las almas la fe de Cristo para romper la santa doctrina, para propagar el veneno de la impiedad con los muchos escándalos que se cometen por todas partes delante de aquellos que creen en Cristo”. (Libro capitular, citado por GUERRERO, 1996: 221).

 

“La iglesia, como respuesta al auge revolucionario que capturó en nuestro país la intelectualidad del liberalismo radical, constituyó la alabado sea Jesucristo” y “Dios, Patria y Libertad”, consignas que se coreaban a la ciudad de Pasto. El viento que soplaba en el mundo era socialismo y con esa doctrina la Iglesia identificaba a los liberales a quienes les llamó ateos y comunistas.

 

A raíz de la publicación del Decreto 1 de Noviembre de 1870, sobre introducción pública y el de 10 de julio de 1872, por el que se rebaja a la mitad el interés reconocido a la iglesia, el Obispo, el 12 de octubre de 1872 publicó una pastora en la cual, describía así a los liberales: “No los conocéis?” Tienen al cinto provisión de veneno y puñal; llevan en una mano el martillo demoledor y en la otra la tea incendiaria, y van gritando libertad, igualdad y fraternidad. En la frente llevan escritos, como la bestia del Apocalipsis, los nombres de odio y blasfemia, y todas sus obras son obras de iniquidad. Esta nueva especie de monstruo no habita sino en las ruinas, a las que llaman progreso,; no calma su sed devoradora sino con el sudor y las lágrimas de los pueblos, y no se alimenta con otra sustancia que con sangre humana. Conocedlos” (AGREDA, 1998: 115).

 

“El documento episcopal -  dice el padre Gonzalo Uribe – es causa para que el presidente del Estado Soberano del Cauca, general Tomás Cipriano de Mosquera, después de dirigir varias alocuciones, terminara finalmente, el 2 de diciembre de 1872 declarando turbado el orden público en todo el dominio. ¿La razón? Porque el prelado defendía a los derechos y disciplina de la iglesia y censuraba los atropellados del gobierno contra ellos. El clero de Pasto lejos de amilanarse por las iras del ejecutivo adhirió valientemente a la pastoral de su Obispo”.

 

“El Estado de la sociedad en Colombia – dijo -, es lamentable y vergonzoso, porque los enemigos de Dios, de su Cristo y de su iglesia han zapado los fundamentos de la civilización católica; ora con la predicación impía y desenfrenada de la prensa; ora con los siniestros planes y acción perseverante de los clubes masónicos; y ora con las leyes y decretos atentatorios a la soberanía, libertad, derechos e independencia de la iglesia de Jesucristo”. (AGREDA, 1998: 116-117).

 

Mediante acta pública protestan porque las propiedades y rentas de la iglesia han sido escandalosas y sacrílegamente incautadas por el gobierno y atropellados los derechos de los obispos católicos y del clero. Rechazan los decretos del gobierno de la Unión sobre “instrucción pública” y “crédito público”. El acta firmada y publicada el 12 de octubre de 1872, termina haciendo votos de obediencia a la Silla apostólica y al Obispo y ofreciendo la vida, si fue necesario, para cumplir la adhesión, protesta y juramento.

 

Para evitar que los niños vayan a la escuela pública, los sacerdotes utilizaron el mecanismo de la excomunión. Canuto Restrepo, el 31 de marzo de 1876, publicó una pastoral “sobre la instrucción religiosa que los sacerdotes deben dar a los niños, y sobre el pecado que cometen los padres de familia que mandan a sus hijos a las escuelas laicas”. El 2 de febrero de 1879, mediante pastoral se refirió a los derechos del clero en la política.

 

Por todas las actividades en contra de las medidas gubernamentales, en 1877 fue desterrado por el presidente del Estado Soberano del Cauca, medida que “mereció de un intonso deslenguado los aplausos siguientes: Permitirá la República que le Prelado guerrillero, rebelde crónico contra las instituciones, contumaz enemigo de la República, apóstol de matanzas, soldado disfrazado con traje de sacerdote y revolucionario permanente, continúe pacíficamente tramando una nueva rebeldía, embruteciendo más los pueblos de su diócesis, manteniendo las alarmas de la sociedad y escandalizando la incipiente civilización colombiana? Si tal cosa sucediera, dejaría de parecer una insensatez, para convertirse en una inexcusable complicidad con ese criminal tonsurado responsable del grave y complejo crimen de la guerra”  (MEJIA Y MEJIA, 1943:164). El “intonso deslenguado” al que hace referencia el padre Chicaiza es el representante Quijano Wallis; sus palabras fueron pronunciadas en el Congreso al hacer su exposición sobre el obispo Restrepo.

 

Cuando Restrepo, con el poder que le otorga su cargo de obispo, con el respaldo del clero y de los sectores conservadores de la sociedad, que eran la mayoría, dedicó su vida a la preservación de los derechos de la iglesia y el combate a las ideas liberales. Su acción contribuyó a mantener y fortalecer el ideario católico como rector inapelable de la conducta social.

 

Fray Ezequiel Moreno Díaz. – En el combate a las ideas liberales no tuvo parangón el obispo de Pasto Fray Ezequiel Moreno Diaz, quien permaneció al frente de la diócesis durante una década. Desde su llegada a Pasto, en  1896, con la firme creencia de que a todos los medios posibles como el de negar confesión y aplicar la excomunión Cintra quienes adherían a tan horrenda política.

 

A Fray Ezequiel le correspondió ejercer su mandato eclesiástico en una de las épocas más aciagas de la patria: La Guerra de los Mil Días. El asumió el papel como auténtico cruzado, pues en su criterio esta contienda “fue por un castigo de Dios por la atmósfera del liberalismo que nos iba rodeando por todas partes y por los pecados públicos de amancebamiento y embriagueces, la demasiada libertad en la enseñanza y en la prensa y otros excesos… que provocan la justicia del cielo” (citado por ALVARES, 1975:168). En circular dirigida al clero en julio de 1900 opinaba que los sacerdotes pueden y deben meterse en política y apoyar un partido que sea íntegramente católico, cuando éste tiene en frente uno liberal. En esta carta pastoral de 1901 se reafirma en estos términos: “No basta en las actuales circunstancias llorar sobre las ruinas de Jerusalén, como Jeremías; ni es suficiente llorar entre el vestíbulo y el altar, según el consejo de Joel; ni es ocasión de sepultarse en las catatumbas para tributar a Dios nuestro culto; ahora es preciso imitar a los intrépidos Macabeos y salir al campo y ponerse frente al enemigo para defender con valor los principios de Jesucristo sobre las naciones, amenazadas por la fiera masónica”. DEUSLO VOLT!, Dios lo quiere, exclamaban sentenciosamente en documentos eclesiásticos y en hojas sueltas y periódicos… Se aseguraba que los fines revolucionarios no tenían otra meta que implantar la impiedad y la herejía, excitando en esta forma al fanatismo religioso como la más poderosa armada de ataque. (CORAL, 1939:178).

 

En la Guerra de los Mil Días los liberales en Nariño fueron aniquilados en el combate de Puerres del 20 de septiembre de 1901. Fray Toribio de Minguella asegura que: “El éxito de aquella guerra, favorable para el gobierno, se debió en el sur más que a ninguno de los generales a pesar de su bravura y pericia, al ilustrísimo señor Moreno, a sus sermones, a sus pastorales y circulares, y con otros servicios”. Entre los últimos hay que anotar el dinero de la diócesis para armar y sostener el ejército” (MONTEZUMA HURTADO. 1982.273).

 

Tan celoso fue en esa lid que llegó al extremo de irse laza en ristre contra el presidente Rápale Reyes por haber proclamado la política de “Concordia Nacional” trazada con el propósito de buscar la unión y, por este medio, el progreso general del país. Para el obispo de Pasto la “concordia” era una política nefasta porque los conservadores podían trabajar juntos con los liberales ateos. Según sus palabras “concordia” traería funestas consecuencia para la religión. Cuando en 1904 algunos ciudadanos de Pasto publicaron un escrito apoyando la política de Reyes, de inmediato desde el púlpito, para recalcar, con énfasis, que tal unión sería una unión maldita y una cobarde renuncia de la fe y del amor a la iglesia y a Jesucristo. Tanta era su influencia entre la sociedad que al día siguiente la élite conservadora sacó una hoja titulada “Protesta necesaria y urgente” en la que aclaraban que la unión era posible solo si “los que se llamaban liberales, admitían en toda su integridad las doctrinas de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana desde el Credo Apostólico hasta el Syllabus y los últimos documentos pontificios que proclamadas bajo ese nombre común…Pero si la cobardía que se busca es con los liberales sin que estos dejen de ser liberales, protestamos como católicos contada la energía de nuestra alma contra tal concordia”.

 

La religión, que puede servir de acicate para el desarrollo y bienestar colectivo puede también convertirse en un freno para su logro. En Nariño, y de manera particular en Pasto, no ha sido un estímulo o factor de progreso. La apología de la pobreza, resignación, humildad, aceptación de enfermedades o calamidades personales y familiares como designio de Dios para verificar nuestra paciencia y mansedumbre, no contribuyeron a la superación individual y colecta, al contrario, cercenaron el espíritu creativo para superar deficiencias y mirar con optimismo el porvenir.

 

La filosofía de San Ezequiel fue factor negativo para el progreso. Según el P. Álvarez (1975:124), sus oraciones eran de este tenor: “Contando ¡Oh Jesús mío! con vuestra gracia, os pido humildemente, mándame dolores, enfermedades, pobreza, desgracias, amarguras, angustias, desolaciones, lo que queráis. Soy amor mío, vuestra victima”.

 

El dolor corporal y las molestias físicas hacen parte de esta filosofía basada en el sufrimiento. Flagelante, como era el Obispo, se azotaba el cuerpo los miércoles y los viernes con instrumentos que producen espanto y, para aumentar su dolor, se amarraba a la cintura agudos cilicios. Para seguir un ejemplo, muchos feligreses, en la Casa de Ejercicios, imitaban la conducta del prelado con la seguridad de la gloria eterna. Par compartir con sus fieles un mínimo de incomodidad y sacrificio instituyó, una práctica que todavía se conserva: “El Rosario de la Aurora”; los sábados, al amanecer, sin importar el frío, el pueblo salía en procesión alumbrando con sendas velas para romper la oscuridad aún reinante, entonar cánticos en honor a la Virgen Madre de Dios y desgranar rosarios.

 

Siguiendo el ejemplo de su Obispo, hombres y mujeres asistían, de cuando en cuado, a la casa de Ejercicios a ceñirse cilicios y aplicarse tormentos, a fin de ganar indulgencias con base en el sacrificio y el dolor.

 

La conducta d las gentes estaba orientada por los rígidos cánones de la moral, la ética y la filosofía religiosa. Pasto era, en realidad, como sus habitantes ufanos proclamaban, la ciudad teológica de Colombia.

 

Pereira Gamba pintaba la triste situación espiritual y cultural de la juventud de aquella época con esas palabras: “Que grande desconsuelo experimenté al encontrarme frente a los alumnos… En nociones de álgebra y geometría deficientísimos, a un tiempo mismo un señalado hábito, tantos de discusión estéril, como la de llevar todas las cosas al terreno religioso. Imposible era que aceptaran, siquiera en gracia de hipótesis o definición, la noción concreta que todos los católicos aceptan del infinito matemático: en los nombres de las líneas trigonométricas seno y coseno creían ver obscenidades”  (PEREIRA BAMBA, 1919:226).

 

La  sociedad era puritana. Por razones morales las mujeres iban cubiertas desde la cabeza hasta los pies. No se permitía mostrar ni siquiera el tobillo; los vestidos barrían el piso. Solos las mujeres del pueblo, las ñapangas, dejan ver su talón arreglado coquetamente con carmesí.

 

Mientras en otras regiones del país empezaban a ventilarse nuevas ideas, aquí estábamos anclados al dogma. No aceptábamos ni siquiera el infinito matemático porque el único era Dios. La resignación y el conformismo impedían la innovación y se oponían a la superación individual y colectiva. La imagen proyectada a nivel nacional era patética. Pasto se consideraba un pozo de fanatismo en donde no tenían cabida las visiones modernas del mundo.

 

Fortunato Pereira Gamba, describe la realidad en estos términos:”Preséntense en el sur el grave problema de la conformidad con la situación presente, la falta de ambición…He aquí una de las mas grandes dolencias que afligen al organismo social de Nariño” (1919:243).

 

Jorge Zalamea señala que el aislamiento y el abandono de los gobiernos resistió nuestra ambición, destempló nuestra voluntad y creó un peligro complejo de inferioridad. (1973:77).

 

Miguel Triana dice que nuestros pueblos “son huraños como el hombre que se encierra sistemáticamente en su casa. El hombre misántropo mira con desconfianza y con horror al hombre de mudo que toca a sus puertas para cualquier motivo: por el contacto social, teme cambiar el estado de su alma, que cree bueno. La innovación en las ideas, usos y costumbres, para quien se siente bien en un grato aislamiento, es una amenaza a su equilibrio” (1950:45).

 

A comienzos del siglo éramos una entidad sui géneris reconocida nacionalmente. Pereira Gamba, quien viajó en 1905 hasta Barranquilla con el gobernador Julián Buchely, cuenta  que la gente rodeaba el carro de la comitiva y decía: ¡Esos son los pastusos!.

 

El geólogo Friedlaen, quien nos visitó en 1925, hace estas anotaciones sobre su viaje a Pasto: “En Barranquilla me pintaron con subidos colores las dificultades de un viaje a través de comarcas desprovistas de todo y me aseguraron que no encontraría en Pasto una posada donde pasar la noche…En Medellín, la misma cantinela… En Pereira continúa me preguntó, con toda formalidad un caballero, qué clase de revólver es el mío y se aterró al saber que voy al sur sin arma de ninguna clase… me figuré dice Friedlaen que iba a arrastrar más peligros que en mi excursión al Fuji – Yama en el Japón…En Cali muchas prevenciones recibí; debía ser muy cauteloso de día y de noche pues los ladrones son legión” (FRIELDAEN, 1925:6). No obstante estas mentiras que circulaban por toda la geografía patria, Friedlaen, una vez concluida su visita, hizo esta reflexión: “Encuentro poco fundado y justo cuando en tierras colombianas se dice de Pasto, hay muchas exageraciones y muy pocos prejuicios.”

 

 

 

CUARTA.- EL AISLAMIENTO Y LA ECONOMÍA.

 

La dinámica de Pasto y del Departamento ha estado íntimamente ligada al desarrollo dial el cual, por su precariedad, se ha constituido en un obstáculo para el progreso material y cultural.

 

En 1904 se creía el Departamento de Nariño. Para ese entonces el aislamiento no había variado prácticamente en nada. Transitábamos por las mismas empinadas y tortuosas sendas coloniales. Tal ve lo único que cambió digno mencionar se la apertura del camino de herradura entre Barbacoas y Túquerres; las primeras recuas empezaron a transitarlo en 1989; antes no entraban ni siquiera las bestias y el transporte de carga y de pasajeros “blancos” se hacia a lomo de indios.

 

Para tener una conciencia clara de la situación, valga la pena recordar esta anécdota: el primer gobernador de Nariño, don Julián Buchely, hombre visionario, si ningún parangón entre los gobernantes del Departamento, se empeñó en la fundación de la Universidad de Nariño. Dada nuestra carencia absoluta de carreteables se creó, como una necesidad técnica y social, la Facultad de Ingeniería. Do Julián se preocupó por traer profesores de altísima calidad; para esto viajó a Bogotá a concertar con Fortunato Pereira Gamba su vinculación como decano. En ese entonces, estando en la capital resultaba más fácil llegar a Pasto haciendo esta increíble ruta: de Bogotá se bajaba a Honda, allí se tomaba un vapor para ascender por el río Magdalena hasta Barranquilla se embarcaban hasta Panamá, se cruzaba el istmo y se tomaba barco hasta Tumaco. De Tumaco se navegaba por mar hasta el río Patía, se ascendía por él y luego el Telembí se llegaba a Barbacoas. De Barbacoas, siguiendo un difícil camino de herradura, se iba a Túquerres y de ahí, finalmente a Pasto. Este recorrido pretendieron hacer don Julián Buchely y Fortunato Pereira Gamba, con tan mala fortuna que estando ya en Barranquilla no pudieron embarcarse a Panamá, pues se había declarado cuarentena debido a una epidemia. Este inconcebible periplo pinta de manera grafica las condiciones en que nos encontrábamos desde el punto de vista vial.

 

Esta dificultad era impedimento real para vincularnos al mercado interno y para el desarrollo de nuestras industrias. La acumulación de capital, por esta vía era un imposible. El oro de Barbacoas tampoco sirvió para este fin, pues quienes explotaban las ricas minas de alubión eran personajes ajenos a la región y luego compañías extranjeras.

 

Uno de los hechos más significativos al comenzar el decenio del treinta, lo constituye la apertura de la carrera que nos comunicó con el norte del país. Con ella se dinamizó la economía, de manera especial el sector agropecuario. Según la “Misión en Cultura Aldeana” (MIRANDA, Antonio, Tomo II, pag. 113), entre mayo de 1934 y febrero de 1935 salieron, con destino al Valle y otros departamentos, más de mil toneladas de productos agrícolas (trigo, papas, maíz, maní, plantas vivas), diez toneladas de velas, quince de lana y ciento setenta de productos artesanales (sacos de empaque, alpargatas, etc.).

 

La persecución de la apertura de la carretera en el sector agrario, puede palparse con mayor objetividad observando el incremento de la producción en una década, así:

 

INCREMENTO PRODUCCIÓN AGRARIA EN UNA DECADA

 

Artículo

1926

1936

Plátanos

1.383.649

6.570.679

Papas

562.377

2.616.095

Maíz

658.375

1.370.170

Trigo

361.281

513.526

Cebada

308.736

491.572

Tabaco        

18.985

420.196

Fique

29.654

53.096

Fuente: Dirección General de Estadísticas del Departamento

 

El aumento de la producción incentivó la modernización de la maquinaria (arado reversible, tractor, fumigadoras, trilladoras, etc.) y la utilización de semillas mejoradas. La ganadería también registró un notable crecimiento cuantitativo y cualitativo. Se importaron animales de raza y con ello mejoró la producción de ganado de leche y carne.

 

La industria, para entonces, guardadas las producciones de inversión de capital, eran la misma que florecían a lo largo y ancho del país: licores, tabaco, tejidos, bebidas gaseosas y cervezas. No obstante, la apertura de la carretera nuestra industria fue desplazada por empresas antioqueñas. De todas maneras la circulación de bienes aumentó en ambas direcciones.

 

La dinámica de la agricultura, la industria y el comercio, trajo aparejada una nueva cultura. Quienes ejecutaban las tareas del campo con nuevos instrumentos y mejores tecnologías, estaban modificando de forma de ver el mundo. Quienes traían maquinaria para la producción de elementos que antes no conocíamos, estaban cambiando la cultura. Quienes iban de aquí a otras latitudes se enfrentan con un mundo distinto, con unos valores y una ética distinta; también quienes veían lo hacían con su propio acervo cultural y, quiérase o no, eran factores de cambio. Economía y cultura no son entidades aisladas e independientes.

 

No obstante estos cambios, el atraso del Departamento era notorio frente a otras regiones del país que habían entrado de manera resuelta por el sendero capitalista. El retardo, la rutina, pueden ser elementos que generan burla entre quienes han avanzado a etapas superiores en la técnica y la tecnología, pues su dominio hace superiores en la técnica y la tecnología, pues su dominio hace superiores a los hombres. Sin embargo, es anotar que en Colombia hay regiones más atrasadas que la nuestra y sus habitantes no han sido objeto de mofa. Por ello, en el análisis, debemos considerar este elemento como un factor más para explicar la formación del estereotipo pastuso.

 

 

 

QUINTA: IMAGEN RACISTA FRENTE AL INDIO

 

En la perspectiva histórica de la subvaloración, hay otro antropológico que no podemos pasar por alto, es el siguiente: la base de la sociedad colombiana y americana, en su conjunto, está conformada por tres componentes étnicos esenciales: el indio, el negro y el europeo. Para algunos pensadores y dirigentes políticos del país como Luis López de Mesa y Laureano Gómez, entre otros, el componentes indio al que el negro se consideraba un lastre para el progreso. Según ellos, por sus cualidades, inteligencia y supuesta superioridad sólo el blanco, el europeo, era el único elemento capaz de proporcionar el desarrollo del país y de las regiones que lo conforman.

 

Recordemos que Luis López de Mesa, uno de los más notables y reconocidos psiquiatras y sicólogos de Colombia, se refiere al indio como “físicamente feo y con defectos inherentes a sus raza como la inclinación al hurto, ala crueldad, a la cobardía, al embuste, a la bebida embriagante, a la promiscuidad sexual y a la mugre”. Cuando reflexiona sobre los indios de Pasto añade: “Sobre estas materias de civilización de los aborígenes americanos la historia y la sociología tiene una palabra que añadir: y es que sólo el cruzamiento con las razas superiores saca al indígena de su postración cultural y fisiológica” (LOPEZ DE MESA, 1970:113). Sobre los quillacingas dice: “Los aborígenes son de buena índole, muy laboriosos y hospitalarios, aunque sujetos a las dolamas de una excesiva pobreza, cuales son la mugre, la embriaguez, el hurto, la mentira, la carencia de iniciativa, etc.” (p.114).

 

Laureano Gómez teoriza así sobre la presunta raza colombiana: “Nuestra raza proviene de la mezcla de españoles, de indios y de negros. Los dos últimos caudales de herencia son estigmas de completa inferioridad. Es en lo que hayamos podido heredar el espíritu español donde debemos buscar las líneas directrices del carácter colombiano contemporáneo” (GOMEZ, 1928:47). En concordancia con López de Mesa, planteaba que la única manera que tenía el país para progresar era importando blancos, preferiblemente europeos. Para él ni siquiera los mestizos podían cumplir un papel digno para el avance social. “El mestizo primario decía no constituye un elemento utilizable para la unidad para la unidad política y económica de América. Conserva demasiado los efectos indígenas: es falso, servil, abandonado y repugnaron todo esfuerzo y trabajo” (Op cit).

 

Carlos Cuervo Márquez, militar y etnógrafos, en ponencia presentada en el X Congreso Americanistas planteaba que los quillacingas, pese a estar en contacto con los blancos  civilizados por cerca de cuatrocientos cincuenta años, aun conservan los defectos i                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                han tenido la oportunidad de conocernos de una manera más cercana como Fortunato Pereira Gamba, Miguel Triana, Jorge Zalamea, Eduardo Caballero Calderón, Gustavo Álvarez Gardeazábal, solo para citar algunos, se han referido al pastuso en los mejores términos. Zalamea definió al pueblo de Nariño como: “generoso, leal, inteligente, laborioso y noble”  (ZALAMEA, 1936:88).

 

Caballero Calderón dijo: ”Nariño puede ser hoy una comarca atrasada, fanatizada, empobrecida por el minifundio, descomunicada del resto del país y envilecida por los malos gobiernos y la mala política: pero tiene carácter que es lo que importa y lo que a otras muchas regiones les falta. Sobre el carácter de los hombre y de los paisajes se construyen los pueblos…Nariño es un pueblo bueno y heroico, que puede llegar a ser grande: es una semilla gruesa y dorada que debemos aventar en el surco” (CABALLERO CALDERÓN, 1963:231-323).

 

El escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal quien vivió entre nosotros dedicado a la cátedra en la Universidad de Nariño en homenaje al maestro Ignacio Rodríguez Guerrero, celebrado en 1993, acotó: “A los colombianos nos enseñaron, equivocadamente, muchas cosas sobre Pasto y sus gentes y esas verdades maquiavélicas, esas mentirillas exultantes nos hicieron prejuzgar en unos casos y desviar la racionalidad de nuestro criterio en el pasado. Tan solo el pasado de los años, la digestión de lo vivido y la añoranza de lo perdido nos ha permitido a gentes como yo, sentirnos orgullosos no sólo de creer que entendemos el pensamiento de tierra, sino reconocer en sus esguinces unas vertientes inacabables de esperanza en la vida en el resto del país acabamos a golpes de sangre y violencias”.

 

Si bien fue haciendo carrera la imagen de tímbios, fanáticos, conformistas y sin ambición, Juan Montalvo nos reivindica cuando afirma que: “Entre el Juanambú y el Guáitara se dilata una planicie muy elevada…En ese país vive un pueblo que por rareza de su carácter, por sus virtudes y defectos, se ha vuelto notable para sus vecinos: ese pueblo es Pasto, nombrado ya como singular en la historia de Colombia. Si algún pueblo en Sur América pudiera recordarnos a la antigua España, sería este, sin duda…Pueblo eminentemente guerrero, en el siglo de conquista hubiera sido conquistador…Sobrio y el pastuso, vigoroso, ni lo rinde la fatiga ni lo retrae el miedo, sus fuerzas no flaquean jamás… La tenacidad y el valor no han flaqueado tampoco en ellos, es lo que llamamos todo el hombre”. (citado por MONTEZUMA HURTADO, 1982:37).

 

 

 

EL PASTUSO Y SU PERSONALIDAD

 

El nariñense o, mejor, el pastuso, es un hombre de muchas virtudes, reconocidas nacionalmente unas e ignoradas sistemáticamente otras. Por ejemplo: es proverbial su honradez, su entrega y disposición para el trabajo, su lealtad y amabilidad. La primera impresión que tienen las personas que han llegado a este bello terruño es muy grata y está relacionada con nuestra amabilidad, con el afán de servir a la gente, afán que, algunos ignorantes, pueden confundir con servilismo.

 

El nariñense es introvertido, sin llegar a la misantropía; algo tímido pero, ante todo, es un hombre sensible. Como todos tenemos defectos. Los más sobresalientes son, a mi juicio, el individualismo y el dolor del bien ajeno. El primero tiene sus orígenes en la distribución de la tierra y en la forma económica minifundista. El dueño de la pequeña parcela es el amo y señor de su predio y su relativa autonomía genera en su comportamiento una falsa ilusión de independencia, de autosuficiencia. Según su ideología, él no necesita de la unión solidaria, de la cooperación mutua. A su vez la autarquía del latifundio, reproduce idéntica forma de pensar. Por fortuna, este defecto está superándolo paulatinamente. Ojalá también superemos la envidia y el dolor del bien ajeno.

 

El maestro Alberto Quijano Guerrero señalaba con cierto pesimismo el derrotero: “Patriotismo, resignación y pobreza: tres manifestaciones de las constantes históricas que pesan inevitablemente sobre los destinos de este pueblo… Esperar, esperar siempre. He aquí el perpetuo signo de Pasto y esta situación subsiste a través de todos los tiempos”.

 

Tiene razón el maestro al establecer el patriotismo, la resignación y la pobreza como rasgos comunes de nuestro devenir histórico; no obstante, observo como hecho positivo que cada día estamos venciendo la resignación que nos condena al quietismo, a “esperar y esperar”, sin poner voluntad necesaria para cambiar el estado de cosas. El mismo doctor Quijano Guerrero representaba, como ninguno, la rebeldía, el inconformismo, la agudeza y claridad del pensamiento colectivo. El pueblo, a su vez, también se sacude de la resignación y los valores ancestrales que nos marginaron de las ideas renovadoras.

 

Si bien aún sufrimos por la falta de una red vial adecuada para comunicarnos con el mundo exterior, el aislamiento no tiene la naturaleza ni el contenido de otros tiempos. Hoy, gracias a los medios masivos de comunicación, ante todo de la televisión, el cine, la radio y el Internet, estamos al día de lo que sucede a nivel mundial. Los mas media no solo con un mecanismo de comunicación sino agentes que inciden en las relaciones familiares y sociales, la ética, las costumbres, la ideología y en general, la cultura. Por su influencia, la conducta es menos parroquial, más cosmopolita.

 

Gracias a los avances que inducen las nuevas tecnologías pero, ante todo, gracias a la calidad de nuestra gente, estamos ganando, así sea de manera imperceptible, un nuevo espacio que como pueblo tenemos que consolidad, que ampliar a través de la solidaridad, del apoyo mutuo y la crítica constructiva.

 

Ha empezado a ser vox populli la idea de que los mejores chistes pastusos los hacen los pastusos. Con esto se está dando a entender que el chispazo humorístico, es fruto de nuestro propio ingenio y no el resultado de esta visión despectiva, burlona y ofensiva con que históricamente se nos ha mirado desde la época de la conquista, con las descripciones ominosas de Cieza de León, con el retrato abominable de los próceres de la independencia, después de que sus ejércitos impotentes para doblegar a la ciudad por vía de las armas, fueran ineludiblemente derrotados.

 

Tenemos condiciones suficientes para mirar el provenir con optimismo. Gozamos de la sensibilidad para la expresión artística y artesanal, para el trabajo científico, la administración pública y la política como actividades esenciales del hombre. Debemos desistir de las lamentaciones y la cantilena del abandono secular en que nos ha tenido el gobierno y ser conscientes que el desarrollo de Nariño depende de nosotros mismos. Esto significa bajar la guardia en la lucha por lo que justicia nos corresponde, al contrario, debemos persistir en ella pero, al mismo tiempo, preocuparnos por hacer nuestro trabajo, cualquiera que sea, con la mayor eficiencia, sin chapucerías.

 

Sólo así abandonaremos el atraso, con ingenio, con esmero y con tesón. Cuando Nariño sea grande el estereotipo cambiará de contenido o será cosa del pasado.

 

 

__________________

1. Colaboración especial.

2. Pasto; antropólogo de la Universidad Nacional, doctor en antropología y etnología americana, de la Complutense de Madrid.

Profesor titular de la Universidad de Nariño; ex-rector de la misma institución Galardonado con el primer premio del Concurso Nacional de Antropología aplicada a comunidades indígenas de Colombia, convocado por la oficina de asuntos indígenas, miembro número de la Academia Nariñense de Historia. Autor del libro “La huella de las voces”.

 

 

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ZALAMEA, Jorge. 1936 “Departamento de Nariño.” Esquema para una interpretación sociológica”, Bogotá.

 

 

 

 

 

 

VI

 

 

 

CARÁCTER DEL PUEBLO NARIÑENSE

IGNACIO RODRÍGUEZ GUERRERO

 

 

 

Nada más difícil que de un pueblo, dificultad que supe de punto cuando éste no es un conglomerado homogéneo, sino el producto de una pluralidad de factores étnicos, de la más disímiles y aún puestas características. Por otra parte, la pluralidad de accidentes geográficos del territorio departamental, han determinado notorias variedades en psicología de los diversos habitantes que ocupan las comarcas en que está Nariño divido. No es una misma modalidad del montañés que la del habitante de las costas, la del agricultor que la del pastor, la del hombre de los valles cálidos que la del que se debate en el frío de los páramos andinos, ni puede medirse con el mismo rasero el carácter del hombre de color que se dedica a la pesca y a la minería en la manglaria, que el que es peculiar del cardador de lana en las altiplanicies.

 

Sin embargo, es posible advertir en el carácter nariñense una como constante uniformidad en las siguientes características: patriotismo, llevando a la heroicidad, como se demuestra por la circunstancia de haber sido Pasto la primera ciudad del Nuevo Mundo en donde se dio – mucho antes que en otra alguna – el grito de emancipación total de España, por el pastuso Gonzalo Rodríguez, en el pleno siglo XVI, justamente en 1561, en un gran movimiento revolucionario en conexión con Quito y Cali, secundado por coterráneos de aquél, como lo acreditan, entre otros historiadores de Indias, Toribo de Ortiguera en el capitulo LV de Jornada del Río Marañon, que exorna el tomo 15 de la Nueva Biblioteca de Autores Españoles, de Méndez  Pelayo, y luego, por la forma como supo luchar por su propia independencia y la supremacía de sus fueros en el primer cuarto de siglo XIX, contra los ejércitos de Nariño y de Bolívar, y más tarde, construida la república, en todas las circunstancias; valor, rayano en temeridad, demostrando el hecho de que jamás soldados pastusos se ha rendido, prefiriendo la muerte a la humillación del vencimiento, como se comprueba con el testimonio de los primeros capitanes de la guerra magna, Bolívar, Sucre, Nariño, y en todos los historiadores, O’Leary, Restrepo, Espinosa, Manuel Antonio López, etc. Laboriosidad incansable, que ha permitido transformar las más abruptas comarcas de los Andes nariñenses en millares de parcelas agrícolas, intensa y cotidianamente trabajadas, lo propio que lleva a buen suceso grandes empresas colonizadores, como las de caucherías, en la basta hoya del Putumayo; sentimiento del honor, que se ostenta en la lealtad guardada a su palabra, y en al generosidad con que trata al enemigo en el vencimiento; agudo ingenio que se manifiesta en la pasmosa habilidad inventiva propia de los artesanos y trabajadores manuales, y en las obras científicas, literarias y artísticas de sus hombres de superior cultura; religiosidad, en suma que es delicada flor que embalsama los hogares todos, espejo de tradición celosamente mantenida. A todas estas virtudes, opónese algunos defectos, productos de vieja herencia, estimulados por el aislamiento casi absoluto en que se mantuvo el departamento hasta pasad la tercera década del este siglo XX, pero que no son exclusivos suyos, más patrimonio, el férreo tradicionalismo; la excesiva misantropía; la propensión a la crítica personal, frívola y malévola; el ensalzamiento, en épocas de lucha política, de transitorios ídolos de barro, con mengua de los verdaderos valores de la raza; el exagerado individualismo, que se traduce en falta de espíritu público y de cooperación ciudadana; el hábito de marcar y ahondar las diferencias sociales o de clase, etc. Pero las vías de inmigración superior extranjera, acabarán por extirpar de raíz esos vicios, aquilatando en cambio aquella virtudes, de las cuales, y a buen fuero, se enorgullecen las gentes de Nariño.

 

 

 

VII

 

LA INDOLE DE UN PUEBLO

ALBERTO QUIJANO GUERRERO

 

 

En pasadas épocas el calificativo de pastuso fue tenido como sinónimo de fanático, realista y retrógrado. Personas interesadas en falsificar la historia, con el deliberado propósito de inventar mártires y semidioses, descargaron sobre el escudo de este pueblo toda su bazofia, bien que la acción de los excrementos dejó a salvo la soberbia de sus torres almenadas. Y lo que aún es más grave, los propios creadores de la nacionalidad, en instantes de injustificados resentimientos, agotaron el índice de los dicterios cuando, en una y otra forma, tuvieron que referirse a esta región de la patria.

 

Lo que casi siempre callaron los cronistas es el procedimiento de excepción que los próceres de la jornada emancipadora dieron a Pasto y hubo de determinar, inexorablemente, la reacción de importantes sectores sociales que súbito experimentaron el peso de todas las injusticias y tuvieron que buscar el equilibrio en el equivocado ejercicio de venganza. Esta posición e lucha, impuesta por la incomprensión y el desconocimiento de los más elementales derechos y alimentada por escarnio y el exterminio, desfiguró la índole de los moradores de esta abrupta comarca y dejó en el fondo de su angustia las hieles de amargos rencores, que aún no han desaparecido por completo y que se exteriorizan cuando menos se piensa. Esa cuota fatídica, bien puede ser la causa explicativa de la actitud belicosa y beligerante que asume el pastuso en los momentos de efervescencia popular y que tan mal se emplea cuando se arma su diestra para los líderes de retaliaciones y crueldades públicas.

 

No faltan escritores que al estudiar la idiosincrasia de este conglomerado, pretenden en contra la fuente de los vicios y virtudes del ancestro en los forzados tributos de la violencia – alcanzados por la soldadesca vociferante y lujuriosa, para concluir que en el carácter del habitante de esta sección, se cruzan los elementos psíquicos y somáticos del mestizo desconfiado y laborioso y del aventurero ladrón y sanguinario. Quienes sostienen dicho concepto, no olvidan que en la noche de infaustas recriminaciones, fueron las botas sucias de las huestes venezolanas las que profanaron los templos y enlodaron la virginidad de indefensas doncellas, bajo la mirada complaciente de los “inmaculados”.

 

Ya en el nacimiento de la república, la condición del pastuso fue delineándose con características firmas y estables, pues los anteriores signos apenas habían sido algo accidental y transitorio, sin raíces profundas en la conciencia colectiva. Y sobrevino entonces una orientación más instintiva que intelectual, hacia el patriotismo, la religiosidad y la política, que pasaron a construir los tres ángulos fundamentales de su posición frente a la vida. Pero en esa conformación de calidades excesivamente gregarias, aparecieron los gérmenes de una ilusoria suficiencia, que quiso bastarse a si misma en todos los órdenes de la actividad humana, con detrimento de un efectivo desarrollo material y económico que sólo puede alcanzarse con la ayuda de reservas ajenas, sobre todo cuando de agrupaciones ensombrecidas por la pobreza se trata.

 

Y esa falsa aparición de la propia valía, fue interpretada a su acomodo por

”sociólogos” capitalinos, en trance de aureola publicitaria, que hicieron circular el zarandeado remoquete del “complejo de inferioridad” como prototipo de la subestimación del individuo frente a los problemas nacionales, con inclusión de las conquistas del espíritu.

 

Pero el rótulo resultó a la postre equivocado y los secuaces del “descubrimiento” sintieron la inmensidad del vacío.

 

Luego vino la etapa del letargo, preocupado el hombre del sur más por las complicaciones del cielo que por las urgencias de la tierra, abrió el corazón a los reclamos de la piedad y de las trapisondas electorales, y cerró los oídos al llamamiento del progreso. Fue necesario que causas erógenas movieran los resortes del estimulo para la existencia comunal se conjugase en función de las necesidades crecientes de la urbe.   Y una saludable inyección de agentes externos vitalizó los músculos adormecidos e infundió impulso en el que                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                continuaron amontonándose en las cajas fuertes de las entidades bancarias, cuando no en lo más recóndito de los baúles apolillados. Y así, desde el elegante expendio de “tintos” hasta los flamantes almacenes de nombres exóticos, ostentaron la marca de fábrica de lo foráneo.

 

Alguna vez, un connotado nariñense estampó esta frase desconsoladora: “La geografía nos mata”. Y en verdad que la proximidad de los cerros desolados y fríos y el permanente espectáculo de una topografía  resquebrajada y con horizontes estrechos, han predispuesto  los ánimos para vivir hacia dentro, sin aspiraciones grandiosas y con tendencias insostenibles al aislamiento y la misantropía. Esta reducción de la esperanza al círculo del mundo interior, si bien ha fomentado los frutos de la inquietud intelectual – como obligada consecuencia del retraimiento – no ha permitido llevar a su máximo el anhelo reivindicatorio que permanece latente en los corazones. Preparado de esta manera el pastuso para recibir todos los dones, no ha aprendido a dar. Y como el desprendimiento es la condición, el insuceso de cualquier campaña benéfica radica necesariamente en la falta de cooperación y auxilio mutuo.

 

El egoísmo, al propio tiempo, no ha dejado pensar en grande, pues lo mucho o poco que puede exhibir la ciudad como jalón de su desenvolvimiento, se ha cumplido a despecho de quienes debieron ser gestores. Y si el atentado contra los intereses cívicos se hubiese erigido en delito, no menudearan los que estarían condenados a prisión perpetua.

 

Lastimosamente, abundan las personas que por tendencias morbosas de aversión o egolatría, no han vacilado en sacrificar toda una empresa de insospechado progreso para la colectividad, con el deseo de lucir los estériles lauros de una victoria cimentada en el odio o el distanciamiento partidista. Y en tal empeño, no ha sido difícil que comisiones ad –hoc califiquen de utópico aquello que prestigiosos técnicos consideraron realizable.

 

Todavía conservan su vigencia prácticas inconfesables, de cuyo influjo no han podido sustraerse densos secotes urbanos. Nos referimos, especialmente, a esos certámenes que con objetivos patrióticos y progresistas, requieren el concurso de la mujer, como aspirante aun reinado de galantería. El descontrol de los sentimientos ha llegado hasta el extremo de que las gentilísimas candidatas se convierten en el blanco de los improperios e injurias de los bandos contrincantes y que, como saldo de un torneo así prostituido surgen desavenencias irreconciliables, agrios zumos de luchas castas y un protuberante desaliento para todo lo que se relaciona con tales justas.

 

Igual procedimiento se aplica en otros menesteres de la cotidiana existencia. La sordidez no respeta ni los establecimientos de beneficencia social, fundados por el desvelo incomprendido de almas generosa y buenas. La comarca del descrédito no se hace esperar, aunque sea por el vedado camino del anónimos insultante. Y el afán de relievar personales méritos, desfigura hasta las mejores jornadas, como jornadas, como cuando se radio difunden los nombres de los favorecidos con una exigua limosna, para reclamar el privilegio de la iniciativa. La  caridad de este modo practicada, tiene nexos afines con la dádiva que se anuncia con trompetas, en frase de la Escritura.

 

¿Y qué decir lo que ocurre en el campo intelectual? El hombre de estudio se logra sobresalir entre sus conciudadanos debe matricularse en la rosca imperante si quiere asegurar su vida literaria, pues de lo contrario es mirado con desvío y menosprecio. Pero si se conserva su independencia, cuando se hable de él es para enrostrarle sus defectos. Los más frecuente es que se lo ignores de manera premeditada y se guarde entorno a su obra un agresivo silencio. En esta “generación de Pederneras”, las alabanzas son para los pachecos y para los que sin ser nadie en el ramo de sus amistades, escriben y publican sus autobiografías y quieren ser alguien en la Gran Colombia.

 

Y este pueblo que regatea los aplausos y los estímulos y se aferra a sus tradicionales con un heroísmo que no tiene par en los anales gloriosos, en cambio se prodiga maravillosamente en las lides tumultuarias y está listo a manifestarse en el plebiscito y en el grito inconforme, hasta llegar a los máximos sacrificios.

 

Inquebrantable en su fe, ejemplar en su trabajo, incorruptible en sus convicciones, los traficantes de conciencias no le han dejado encontrar aún la excelsitud de su destino. Por ello los filones de su adhesión, de su laboriosidad y de su valentía a toda prueba, han sido explotados inicuamente por caciques incultos. Los lacras no se curan ocultándolas. Tampoco las dolencias sociales, que la pública enunciación de las flaquezas, constituya el principio del engrandecimiento futuro, pues las cualidades que enaltecen nunca pueden servir de pretexto para olvidar las claudicaciones que denigran.

 

La belleza indolente del volcán talvez esconda la sugerencia de un símbolo. Impávido y solitario en la solemnidad del paisaje guarda al mismo tiempo el hielo y la llama, la frigidez que congela y el hálito que conforta, la muerte y la vida. Es una presencia vigilante. Así el morador de esta comarca. Frío y apasionado, metódico y turbulento, es la promisoria presencia de la raza que aúna en magnífica conjunción, la simiente de las costumbres y de los abismos, de la tranquilidad y de las tempestades. Pero así – elemental y contradictorio, simple y complejo – el hombre del sur es arcilla purísima de la patria y con ella se ha amasado el pedestal de su grandeza.

 

Tomando de “Revista de Armas”, año de 1954

 

 

 

 

 

LA AUTOESTIMA EN EL VALLE DE ATRIZ

GEORGE WALLIS

 

EL PASTUSO ES UN PUEBLO DE PARADOJAS

 

El Valle de Atriz es la cuna de un pueblo particular. El pastuso es un ser humano sensible, cualidad que se refleja en su vocación por la música, el arte y la poesía. También es sencillo y buen anfitrión. Cuando uno llega a cualquier hogar de nuestra gente, sobre todo la más humilde, sabe que puede encontrar posada en situaciones difíciles y que no le faltará un plato de comida o alguna bebida para calmar la sed. De otra parte pocos son los paisanos que gustan de alardear de las cosas que tienen o clases sociales, transmitidos de generación en generación. Pero quizás la más atrayente y distintiva cualidad de este pueblo es su afectividad. Esta ternura con las que madres y abuelas arrullan y consienten a sus “guaguas” en la intimidad de su hogar. Esa forma de hablar con diminutivos, con dulzura infinita, a las cosas y seres son formas verbales de expresar ese afecto generalizado por la vida. Pero este aspecto también se nota en el apego a su tierra natal, su historia y su idiosincrasia, que defienden con vehemencia, en la alegría que les da ver triunfar a uno de los suyos, conmovidos hasta las lágrimas, de rabia o de felicidad. El pastuso es, en resumen, como un niño grande, de corazón noble y tierno, en la mayoría de los casos. Como si esto no fuera suficiente para definir a un ser excepcional también es estudioso y trabajador.

 

Pero junto a todos los pétalos de rosas, están las espinas. El pastuso no se quiere bien a sí mismo y por eso es solitario y desconfía de los demás. Siempre piensa que alguien está tratando de aprovecharse de su ignorancia o de su ingenuidad. Por ello, además de su emotividad desbordada, a veces es difícil llegar a establecer intimidad o amistades verdaderas con los nariñenses. En medio de todo, hay un problema ancestral, quizás, de injustas sociales, de incomprensiones históricas, de desarraigados y falta de motivación temprana, en particular entre los menos favorecidos, que llevan a despreciar e incluso odiar a sus propios paisanos, quienes han cometido conillos por el propio alimento y hasta la posición social que ocupan. Muchas veces, al pastuso no le importa tanto progresar sino que sus vecinos del barrio no lo vayan a dejar atrás. Por eso, con frecuencia, le ponen zancadillas a sus propios paisanos, en particular cuando empiezan una carrera de ascensos, cuando todavía es posible hacerlos caer, antes de que cojan fuerza suficiente para dejarlos atrás. La falta de autoestima es tan grave que se sienten humillados al ver brillar a alguien más. Esto ha generado otro tipo de patologías, como la proclividad a utilizar a los demás o las actitudes dobles, y la falta de compromiso con la verdad, que nacen de la misma fuente del mal. A veces, se juega al más astuto, al que logra convencer a otro con siquiera saludarlo, si se considera que el paraíso ya perdió importancia. Es que el pastuso, por lo mismo que se siente víctima, se niega a veces a sentir que Dios está también en sus semejantes. Pero si la falta de autoestima es la principal causa de todos estos problemas, la sensibilidad mal planeada, la emotividad irracional, es origen de los demás. Los pastusos son fanáticos de la religión, de la política y de varias otras cosas. Esto hace que sea difícil para algunos entender la verdadera ciencia, se ecuánimes o integrarse a los demás.

 

El pastuso que ha logrado triunfar, sin duda aprovechó sus cualidades innatas y minimizó sus defectos – como cualquier ser humano en la Historia Universal – Ese es el común denominador de quienes lograron la excelencia. Pero, para querer de verdad al pueblo pastuso, se debe tener entender y aceptar como tal, con sus cualidades y defectos. De esta manera, como cuando conocemos y aceptamos a nuestros hijos podremos evitar salir herido o con un vacío en nuestro corazón. Ni buenos, ni malos. La esperanza es que, poco a poco, con efecto y buen ejemplo, ellos madurarán y se volverán seres grandes de verdad.

 

En las siguientes páginas trataremos de profundizar ideas sobre este tema, que pueden servir de base de discusión para los estudiosos del tema.

 

REFLEXIONES SOBRE LA AUTOESTIMA.

 

La autoestima es una característica sicológica del ser humano, consiste en el propio aprecio y aceptación de su ser. Una sana autoestima permite al individuo desarrollarse, alcanzar metas y convivir con los demás. De hecho, el nivel de autoestima de cada persona determina en grado importante su salud mental y estabilidad emocional.

 

ORIGEN DE LA AUTOESTIMA:

 

La autoestima básica, como la personalidad de cada individuo, se determina en los primeros años de formación del ser humano y es consecuencia directa del grado de afecto, respeto y apoyo que reciba de su entorno familiar y social. La maduración de este proceso se da en la adolescencia, aunque puede consolidarse o deteriorarse en la edad adulta. En dicha etapa de madurez, las agresiones sicológicas o las experiencias enriquecedoras del orgullo propio, sobre todo en personalidades débiles, pueden modificar el grado de autoestima que alcance cada persona en su juventud. En aquellos casos en que se presentan problemas de autoestima graves es posible acudir a tratamientos sicológicos o siquiátricas, cuya efectividad es de proporcionalidad inversa a la edad del sujeto tratado.

 

CLASE DE AUTOESTIMA

 

Según el origen de las principales razones, de orgullo y propia aceptación, la autoestima se puede clasificar en dos grandes grupos.

 

  • Individual
  • Social

 

La suma de la autoestima de los individuos determinará siempre el nivel de autoestima social, aunque no siempre sucede lo contrario. Por esta razón, grupos sociales de altos niveles de autoestima pueden producir individuos con graves problemas sicológicos de propia aceptación. Este podría haber sido el caso, por ejemplo, de las princesas Diana, de Inglaterra, quien sufrió de bulimia y tuvo difundidos casos de romances clandestinos con personas de condición social a la suya; estos episodios serían atribuibles a problemas de autoestima, que nada tendrían que ver con su origen social privilegiado. Otros ejemplos semejantes son los de la princesa Margarita de Inglaterra – reconocida alcohólica, de matrimonio fracasado – y Estefanía de Mónaco.

 

En realidad, es peligroso generar autoestima de origen social en los individuos, con base a su condición familiar o social privilegiada, en su etnia o en el prestigio de la nación. Esta es una manera miope de reemplazar la sana generación de autoestima, basada en los derechos propios de cada ser humano, en sus logros como individuo o en el desarrollo de su personalidad. Los casos de personas apocadas que llena de deficiencias de ego de esta manera, sin encontrar una verdadera sanación interior de su personalidad, son  aterradores. Algunos de los más conocidos son los de Hitler, un pintor mediocre cuya abuela materna fue violada por un judío, y de muchos de los protagonistas de la sociedad alemana de la Segunda Guerra Mundial. Ellos buscaron en el orgullo étnico y nacional de manera de compensar sus problemas sicológicos u casi acaban con la humanidad. Muchas historias de racismo, presentadas en películas clásicas del cine, como matar un ruiseñor, son otros buenos ejemplos de este tipo de fatalidad. Cuando el individuo no está seguro de sus propios valores como ser, se vuelve agresivo con sus semejantes, generalmente los más débiles, para reafirmar su propia identidad.

 

Es este el caso de personas sin cultura o de bajo nivel social, que ridiculizan a sus vecinos más pobres o a quienes perciben enemigos. En este campo de patología humana se podría ubicar el tipo de humor denigrante de los chistes sobre distintas etnias y grupos sociales pastusos, gallegos, polacos, negros, etc.

 

El hecho de basar la información de autoestima de los individuos en sus valores de grupo, también tiene otro tipo de problemas. Cuando sobrevienen fracasos sociales de cualquier orden, el típico caso de sociedades opulentas que se vienen a menos.

 

1. Vale la pena revisar la novela. La Consagración de la Primavera de Alejandro Carpentier, para recordar como todos los sujetos que tenían problemas de autoestima encontraron en el nacional – socialismo y el orgullo ario la fatal manera de refirmar su propia identidad.

2. To Hill a mocking bird, protagonizada por Gregory Peck.

 

Los individuos que tiene poco desarrollada su conciencia de valores personales pueden desmoronarse, llegar a desarrollar enfermedades mentales o volverse fármaco dependiente (3).

 

La conciencia grupa es en consecuencia, la más frágil y peligrosa forma de infundir autoestima en alguien. Pero también riñe con los principios científicos, tan en boga hoy en día con los avances en el conocimiento del genoma humano, y conos postulados filosóficos y religiosos de aceptación universal.

 

LA CONCIENCIA INDIVIDUAL ORIGEN DE LA VERDADERA AUTOESTIMA:

 

Todos los seres humanos son en esencia iguales, y fueron creados a imagen y semejanza de Dios, según la religión cristiana. Paradójicamente, en la medida que se abandonan estos principios de cultura occidental, para generar conciencias grupales, se generan problemas de autoestima de convivencia con el resto de la humanidad. El antídoto parecería ser bastante sencillo: en ves de buscar diferencias o características de supuesta superioridad, parecería conveniente reafirmar estos principios cristianos, de igualdad de los humanos, en grupos con problemas de autoestima y propiciar la formación de una conciencia holística, en las sociedades. Pero para ello es necesario primero que el individuo reconozca su vida como un mundo aparte, propio e irrepetible en la historia del universo. Sea cual sea su condición física intelectual y emocional tiene un derecho propio que nadie puede negar de ser parte de la sociedad. Sea cual sea su familia, su cultura o comunidad en la cual vivía, no es ni más ni menos que nadie. La religión y la ciencia le podrían ayudar a identificarse con este punto de vista. Pero, por supuesto, la mejor manera de que este valor se reafirma se encuentra a través de una formación familiar plena de amor y afecto, de respeto y buen ejemplo. La idea es que cada individuo reciba también a través de la educación, una motivación a la superación personal en todos los aspectos; también de esta manera, se logra la aceptación y acato de unas normas de respeto y convivencia con los demás, que forman un buen miembro de familia, un buen ciudadano y un buen ser humano.

 

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3. Alcohólicos o drogadictos.

4. Se entiende por lo holístico lo universal. El individuo empieza a sentirse entones parte integral de la especie humana y no concibe en consecuencia como un ser diferente, proveniente de un pequeño grupo social separado de los demás.

 

Solo partiendo, entonces de la forma de una sólida conciencia individual, que los tratadistas del derecho relacionan con la “teoría del libre desarrollo de la personalidad”, se puede llevar al individuo a aceptar y querer a los demás. Más importante que el hecho de mejorar la imagen de un individuo sobre su propia familia o sociedad, podría se aceptara su familia y sociedad tales cuales son, sin disfrazar ni maquillar su imagen: entender, aceptar – una forma de querer – y, si es el caso, perdonar, sus cualidades y defectos, con el sincero deseo de ayudar a los demás a superarse, sería la única manera de que los hijos de padres con pasados poco edificantes, o los miembros de sociedades con algunos tipo de fracaso histórico puedan construir una sana autoestima. En alguna mediada, el individuo encuentra entonces un razón de ser al haber nacido en una sociedades con menores elementos de orgullo que otras: su vida es importante para ayudar a superar una historia, redimir la imagen de su propia familia o a los demás miembros de su grupo; esto quiere decir que el individuo nacido en hogares pobres o en sociedades modestas, a diferencia de quienes nacen concunas privilegiadas, siempre tendrán al manos una familia o a los demás miembros de su grupo; esto quiere decir que el individuo nacido en hogares pobres o en sociedades modestas, a diferencia de quienes nacen con cunas privilegiadas, siempre tendrán al menos una ventaja: podrán y deberán ser mejores que sus                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                 uede complicarse y hasta derrumbarse, sin embargo, en hogares con dificultades conyugales, problemas de drogadicción o alcoholismo o padres con problemas delictivos o de personalidad; en estos casos la formación de autoestima del individuo, en edades tempranas, puede resultar afectada en forma negativa, a pesar de la influencia benéfica del resto de la sociedad.

 

EL PROBLEMA DE LA BAJA AUTOESTIMA DE LOS PASTUSOS

 

No se conocen, en el nivel de publicaciones editoriales, estudios estadísticos y científicos serios sobre los supuestos bajos niveles de autoestima de los pastusos, lo cual hace difícil encontrar las verdaderas causas del problema. Habría que recurrir a una investigación segmentada por estratos sociales, por edades y géneros, así como por fenotipos étnicos, marcada con parámetros adecuados, y comparados con otras ciudades del departamento y regiones del país, para entender los verdaderos alcances del problema. También, de esta manera, se podrían identificar las verdaderas causas. Sin embargo, esta son algunas hipótesis que se tejen alrededor del tema – presumiendo que en verdad existen bajos niveles de autoestima según observaciones más o menos empíricas de algunos educadores y vecinos de la ciudad 6.

 

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5. En alguna medida fue el caso de Jesús

6. Lo cual puede ser cierto, pero no se puede validar a nivel académico en ausencia de estudios serios, corroborados a través del método científico.

 

1. Origen histórico de traumas no superados desde la Guerra de Independencia.

2. Equivocada interpretación y narración histórica de los sucesos ocurridos en la Guerra de Independencia, que han afectado la propia estima.

3. Héroes y mitos deficientes que generan poco orgullo, o incluso vergüenza colectiva, al compararse con medios culturales de historia diferente que rodean a la sociedad pastusa, y donde dichos personajes se convierten antihéroes.

4. Mala imagen propia y complejos de inferioridad creados por el llamado “Chiste pastuso”.

 

5. Ignorancia generalizada, debida a una educación deficiente del pueblo pastuso, en comparación con la educación recibida en el resto del Departamento de Nariño, o del país.

6. Niveles de pobreza comparativa superior a la media.

7. Cultura vergonzante.

8. Problemas sociológicos de la familia pastusa.

9. Aislamiento geográfico.

10. Aislamiento de los medios de comunicación.

 

Si tomamos como base de esta reflexión las consideraciones iniciales acerca de la autoestima, podemos identificar algunas causas principales y otras secundarias. En el supuesto planteado de que la verdadera autoestima nace de la conciencia individual y no de la conciencia colectiva, solo encontramos tres hipótesis, entre las diez anteriores, con relación directa sobre esta problemática; ellas son las señaladas en los puntos 5,6,7 y 8; examinemos en detalle cada una de ellas.

 

Los puntos 5 y 6, que apuntan a la falta de educación y la pobreza, influyen de manera importante en la autoestima de un individuo y, por supuesto, de cualquier pueblo. Sin duda son los principales factores a superar, para erradicar un problema sociológico de esta naturaleza. Es obvio, entonces, que a mayores niveles de educación y riqueza, mejores niveles de autoestima de la población. Pero, de otra parte, aún reconociendo la pobreza y la falta de educación de un pueblo pastuso, esta no es inferior a las de otras poblaciones de Nariño, como Tumaco o Túquerres, donde se supone que el problema de la falta de autoestima es menor. Estas características del subdesarrollo con comunes e incluso más grave en otras ciudades del país, como Popayán, o  en inmensos barrios marginales de Medellín y Bogotá, donde no se habla de problemas de autoestima comunitarios, como en Pasto. Por ello, no se pueden descartar estas hipótesis, pero tampoco es lógico señalarlas como causas fundamentales del problema particular en Pasto.

 

El punto 7, relacionado con la cultura – manera de hablar, comidas típicas, idiosincrasia, etc. – podría explicar la falta de autoestima de individuos de bajos niveles sociológicos, marcados por la pobreza y la falta de educación, quienes podrían avergonzar de su propia cultura. El hecho que puede generar el rechazo por comparación de estos patrones culturales escriba en su condición minoritaria y exótica en el contexto nacional,; por esta razón, y ante la confrontación con culturas vecinas, de mayor desarrollo económico, los pastusos enfrentarían un choque cultural con el resto del país. Esta hipótesis no explicaría, sin embargo, por qué existe baja autoestima en Pasto, pero no en el resto del departamento, que tiene patrones culturales semejantes, además en toda la región andina, la cual incluye a: Ecuador, Perú, Bolivia, y en norte de Chile y Argentina.

 

En el punto 8, relacionado con la educación y la problemática de las familias, es entonces, por eliminación, una posible causa raizal. Sin embargo, habría que corroborar los datos sobre posibles problemas de violencia familiar, supuestamente mayores en Pasto que en el resto de la media regional y nacional. Pero, de ser cierto esto – la agresividad existente en los hogares pastusos, la falta de respeto entre padres e hijos, la educación represiva, etc., marcarían una diferencia negativa grande en la formación de autoestima individual de los niños pastusos. Si se prueba esta hipótesis habría que efectuar un trabajo interdisciplinario, para enfrentar el problemas mediante campañas gubernamentales, que tomen por eje todo el sistema de educación. El principal objetivo, sin duda, sería el de fortalecer escuelas de padres y promover la gestión de trabajadoras sociales, ligadas a las instituciones escolares, quienes detectarían los problemas puntuales. Ellas ayudarían a mejorar las relaciones al interior de las familias, de mano de instituciones como I.C.B.F.

 

La demás hipótesis, que aparecerían como secundarias en el contexto de la autoestima de base individual, también ameritan, no obstante, una reflexión lógica de segunda instancia. Parecen poco probables, como causas actuales del problema, las hipótesis 1,9 y 10, ya que el paso de los años y la progresiva intercomunicación de Nariño con el resto del país, hacen que la sociedad pastusa actual no viva en las mismas circunstancias históricas de antes. De otra parte, no se debe olvidar que durante las tres primera décadas del siglo XX Pasto fue una ciudad pujante comparada con el resto de ciudades de Colombia 7, con lo cual habría roto el ciclo de continuidad con las desgracias históricas nacidas de la independencia, hace ya casi doscientos años. Tampoco explicarían estas causas la diferente idiosincrasia de otras ciudades de Nariño más aisladas y también golpeadas por la historia de la independencia, e incluso por el hecho de haber sido siempre subordinadas del centralismo pastuso. Por ello, estas hipótesis no ameritan mayor consideración adicional.

 

Quedan por analizar, como causas raizales secundarias de la autoestima de base colectiva 8, los puntos 2,3 y 4; estas hipótesis se relacionan, respectivamente, con problemas de enseñanza de la historia – las dos primeras – y de imagen actual de los nariñenses, originada en los chistes pastusos.

 

En cuanto al tema de la verdad histórica, se debe reiterar que nada ocurrido en el pasado debería ser el punto fundamental para mejorar la autoestima del pueblo pastuso. Si la verdad histórica es dura, hay que aceptarla. Este es el caso de los yankees, en los Estados Unidos, quienes además de haber perdido la Guerra de Secesión tienen el estigma de haber sido esclavistas; también está el caso de los alemanes, quienes deben aceptar como pueblo que tiene un pasado reciente de genocidas; por su parte, los chinos tienen un pasado de drogadictos – desde los días de la Guerra de Opío-;  la mayoría d los australianos son descendientes de delincuentes ingleses, que fueron deportados a esa isla, en pleno siglo XVIII; en síntesis, son muchos los pueblos exitosos que han pasado por circunstancias históricas autodestructivas ni han tenido que ignorar su propia realidad para contar con un sano orgullo nacional. En cambio, en otros pueblos que ha maquillado su historia, los resultados han sido contraproducentes 9. Lo importante no es contar con determinados hechos históricos favorables, ni menos pretender no es contar con determinados hechos históricos favorables, ni menos pretender cambiarlos, sino tratar de entender las circunstancias en las cuales nuestros antepasados, unos seres humanos como cualquiera, actuaron como actuaron 10. Este es el punto de vista central de tener en cuenta con la historia de los pastusos. Este es punto de vista central a tener en cuenta con la historia de los pastusos. Sobra anotar, además, que muchos pastusos aceptan con verdadero orgullo los episodios de su  historia, tal como los cuenta la historia nacional 11.

 

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7. Basta comparara los indicadores demográficos, económicos y de salubridad de Pasto, Popayán y Cali para probar esta afirmación.

8. El orgullo regionalista.

9. Este fue el caso de la U.R.S.S., cuyos historiadores maquillaron a su acomodo la historias de su pueblo, con el fin de generar orgullo revolucionario. Delincuentes con Lenin o Stalin eran prestados, por ejemplo, como verdaderos superhombres. Esto no logro evitar, al final, que el propósito sistema sucumbiera a pesar de tanta promoción, en medio del alcoholismo y la falta de autoestima generalizados.

10. Ver el texto adjunto: Una Visión de la Resistencia en Pasto a la Libertad y Su Imagen Historiadores.

11. En los últimos tiempos han surgido algunas tesis de historiadores revisionista, quienes plantean que no todos los pastusos eran realistas en la época de la Independencia; esto no seria nada extraño, pues ninguna sociedad es absolutamente homogénea en sus criterios políticos. Sin embargo falta profundizar en la investigación del tema para poder entender cuantos eran los disidentes, que porcentaje de la población constituían y otros datos de interés. Lo grave del asunto es que dicho disidentes habrían sido de todas formas traidores a las políticas oficiales del cabildo de Pasto de esa época y, en el mejor de los casos, personas intrascendentes a la hora de definir las políticas de gobierno de su pueblo. En consecuencia para efectos del tema de la autoestima del pueblo pastuso, sostener que los pastusos no fueron tan equivocados en la época de independencia puede tener una lectura aun más desafortunada.

 

Veamos entonces la hipótesis de la creación de héroes y mitos. Al pastuso común y corriente ni le va ni le viene tal tema en la generación de su propia estima. Tampoco ningún colombiano se siente particularmente orgulloso o no de Bolívar y Santander. Es posible, sin embargo, que exista algún tipo de orgullo familiar 12, entre los descendientes de hombres destacados. En todo caso, cuestionar la imagen de los pocos

ídolos reconocidas en Pasto 13, puede causar más confusión y disgusto entre la población, que proceso de generación de autoestima. Si se quiere exaltar unos valores diferentes parecería más indicado enriquecer el subconsciente colectivo con nuevos nombre 14, que destruirlo cuestionando lo ya aceptados: estas discusiones pueden tener interés académico, pero también puede generar, en consecuencia mayor inseguridad – sentimientos de desconcierto e ignorancia adicional – entre el pueblo raso.

 

Por último, la hipótesis número 4, del chiste pastuso 15; es seguro que quienes cuentan estos chistes ante extraños no sienten ningún tipo de complejo. Quien se ríe de sus propios defectos es generalmente persona de gran autoestima, con un sentido crítico pero no destructivo, útil para su superación personal y hábil para relacionarse con los demás. El problema entonces, no es de los pastusos que cuentan sus propios chistes. Podrían ser un problema de los demás pastusos, que se sienten disminuidos u ofendidos con estos apuntes. Volvemos entonces al punto de partida de la seguridad interior, construida sobre una base de autoestima individual que volvería invulnerable al pastuso ante este tipo de chistes. De otra parte, se debe reconocer que el chiste pastuso, independiente de si constituye o no un problema grave de autoestima, si es una mala imagen de la región que se debe evitar.

 

 

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12. Como se dijo antes poco recomendable.

13. Agualongo, Julián Buchely, José Rafael Sañudo, Sergio Elidas Ortiz, Leopoldo López Alvárez.

14. Entre actuales, más motivantes y ejemplarizantes. Este es el camino escogido por la Corporación Gestión Nariño, al exaltar en el Teatro Colón de Bogotá a los nariñenses más destacados a nivel nacional e internacional desde 1997.

15. Ver ensayo de Armando Montenegro www. Pasto.com

 

UNA VISIÓN DE LA RESISTENCIA DE PASTO A LA LIBERTAD Y SU IMAGEN HISTÓRICA

 

Mientras la mayoría de los colombianos empezaron a considerarse como una nueva sociedad, a partir del 7 de agosto de 1819, los pastusos, de manera injustificable en el criterio de muchos compatriotas, tardaron varios años más en aceptar dicha realidad. Sin embargo, para poder afirmar los juicios sobre la problemáticas sociedad colombiana actual, conviene revisar este episodio histórico y muchas otras interpretaciones de perogrullo sobre nuestra nacionalidad, narrados en relatos parecidos a los cantares de gesta medievales. Este es precisamente el caso del capitulo de los pastusos en las guerras de independencia, quienes se opusieron en forma tan obstinada a los “libertadores”, que se ganaron una reputación de cavernarios; sin embargo, si dejáramos a un lado estos repetidos prejuicios decimonónicos, quizás podríamos entender mejor, y eventualmente conjuraríamos, muchas tragedias comunes del pueblo colombiano. Con este objetivo en mente intentemos mirar este episodio sociológico desde el punto de vista, más cercano a la realidad de los vecinos. Partamos de un análisis estratificado de los motivos de la población pastusa de esos convulsos días, ya que sus circunstancias políticas y sociales fueron diferentes en cada caso.

 

Empecemos por las elites criollas de este bastión realista tan apartado del poder central, ellas no tenían necesidad sicológica de los Acevedo y Gómez, los Nariño, los Torres o los Camacho, de igualar su condición social para acceder al poder: tal situación era inconcebible para los pastusos debido precisamente a su marginalidad geográfica, que impedía de facto pensar en esas posibilidades. Carentes de dichos incentivos, con muchos pragmatismos, y quizás también con subyacentes egoísmo, la dirigencia de Pasto se aferró a sus principios religiosos y de lealtad a la corona, para defender un statu-quo que les convenía; en realidad tales características morales y culturales les aseguraban una vida privilegiada en provincia y la continuidad de una situación social relativamente estable y pacífica, que duró casi tres siglos. Quizás intuían que la independencia sólo les aseguraría un siglo de conmoción social, de guerras fratricidas, de pasar de depender en Madrid a depender de Santa Fé, una apitis dimutio en el contexto nacional.

 

Desde luego que las ideas filosóficas nacidas en Francia, de democracia e igualdad, eran desconocidas por la mayoría de los “hidalgos” pastusos; pero mirando desde otro punto de vista menos romántico, tal concepto democrático, como argumento para el pueblo apoyará las ideas republicanas, eran sólo como argumento para que el pueblo apoyara las ideas republicanas, era sólo un sofisma  distractor; dichas tesis democráticas sólo serían favorables, en esos días, para la burguesía centralista, nunca para los negros, los indios o lo artesanos analfabetas, que eran la mayoría de la población; de hecho, ni siquiera serían prácticas para los más pudientes granadinos asentados en provincias lejanas, como Pasto, donde no podrían aspirar a elegir y ser elegidos, como dirigencia del país. La elite colonial de Pasto, entre otras cosas de ancestros culturales y sociológicos tan sefarditas como el pueblo antioqueño, tenía razones de sobra para dudar de la convivencia de apoyar una causa republicana, basados en las disquisiciones sobre la democracia, que si aplicaban para los criollos pudientes de ciudades más importantes de la Nueva Granada. Por ello, su antirepublicanismo era en el fondo mucho más pragmático y menos ideológico o fanático, el tipo de explicación más cómoda de los superficiales análisis de cajón que nos enseña la historia convencional; en realidad, cuando se encontraron perdidos algún tiempo después de la Batalla de Bomboná, los criollos pastusos fueron tan pragmáticos que pactaron un armisticio con las tropas libertadoras, a despecho de chapetón Boves, quien volvió a tizar la hoguera apenas pudo. Fue cuando el pueblo raso, ese sí heroico a morir, rodeo a su caudillo Agustín Agualongo, para combatir hasta el final. Entonces Bolívar, exasperado, se vio forzado a tomar medidas despiadadas para doblegarlos y asegurar el triunfo de la revolución. iii

 

Llegados a este punto, vale la pena analizar los intereses propios de las clases sociales populares de Pasto, los mestizos e indios, que tuvieron otras razones para ser los más obstinados defensores del rey. Algunos estudiosos del tema, como el historiador ex ministro de Estado Eduardo del Hierro, piensan que de por medio estaba una ancestral veneración por los jefes incas; ellos era una especie de dioses para los quechuas, que dominaban las sociedades prehistóricas del sur de país. Cuando murió Atahualpa, el último de sus gobernadores sagrados, y fueron obligados a quemar las momias de sus antepasados, esta sociedad habría trasladado su devoción milenaria al rey de España, para buscar un asidero psicológico al hundimiento total de su mundo, pero también se debe entender que la conocida religiosidad fanática del pueblo de Pasto, había sido cultivada con habilidad, y también seguramente con genuina fe, por las elites dominantes, como elemento                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                  Santiago Montenegro, han planteado la tesis de que al fina de la colonia el rey de España había empezado a proteger a los indígenas con la creación de cabildos y resguardos, así como la expedición de otras leyes favorables a este segmento de la población. Las principales razones del pueblo de Pasto fueron, entonces, culturales, políticas y económicas, pero sobre todo de sentido práctico.

 

El 7 de agosto de 1819, fue apenas el inicio de un largo y sufrido proceso de justicia social para el país, que debió ser impuesto a la fuerza a los pastusos por las razones antes anotadas; lo cierto es que se trató de un avance social, en mora de concluir, pues en realidad pasaron desde entonces demasiados años para: liberar a los esclavos (1851), aceptar el voto popular, restringido en principio a las elites (1863), implementar el sufragio universal (1912), y favorecer en forma precaria la participación democrática d de los indígenas y las minorías (1991). Ojalá para el año 2019, celebremos doscientos años de la República, eligiendo presidenta a una colombiana indígena o negra, orgullosa de su étnia y con todos los méritos académicos del caso; ese sería un buen hito social y punto de culminación verdaderamente “nacional” de este largo proceso de reivindicación de derechos comunitarios. Sin embargo, el sangriento recorrido de la historia de Colombia nos indica que dicha utopía no se logrará por las armas; quizá sea posible cuando los colombianos nos respetemos lo suficiente, entre diferentes etnias y regiones, y cuando enterremos tanto los paradigmas de Henao y Arrubla como de José Rafael Sañudo, considerado por muchos colombianos ilustrados como “el furibundo historiador pastuso”.

 

i. No para todos, por supuesto, pues don Tomás de Santacruz, el Presidente del Cabildo de Pasto, por ejemplo, habría estudiado derecho en la Universidad de Salamanca y tendría muchos vínculos con la masonería, según algunos eruditos: por eso se podría presumir que conocía bien estas ideas de la Ilustración.

 

ii. Ver datos del libro Los Judíos en la Historia de Colombia, de Daniel Mesa Bernal o Espíritu y Sangre de Santa Teresa de Jesús, de Emiliano Díaz del Castillo Zaruma.

 

iii. Estos episodios están consignados en forma detallada en el libre Agustín Agualongo y su tiempo, del historiador Sergio Elías Ortiz.

 

iv. A manera de anécdota que ilustra esta relación especial del rey con los indios del sur del país, vale recordar que Carlosama una de las poblaciones de mayor ancestro indígena, fue bautizada así por una carta de monarca Carlos III a los nativos, en la cual finalizaba diciendo “el rey Carlos os ama”.

 

 

VIII

 

ESTA ES LA TIERRA 1

AURELIO ARTURO 2

 

Esta es la tierra en que hemos nacido felices

Esta es la tierra en que hemos sufrido

Aquí muchas veces lloramos

Sin lágrimas, hondamente y soñamos

Dulces sueños.

 

Aquí laboriosas, irradiantes

Mañanas hemos pasado.

Con un cantar en los labios,

Con una azada en las manos,

Y buen afán en el corazón iluminado.

 

Aquí con alegres camaradas,

Reímos, y fuimos locos por los caminos,

Y hablamos con cordiales palabras,

Y tomamos, talvez en exceso, copas de alegres vinos.

 

Aquí con gráciles mozas, de voces sensuales,

Supimos ser jóvenes – los días eran reinos-

Y decir un canto, una fácil palabra de emoción.

 

Aquí gritamos mucho, en fulgurantes caballos

Atravesamos los plantíos, y las noches

En una rápida aventura, interrumpida

Por ventanas florecidas en granjas distantes,

O con ríos que salen al paso, o mastines insomnes.

Aquí las noches fueron santas

Aquí las noches fueron rojas

 

Aquí fueron las noches palacios estremecidos

Por la música fibrosa de las guitarras.-

Aquí los días fueron talleres, hachas y bosques.

Aquí huyeron los días como potros,

Y se agotaron las noches como copas

Llenas de néctares y estrellas.

 

Esta es la tierra en que mi madre soñó.

Aquí Jacobo, Estéfano y Raúl, suaves hermanos míos,

Conmigo soñaron y amaron una misma ilusión.

 

Aquí aromó mi adolescencia y mi corazón,

Para siempre, una alta dulce mujer,

Como palma más en mi país de palmas,

De aves resplandecientes y aira vibrador.

 

Aquí he luchado, aquí he sido iluso

Y he sembrado mi canto en los vientos.

 

Aquí aprendí a amar los sueños – los dulces sueños –

Esta es la tierra oscura que ama mi corazón.

Esta es la tierra en que quiero morir.

Bajo la espada del sol que todo lo bendice.

 

1. Poema tomado del libreo “Primeros poemas” (Arango ***** 1994).

2. La Unión (Nariño) 1909; Bogotá, 1974 – Altísimo poeta; considerado el más importantes del siglo XCX: Abogado de la Universidad Externado de Colombia, Magistrado del Tribuna Supremo de Trabajo; ganador del premio nacional de poesía “Guillermo Valencia” en 1963. Su poemario “Morada al Sur” es considerado como un “recinto mágico de ensueño y admiración”.

 

 

 

 

 

IX

 

NARIÑO: TIERRA DE PROMISIÓN 1

JAMES ENRIQUES SANSON2

 

 

 

Ha sido desde siempre. Porque esta comarca ha existido lejos de la patria, patria más o menos buena, pues su cordón umbilical es demasiado largo, kilómetros, y las ambiciones centralistas tienen dimensiones siderales.

 

Si fue de Colón, éramos el norte de los incas. Y nos bastó remover las rocas de su secular asiento para espantar a los orejones del rey que pretendía sojuzgarnos.

 

Si fue en la independencia, tuvimos que enviar a los patinaos para que las huestes americanistas cambiaran su pedagogía de las armas y el decreto de guerra a muerte por el catecismo de la persuasión amable y de los argumentos racionales.

 

Si ahora en la república, hemos tenido que regresar al lito diálogo, al lenguaje de la piedra, para que nos reconozcan una refinería a la postre rejoneada con el conocimiento cómplice y alcahuete de la dirigencia local.

 

A caso también sea mañana. Pero si queremos evitarlo, debemos sembrar en el corazón de nuestros hijos no la semilla del odio sino la semilla de la propia estima para que no se muera nuestra altivez y para que se conserven intactas la hidalguía y la capacidad de dar más a la patria y a la misma humanidad.

 

______________

1. Fragmento del libro “Nariño: tierra de promisión”.

2. Pasto, 1949. Escritor, poeta, periodista, catedrático, licenciado en ciencias de la educación con postgrado en etnoliteratura. Fundador y director de varias revistas “Hola Nariño”, “Ecos de la Semana” y otros. Ha publicado: Nariño: Tierra de Promisión.

 

 

 

CAPITULO PRIMERO

 

¿UN GENTILICIO PEYORATIVO?

 

Cuando Bolívar habla de “la infame Pato”, parece iniciar un ciclo de ofensas a la comarca. Pero el mismo genio tenía si no la razón, motivos para su disgusto. La oposición tenaz de las gentes de las comarca, su radical defensa de unos principios al parecer monárquicos, el apego al orden y ese indeclinable afán por conservar su libertad, los había enfrentado. Bolívar nunca estuvo tan a las puertas del desespero como en Cariaco. Y jamás halló tan altivos conectores como en los habitantes de la provincia de Pasto. Y fue tal su enojo que llegó incluso a equivocarse en sus vaticinios. El, autor de la prenotoria Carta Jamaica. El, el autor de los severos juicios en su cartel de Bucaramanga. El, autor de Juramento del Monte Sacro. El, es quien se equivoca al anunciar la desaparición total, definitiva de aquella a la cual designa como “la infame Pasto”.

 

Pero un lector atento movió, dubitativo, la cabeza cuando al comenzar este capítulo señalé el amor por la libertad como una de las causas de la oposición de Pasto a los ejércitos republicanos.

 

Y esto es verdad. Acá, tan lejos de España, estar sometidos al Monarca era algo con su toque romántico. Dios y el rey estaban lejos. Dios y el rey podían legislar a su antojo. Dios y el rey, infinitamente ligados, recibían igual veneración. Estaban lo mismo de distantes el SINAÍ y la Corona, el decálogo y las leyes indias. En cambio, la revolución ponía en peligro la tradicional calma del virreinato. Amenazaba con alterar esa paz monacal de allende los mares. El clarín republicano era como el revuelo de la campanas a medianoche: presagio de alguna desconocida tragedia. La libertad de vivir sin zozobra y con calma; el derecho de administrar la parcela y la siesta, tambaleaban al paso de caballo independentista. Nuestros abuelos, entonces se sorprenden y miran con sospecha primero, y luego con horror, al iconoclasta aventurero. Escuchan las proclamas y se cartean – con exceso de cortesía y buenas manera – con el guerrero venido de Santa Fé. Pero no está dispuesto a ceder. Leamos, por ejemplo, estas misivas cruzadas entre las autoridades de Pasto y el Coronel Macaulay, estando preso en Pasto en general Nariño y antes de intercambiar fuegos, pedradas y garrotazos como se estilaba en épocas.

 

“Señores del muy ilustre cabildo de la ciudad de Pasto:

 

Por el adjunto oficio del superior gobierno de la Providencia se impondrá usía muy ilustre de las disposiciones que ha tomado para vindicar las vejaciones que ha recibido de ese pueblo ingrato

 

Si usía muy ilustre, satisfaciendo a los deberes que le impone su instituto propende a la conservación de su patria, resuélvase inmediatamente”.

 

Entrégueseme las personas del excelentísimo señor presidente, oficialidad, tropa y demás sujetos que aprisionó ese pérfido vecindario, indemnizándoles de los perjuicios que se les ha irrogado: entrégueseme todas las armas y pertrechos de guerra que haya en esa ciudad y entonces ella será tratada con benignidad.

 

De lo contrario, si no viene usía muy ilustre al camino de formalizar la entrega de presos y armas; si me dispara un solo fusilazo en el tránsito, Pasto pagará sus crímenes desapareciendo de la tierra.

 

Y si para colmo de su maldad, ejecuta el más pequeño agravio a las personas de los presos, tiemble ese pueblo bárbaro infractor de los Derechos de Dios y del hombre; no habrá piedad; no quedará hombre vivo desde el Guaitara hasta el Juanambú; el fuego consumirá sus edificios y propiedades; las futuras generaciones admirarán en sus ruinas y escombros un castigo proporcionado a sus delitos.

 

Dios guarde a usía muy ilustre muchos años.

 

Campo de Popayán, en sombrerillos, julio 17 de 1812. Macaulay, coronel comandante”.

 

La respuesta no se hizo esperar.

 

“Señor comandante de las tropas de Popayán:

 

He recibido este ayuntamiento un oficio firmado por un Macaulay, coronel comandante, desconocido de este cuerpo, fechado en Sombrerillos en 17 del presente mes; y aún cuando fuera dirigid

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publicado por peobando a las 22:30 · 1 Comentario  ·  Recomendar
 
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LES COMENTO, QUE LA PLANTILLA ORIGINAL DE LA IMAGEN DE SU PORTADA ES GUARDADA EN MI CASA, SU CREADOR CARLOS EDUARDO ERAZO RIVERA, TUQUERREÑO; TALLADOR ESCULTOR Y EBANISTA. TENGO CASI 20 DIPLOMAS DE SUS EXPOSICIONES Y RECONOCIMIENTOS. ENFERMO MAS O MENOS EN 1983. EL ESTABA POR LOS 30 AÑOS Y NO PUDO EJERCER MAS A CAUSA DE UN DERRAME. VENIAN DESDE ITALIA POR SUS OBRAS, EXPOSITOR EN VARIAS PARTES DEL PAIS.
publicado por NANCY YOLANADA ERASO, el 14.01.2017 01:19
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